El 26 de junio, de manera simultánea, en todas las capitales de los estados del país, el Movimiento Antorchista realizó la III Jornada Nacional de Oratoria, en la que participaron cientos de jóvenes, universitarios, colonos, obreros y campesinos, en el arte del convencimiento usando para ello la palabra hablada.
Los políticos mexicanos son expertos para hablar en público, porque en tiempos electorales así es como engañan a los ciudadanos para que voten por ellos. Los discursos que pronuncian en campaña, invocan “elevados” principios de política y de justicia, se identifican con los principios éticos y los valores trascendentales y son la demagogia descarnada que manipula sin recato la sensiblería de los mexicanos y que les promete la luna y las estrellas una vez que el candidato sea funcionario. La mayoría de los políticos, ante su carencia absoluta de resultados, abusa del discurso para ganarse, con mentiras redondas, la voluntad del pueblo en las urnas.
Algunos son expertos de la verborrea. Por ejemplo, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, todos los días entra en diarrea verbal con sus famosas “mañaneras”, que duran varias horas y en las que dice no menos de 85 mentiras en promedio, en cada una de ellas. Copiándole a su líder, tenemos al gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, que todos los días trasmite sus “conferencias mañaneras”, en las que calumnia a sus adversarios políticos, dicta sentencias contra quienes opinen diferente que él, ataca a sus enemigos de su propio partido (Morena), miente sobre las acciones de su gobierno, calla a los reporteros que le hacen preguntas incómodas y, como López Obrador, habla mucho y muchas horas, pero hace poco o, prácticamente, nada. Es decir, los políticos, y más los de Morena, engañan al pueblo mexicano en sus discursos.
Urge sepultar esa oratoria, ampulosa y llena de lugares comunes y promesas en abstracto que no comprometen a nada. Como dijo el Maestro Aquiles Córdova, los mexicanos debemos exigir que los políticos nos hablen de manera inteligente, clara y precisa, de nuestros problemas y carencias reales, inmediatas y mediatas, de las verdaderas causas de tales problemas y, de manera absolutamente puntual, concreta, qué tipo de políticas se propone llevar a cabo para resolverlos. Debemos aprender a medir el calibre intelectual, la cultura universal, el desinterés, la honestidad, la sinceridad, la laboriosidad y la definición ideológica de cada político, para no ser engañados.
Pero igual de importante, también lo sostiene nuestro líder nacional, es que los mexicanos progresistas, se conviertan en tribunos populares, para que a través de la palabra y la argumentación, expongan lo que piensan sobre el país y la sociedad. Nosotros invitamos a los jóvenes a que se decidan a convertirse en esos tribunos y pedagogos populares que está esperando el pueblo de toda nuestra patria para conseguir su liberación definitiva. Porque para cambiar la situación del país son necesarios educadores y auténticos líderes populares que despierten al pueblo del país y le expliquen su derecho a una vida mejor, más segura y humana, y que lo organicen para dar una lucha exitosa por ese propósito: para luchar contra la pobreza y la explotación que impera en el país. Esa es la razón de que en Antorcha promovamos el arte de la oratoria entre el pueblo humilde.
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