Aumento de los precios de los productos de la canasta básica; reducción del poder adquisitivo de los trabajadores; incremento de la tasa de desempleo; hambre y desnutrición, etc., son temas cotidianos que podemos ver, escuchar y leer en noticias relacionadas con el aumento de la pobreza mundial y en nuestro país. Cifras alarmantes como el hecho de que en el mundo cada cuatro segundos muere al menos una persona por causas atribuibles a la desigualdad social, deberían generar preocupación en los gobiernos y encausar políticas y recursos para revertir este problema. Pero, fuera de honrosas excepciones, como China, no hay indicios de acciones que tiendan a lograr que esta situación al menos se reduzca de manera real.
La justicia social en el sistema económico actual, tal como está, no permite la igualdad de oportunidades. La concentración de la riqueza es tal que solo el 1% más rico de la población mundial acaparó el 82% del total de la riqueza producida durante 2021, mientras el 50% de la población más pobre no obtuvo ningún beneficio de ese crecimiento. ¿Cuáles son las razones que hacen posible este abismo?
En su informe 2022, la Oxfam da en el clavo: “Esto nunca ha sido fruto del azar, sino el resultado de decisiones deliberadas: la “violencia económica” tiene lugar cuando las decisiones políticas a nivel estructural están diseñadas para favorecer a los más ricos y poderosos”, puntualiza. En palabras del Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz “la desigualdad de nuestras sociedades es una opción política más que una consecuencia económica”.
Desde 1994 y hasta la fecha, en México se aplican políticas ineficientes de combate a la pobreza que no están encaminadas a lograr una mayor equidad, sino a justificar la existencia misma de la desigualdad y como herramienta de manipulación electoral. Ninguno de esos programas ha conseguido reducir los índices de pobreza, los pobres de hoy son más pobres. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), las 13 familias más acaudaladas del país aumentaron sus fortunas en un 11% entre 2019 y 2021, pese a la pandemia.
El Movimiento Antorchista lucha por mejorar las condiciones de vida de los más pobres del país, para que tengan una vivienda digna y decorosa, con los servicios elementales, además de fomentar el arte, la cultura y el deporte entre sus integrantes. Pero la realidad es que la pobreza en México es mucho más grande que el alcance que pueden tener nuestros esfuerzos. Por eso necesitamos una lucha más profunda, más allá de un drenaje o de la lucha por una clínica o una escuela, necesitamos enfocar la lucha para rediseñar la política en favor de los que menos tienen.
“Tenemos la oportunidad – dice la Oxfam- de reformar drásticamente nuestros modelos económicos para que se basen en la igualdad. Podemos abordar la riqueza extrema aplicando una fiscalidad progresiva, invirtiendo en medidas públicas de eficacia demostrada para eliminar las desigualdades, y transformando las dinámicas de poder dentro de la economía y la sociedad”.
Antorcha coincide con esa visión y ha propuesto acciones similares como medida para cerrar la brecha entre los millonarios y los más pobres de México: 1) Que haya empleo para todo aquel que esté en edad laboral y tenga la capacidad de trabajar. 2) Que los salarios sean realmente dignos y suficientes para costear alimentación, educación, salud, vivienda y recreo de todas las familias trabajadoras. 3) Que se aplique una política fiscal en la que pague más impuestos quien tenga más ingresos y 4) Que el gasto público tenga un enfoque social, para resolver, prioritariamente, las carencias de quienes viven en condiciones más precarias. Solo así podremos aliviar al país del más grande de los males: la pobreza. Solo así podrá llegar verdaderamente el anhelo de justicia social que merecemos todos los mexicanos.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario