Qué hace falta en el presente escenario mundial cuando las garras y dientes del imperialismo norteamericano llegan a todos los rincones del mundo para imponer su economía, política e ideología a los países débiles y convertir a sus habitantes en esclavos modernos; hace falta un espíritu revolucionario y de decoro ante la embestida yanqui. Ese espíritu lo impulsa el valiente pueblo ruso y su gobierno, encabezado por Vladimir Putin, ante los intentos de Estados Unidos (EE. UU.) de avasallar a ese país y a China porque, en los últimos años, esas dos naciones se han convertido en importantes contrapesos del imperio capitalista mundial en el terreno económico y militar.
Rusia, en los últimos días, se vio obligado, en legítima defensa, a realizar operaciones militares en contra de Ucrania porque el gobierno de ese país se ha prestado servilmente a los intereses de los EE. UU. con la idea de establecer bases militares en la frontera con Rusia para mantener amenazada a esa gran nación que, valientemente, se opone a los intereses de imperialismo gringo. Con esta operación militar especial, ordenada por Putin, se logró con éxito afectar la infraestructura militar y bases áreas de los elementos castrenses ucranianos.
Para nada se está afectando a la sociedad civil ni a la infraestructura básica de esa nación porque, como lo ha advertido el mandatario ruso, Rusia no tiene intención de invadir a Ucrania; sin embargo, como respuesta, EE. UU. y varios países ricos de Europa han impuestos fuertes sanciones económicas a Rusia, y amenazan con intervenir militarmente en contra de ese pueblo que se opone al intervencionismo norteamericano. Habrá que ver en los días subsecuentes, cómo se defenderán los rusos ante las acciones militares de los montoneros imperialistas.
Estoy seguro de que el pueblo ruso y su actual gobierno llevarán a cabo una defensa heroica para defender a su patria, como lo han demostrado en la escena de la historia mundial por derroteros de libertad y de cambios revolucionarios que han servido de ejemplos para la humanidad; tal como ya lo demostraron en la Segunda Guerra Mundial, al enfrentar al cruel y sanguinario ejército alemán comandado por Adolfo Hitler, en batallas en las que murieron sacrificados millones de personas y que al final salieron triunfadores derrotando al fascismo que pretendía imponerse a todos los pueblos del mundo.
Otro acontecimiento histórico, abanderado por el pueblo ruso y su líder Vladimir Ilich Lenin, fue la primera gran Revolución Socialista en el mundo, en octubre de 1917, protagonizada por el Partido Bolchevique. Una revolución encabezada por los obreros y campesinos rusos; es decir, una lucha social emanada del pueblo, de sus sufrimientos y esperanzas; una revolución muy parecida a la mexicana de 1910 por su carácter popular, como bien lo describe el escritor y periodista norteamericano John Reed en sus libros México Insurgente, en el que relata una crónica de la Revolución Mexicana, y Los Diez Días que Conmovieron al Mundo, que según el propio Lenin, Reed, en este libro hizo una exposición veraz y nítida de la Revolución de Octubre.
Dos almas de revolución que se reconocen, las del pueblo mexicano y ruso; dos almas de rebeldía en contra de la opresión, que hoy hacen falta para tener el valor y el decoro de enfrentar la embestida mediática mundial que tacha de cruel y casi un demonio a Putin, y para conocer la verdad del conflicto entre Rusia y Ucrania.
Hoy hacen falta espíritus valientes y revolucionarios como los de los rusos y también el del pueblo de México que, en su momento, habrá de luchar junto con otros pueblos del mundo que quieran defender su soberanía, lograr la paz y vivir en libertad.
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