En las décadas de los 60, 70 y 80 la juventud abrazaba con relativa sencillez los ideales de transformación y justicia social, y no es casual que así sucediera, ya que en el mundo entero –particularmente en América Latina– tenían lugar importantes acontecimientos que cambiarían para bien la vida de millones de personas.
Por ejemplo, en 1959, había triunfado la revolución cubana que significó y significa –para los que soñamos con un mundo mejor– la posibilidad de lograrlo, y es que el triunfo de David sobre Goliat trajo consigo educación, salud, vivienda, paz, para los cubanos y para muchos latinoamericanos. Indudablemente, la revolución cubana inspiró a muchos estudiantes soñadores que vieron en las figuras de Fidel y el Che modelos a seguir por la claridad de sus ideas y por sus obras, desde entonces la juventud hizo suyo el grito de guerra: ¡hasta la victoria siempre!
Sin duda alguna, el movimiento estudiantil de 1968 fue la muestra más vigorosa de la capacidad organizativa y combativa de los estudiantes; las asambleas en las escuelas, las difusiones en las calles, las grandes manifestaciones que se observaron en las principales avenidas, eran verdaderas muestras de alegría, rebeldía y esperanza, ¡era una juventud pujante! A pesar de que el movimiento terminó trágicamente, el ímpetu de los estudiantes volvió a hacerse presente en 1971 y aunque una vez más el aparato represivo se hizo presente, los jóvenes no solo volvieron a salir a las calles o a vincularse en las luchas de los pueblos y las colonias, además, con base en la lucha ganaron nuevas escuelas (las preparatorias populares) que hicieron posible que muchos jóvenes de las colonias populares tuvieran acceso a la educación y más aun, incluso lograron la creación de la Universidad Autónoma de Chapingo bajo el liderazgo de un joven llamado Aquiles Córdova –hoy líder nacional del Movimiento Antorchista– en la que se materializa la consigna: “por una educación, democrática, crítica, científica y popular”. Finalmente a finales de los 70 la revolución sandinista triunfó y la juventud no solo se hizo presente durante los años de la lucha revolucionaria, también fue elemento fundamental en la Cruzada Nacional de Alfabetización "Héroes y Mártires por la Liberación de Nicaragua" que fue la acción impulsada por el gobierno revolucionario de Nicaragua que permitió reducir el índice de analfabetismo, superior al 50 %, hasta un escaso 13 %. Durante cinco meses 60 mil jóvenes, muchachas y muchachos, se regaron por los rincones más remotos del campo para enseñar a leer y a escribir a más de 400 mil compatriotas. El analfabetismo, calculado en aquel 1980 en, por lo menos un 51% de la población adulta del país, se redujo al 12.9%. La proeza recibió el premio Nadeshda Krupskaya de la UNESCO.
Los hechos antes referidos solo son una muestra significativa de: a) la participación de los jóvenes en tan importantes procesos y b) como los jóvenes son capaces de hacer suyos los más elevados ideales sin importar ningún sacrificio.
¿Sucede lo mismo con la juventud de hoy? ¿Los jóvenes de ahora toman las calles para exigier a us gobiernos y construir utopías? Ciertamente no. Indudablemente los grandes cambios que sucedieron en el mundo – la caida del boque socialista y sobre todo la desintegración de la URSS- provocaron desánimo entre los muchachos y sus educadores. Dicho de otra forma, la caída del llamado “socialismo real” derrumbó los sueños y a los que soñaban con un mundo mejor, a este fenómeno hay que sumarle que el capitalismo triunfante –no por mucho tiempo– desplegó su poderosa maquinaria de propaganda para enzalsar los valores de sistema, para hacernos creer que esta sociedad es la mejor en la que podrán vivir los seres humanos a pesar de que ahora mismo haya 828 millones de personas que no tienen ni siquiera un pedazo de pan para llevarse a la boca. Es fundamental señalar que, además, el capitalismo refinó, sofisticó, mejoró sus formas de enajenación, sus formas de control.
Las masificación del acceso a internet y dispositivos digitales (tabletas, teléfonos inteligentes, lap top, etc.) logró que la juventud concentrara toda su atención el mundo virtual que el capitalismo ha creado para que todos, niños, jovenes y adultos, para que encuentren en las redes sociales la felicidad que el sistema les niega, así y solo así debe entenderse el número de horas que se le destinan a las redes sociales. De acuerdo con Global Web Index los adolescentes pueden pasar hasta 3 horas y 20 minutos en línea, siendo Tik Tok (23.6 horas al mes), Youtube (23.4 horas al mes) y Facebook (19.4 horas al mes) las redes a las que acaparan la atención de la juventud.
Ante esta realidad, ¿qué alternativas debemos explorar para que la juventud vuelva a ceer en la revolución? ¿Qué actividades podemos impulsar para combatir la enajenación y control que la burguesía ejerce sobre la población y en paticular sobre los jóvenes? Estas y otras interrogantes no solo requieren respuesta, sobre todo requieren brazos dispuestos para impulsarlas, corazones ardientes que, llenos de entusiasmo hagan suyas las banderas de libertad, justicia social y revolución.
Las banderas de libertad y justicia social que las juventudes hiceron suyas en muchos países siguen siendo tan vigentes y necesarias como en aquellas épocas. En la casi totalidad de los países, y México no es la excepción, la clase trabajadora sigue siendo víctima de las injusticias que hicieron que hombres como Marx, Engels, Lenin, decidieran dedicar todos su capacidad y energía a la tarea de educar y organizar al pueblo para liberarlo de los explotadores.
