Querido lector:
Después del Jimena, huracán que se presentó en 2009, o sea, hace 13 años, y que dejó 193 mil afectados y 72 mil 500 damnificados en los municipios de Guaymas y Empalme, Sonora. No se habían tenido ya esas enormes inundaciones hasta este mes de agosto que desde el día jueves 18 hasta el 20, ante la cantidad de agua que se registró, llenando las presas y arroyos, sobrepasó y se volcó por donde pudo, llegando así a afectar a varias comunidades del Valle de Guaymas y Empalme, principalmente; la zona urbana de Empalme, colonias Bella Vista, Pesqueira, Ronaldo Camacho, Pitic, parte de la Moderna, El Sahuaro; en Guaymas: en Santa Clara, San José, Ranchito, Renacimiento y parte de Fátima.
Hasta el momento no se tiene un dato preciso de las afectaciones, se está haciendo el censo por parte de las autoridades para saber con mayor certeza las afectaciones y las familias damnificadas. Hubo ejidos incomunicados y a 8 días de esto aún lo están, como el Baca Calderón, El Yaqui, Maytorena; ya que sus caminos están intransitables, son de terracería y en malas condiciones. Casas de familias humildes no soportaron las cantidades de agua y terminaron destruyéndose, en otros las dejó más desechas. Como en todo, en los fenómenos de la naturaleza quien paga la factura son los humildes del campo y la ciudad, como dice el dicho: al perro más flaco se le cargan las pulgas. Triste realidad pero así es.
Pero me pregunto: ¿se pueden prevenir estos desastres naturales? Mi opinión, querido lector, es que sí. Ahora la ciencia, la tecnología están tan avanzadas que es posible hacerlo; pero, ¿de qué depende? De que los gobiernos inviertan en infraestructura para prevenir y evitar estos hechos que seguramente se seguirán presentando. Muchos se ponen a buscar culpables: que si fue el gobierno tal que no se preocupó, que fue sutano, en fin… y que esperemos que ahora que están los buenos que pregonan que primero los pobres, veremos los hechos. “Sí, ahora sí le cambiará la suerte a los humildes de México y de Sonora”.
Pero, realmente creo que eso no sucederá porque no es responsabilidad total del gobierno en turno, es el sistema político en que vivimos, es un sistema donde está clara la diferencia entre ricos y pobres. Veamos donde están asentados los humildes y qué infraestructura tienen, están asentados en las orillas de las ciudades, alejados del desarrollo como lo podemos constatar en estas recientes inundaciones. ¿Dónde viven los que tienen dinero? En los mejores lugares para vivienda, donde está la buena infraestructura que ha soportado las lluvias. Las calles y caminos para los humildes están destrozados; para los que tienen, perfectamente bien pavimentadas.
Ese es el sistema en que vivimos; no hay una verdadera preocupación para la clase trabajadora. Sólo sucederá cuando se dé un sistema más equitativo y eso será posible cuando el pueblo se organice de manera consciente y luche por tener un verdadero gobierno que salga de él mismo, que sea un verdadero representante de él, y se implemente un sistema diferente, en beneficios de las mayorías. Por eso, invito a todos los hombres y mujeres progresistas a que trabajemos para llegar a esa meta, meta que el Movimiento Antorchista ha planteado desde hace 48 años, sintetizado en su proyecto de nación con cuatro ejes; trabajo para todos, salarios dignos, impuestos progresivos -que quiere decir que pague más impuesto quien tenga más- y que se le regresen al pueblo en obra social, en infraestructura. Esa bandera es la que debemos abrazar todos los humildes de nuestro país.
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