Hemos escuchado durante muchos años, que el gobierno de Cuba, Venezuela y Nicaragua son dictaduras, y que, por tanto, no tienen derecho a existir. Los modelos por seguir son, por supuesto el imperio del Norte, Inglaterra, Alemania, Francia, España, porque en esos lugares sí reina la democracia y la libertad.
Ahora que el pueblo chino reeligió a su presidente, no lo bajan de dictador. Y lo mismo se dice de Rusia y otros países en los que el presidente dura más de seis años.
Amparados en ello, como buenos demócratas buscan llevar la buena nueva a todos los rincones del planeta, a sangre y fuego si es preciso. El mundo está lleno de cruces de los miles de muertos que ha causado este evangelio: Corea, Vietnam, Libia, Siria, Irak y más recientemente Afganistán son los ejemplos de esta nueva cruzada.
En México, bajo esa misma bandera, se defienden los intereses más oscuros. Se dice que vivimos en un estado democrático, pero todas las señales apuntan que quieren convertirnos en una dictadura. Si ponemos atención, la prensa llama dictadura a los gobiernos que no son afines a sus intereses y democracia a aquellos que sí sirven a sus intereses no importa la forma en que elijan a sus gobernantes.
La autodeterminación de las naciones, un tema discutido desde hace tiempo, al menos el que esto escribe, es partidario de eso. Ya Benito Juárez lo dijo en una frase lapidaria: “el respeto al derecho ajeno es la paz”. Con ello, queremos decir que cada nación se ocupe de sus asuntos y que nosotros nos ocupemos de los nuestros y, por tanto, tenemos derecho y quizá una obligación de emitir una opinión sobre un tema que no sólo es relevante y trascendente. De la decisión que se tome, dependerá el futuro de la patria.
El 13 de noviembre, está programada una marcha en defensa del INE. Y no es que esté al 100 por ciento de acuerdo con este instituto, sino porque lo proponen es una regresión, querer volver al pasado sólo porque ahora ellos están en el poder, si ellos, en su momento lucharon por la creación de este instituto. Es muy parecido a lo que hicieron con la reforma educativa o con la reforma eléctrica. El instituto actual puede mejorar, pero nunca será perfecto, porque siempre seguirá al servicio de la gente de dinero.
Todo político que se precie, si se encuentra en sus manos, quiere cambiar las reglas de juego, para conservar el poder. El reclamo sería en todo caso que no le hablan con la verdad al pueblo. El pueblo en esta reforma queda relegado, quieren hacer un sistema parecido al de Estados Unidos, en donde el presidente se elija a través de votos electorales, y muchas cosas que no son aplicables a nuestro país; además, de que le quitan casi todo el presupuesto al instituto para que ellos puedan comprar voluntades a diestra y siniestra.
El INE puede ser cancelado, como ya han hecho con otras instituciones. Esta es una pelea de ricos, ¿Quién dijo que la sirvienta, el obrero, el campesino, no está enterado? Sí, el sistema no le deja tiempo para pensar en eso. El solo busca como ganarse el sustento. Y así como están encarecidas las cosas, no le alcanza el tiempo para pensar en otra cosa, ya que tiene que trabajar dos o tres turnos para completar el gasto.
El presidente quiere, y está en su derecho, mantenerse en el poder, pero que le hable con franqueza a la gente, que no le diga que seguirá ahorrando dinero, porque ese dinero ahorrado no se ve reflejado en los bolsillos de los mexicanos. Que le diga al pueblo de México que quiere seguir en el poder para beneficiar a unos cuantos, a los mismo de siempre y que el pueblo solo sirvió para cubrir las apariencias.
De conseguir sus aviesos propósitos, el presidente estará cancelando la vía democrática por la que los grupos pueden acceder al poder y no se sientan excluidos. ¿A quién no le gustaría detener el tiempo? Ya lo intentó Fausto, pero no, el tiempo no se detendrá y tarde o temprano el pueblo cobrará la factura. Y ahí está el 20 de noviembre como recordatorio.
Y, sin embargo, se mueve, diría Galileo Galilei; así es y así seguirá. Al presidente le gustaría imitar a Benito Juárez, en su última etapa, solo que, a diferencia del que actualmente está el poder, él se ganó ese derecho en el campo de batalla.
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