Lo que sucedió para que la juventud dejara de interesarse en la revolución fue que mientras los ricos sofisticaban sus métodos de control sobre la juventud, como los teléfonos inteligentes y las redes sociales, también usaron la música para que la juventud ocupara sus pensamientos en el sexo, en las drogas y el alcohol. Simultáneamente la burguesía arreciaba su ataque en las escuelas para que desaparecieran las clases de: historia, filosofía, lógica y ciencias, promoviendo un modelo educativo enfocado en las “competencias para la vida,” un modelo que buscaba que los estudiantes no pensaran, pues para ser explotados no necesitan pensar. Los ricos al imponer este modelo solo estaban interesados en que las escuelas generaran hombres y mujeres capacitados para trabajar, pues en la explotación de la fuerza de trabajo está el origen de su riqueza.
No podemos pasar por alto que en el ascenso del neoliberalismo cobró fuerza el pensamiento y la conducta individualista, que se manifiesta en la preocupación por su bienestar personal y nada más; así lo demuestra la indiferencia frente a las grandes tragedias que viven los mexicanos: de ¿qué otra manera pueden entenderse las muertes que se suceden en México y los delitos que se comenten en contra de la mujer? En lo que va del gobierno de AMLO han tenido lugar 137 mil 535 asesinatos, un promedio de 2 mil 865 por mes y 7 de cada 10 mujeres mayores de 15 años han sido víctimas de violencia física, sexual, economica, etc., además hay 14 millones de mexicanos que no pueden construir una vivienda digna. Esto es el cruel neoliberalismo en que vivimos.
En síntesis, por un lado la burguesía se apoderó de las mentes de los muchachos y al mismo tiempo lanzó una campaña para fotalecer el pensamiento y conducta que a ella le convenía.
Estamos, pues, frente a un problema que exige toda la capacidad de los mexicanos y su ánimo para combatirlo. Así, la juventud volverá a creer en la revolución. Para lograr dicho objetivo creemos que nuestro deber es: 1) hacer que la juventud conozca la realidad en la que vive y que sepa que esta no es la mejor forma de vivir, para lograrlo se vuelve importantísima la labor de los docentes, pues son ellos quienes a través de lo conocimientos que les transmiten a los estudiantes los que pueden hacer que estos vean la realidad con los ojos bien abiertos, además, entre la comunidad escolar deberá de inculcar la idea de que para cambiar al realidad contamos con una poderosa herramienta llamada política, 2) que los estudiantes reconozcan la necesidad de organizarse para propiciar mejoras en sus escuelas y acto seguido en sus comunidades, y 3) una vez organizados salgan a las calles y exijan sus derechos que no se reducen a una beca que de nada sirve para combatir las muchas carencias que vive el estudiantado, pues, aun con la beca, en los últimos dos años, 800 mil estudiantes de bachillerato abandonaron la escuela para trabajar y ayudar en el sostenimiento de sus familias.
Ahora bien conviene plantear algunas medidas en concreto para ayudar a que la juventud vuelva a creer en la revolución.
Los estudiantes, en coordinación con su maestros, deben impulsar en todas las escuelas, clubes de lectura para que por medio del maravilloso mundo de la literatura no solo se alejen del pernicioso efecto que causan las redes sociales, sino sobre todo para que sus mentes aprendan a pensar en lo sublime, para que sus pensamientos vuelvan a ocuparse de las grandes ideas que los genios de la humanidad han creado. Paralelamente deben fundarse clubes de matemáticas para que los chicos desarrollen el pensamiento abstracto y así aprendan a plantear soluciones a cualquier clase de problema.
Junto con estas y otras medidas, los muchachos deben de sumarse a las filas de la FNERRR para que al militar en esa organización tengan la posibilidad de unir sus sueños y anhelos a los de muchos otros estudiantes que abrazan la idea de gozar de educación de calidad y una vida digna para todos. En resumen, la consigna que deben abrazar los estudiantes debe ser: estudio, me organizo y lucho.
La gran revolución rusa de 1917 no solo trajo consigo la esperanza de un mundo mejor; también nos legó, antes y durante el proceso revolucionario, grandes ejemplos de compromiso y heroísmo de jóvenes que hicieron suyas las banderas de la revolución.
Una de las varias obras que dan cuenta de ello es “así se templó el acero” escrita por Nicolai Ostrovski. En dicha obra podemos encontrar el siguiente pasaje: yo, hermanito, tambie?n era en mi infancia, sobre poco ma?s o menos, como tu?. No sabi?a que? hacer de mis fuerzas; mi naturaleza rebelde pugnaba por salir de mi interior. Vivi?a en la pobreza. […] Luchando aisladamente es imposible cambiar la vida. Tu?, Pavlusha, reu?nes todas las condiciones para ser un buen luchador de la causa obrera, pero eres muy joven y tienes una idea muy vaga de la lucha de clases. Yo, hermanito, te hablare? del verdadero camino, pues se? que tienes madera y de ti saldra? algo de provecho.*
Este es el dialogo entre un revolucionario y el protagonista de la historia llamado Pavel Korchaguin. ¿Qué revela el pasaje señalado? Fundamentalmente el que los jóvenes tiene todas las condiciones para ser revolucionarios. En primer lugar porque se reconoce en ellos la fuerza y el ímpetu caracteristico de su edad; en segundo lugar porque en cada jóven duerme la semilla de lo nuevo y porque cada uno de ellos poseé la capacidad para entender el mundo en el que vivimos y cambiarlo.
La juventud sí puede creer en la revolución, ¡hagamos que así sea!
*Así se templó el acero.
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