Tras el reciente video que se hizo viral, donde se observa el momento en que cae un plafón que ocasionó alerta en los pacientes y personal del área de urgencias del Hospital General Regional Número 17 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Cancún, Quintana Roo, ubicado en la región 509, y despertó críticas e indignación entre la población quintanarroense, poco o nada se dijo al respecto.
Sobre este lamentable desperfecto, el IMSS Quintana Roo, presionado por la misma ciudadanía indignada, muchos de ellos familiares de los pacientes afectados durante el incidente que pudo haber sido más grave, se vio obligado a actuar rápidamente para “subsanar la falla”.
Más tarde, emitió un comunicado en su cuenta de X, donde afirmó que “durante este incidente, ningún paciente ni trabajador resultó afectado y se activó un equipo de limpieza para desinfectar el área de urgencias”, además de que “el personal de Conservación del hospital logró controlar y reparar la fuga, además de cortar el panel del techo del servicio de urgencias para prevenir posibles riesgos mayores”.
No es el primer incidente que ocurre en los hospitales del Seguro Social de la entidad ni un problema aislado que no afecte a los hospitales en otros estados del país. Si dirigimos nuestra atención a lo que realmente está sucediendo, observamos que la calidad del servicio médico y el equipo necesario para atender a los pacientes es muy deficiente, precisamente debido a la insuficiencia presupuestaria que ocasiona el deterioro en la infraestructura de los hospitales, el déficit de personal médico, la falta de equipos con tecnología de punta y la escasez de medicinas necesarias.
La promesa presidencial de tener un sistema de salud público de calidad resulta una burla para la clase trabajadora, especialmente para los más pobres y necesitados de la patria, ya que no solo se quedaron sin el Seguro Popular, sino también sin el Insabi. Con la desaparición del Insabi se oficializó el fracaso de la política de salud de este gobierno. La desaparición del Insabi confirma lo que diversos expertos le dijeron al presidente en la transición del 2018.
Al desaparecer el Insabi se perdieron, por lo menos, dos mil millones de pesos, según datos de la Auditoría Superior de la Federación.
Al desaparecer el Insabi se perdieron, por lo menos, dos mil millones de pesos, según datos de la Auditoría Superior de la Federación, lo que constituyó uno de los mayores escándalos de corrupción de la 4T. Según el reporte de la Auditoría Superior de la Federación, el Insabi dejó una cuenta sin justificar de mil 909 millones de pesos por múltiples causas, entre las cuales destacan gastos no comprobados entre 2019 y 2022.
Lamentablemente, esta es la realidad de un Gobierno que no ve ni escucha, que no tomó en serio las recomendaciones y críticas de expertos en la materia, sino que se envalentonó y aprovechó todo el poder del Estado para desacreditarlos y perseguirlos. Ahora son los mexicanos los que están pagando las consecuencias de esos desatinos. Es inminente el fracaso de la salud, así como las políticas económicas de la 4T, que han dejado a millones de pobres desprotegidos y desamparados, porque ahora están peor que antes y el sistema de salud es un claro ejemplo.
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