Desde que tengo memoria de mi integración a Antorcha, en ella siempre se nos ha dicho que tenemos la fortuna de vivir en un país muy grande, con muchos recursos naturales (tierras fértiles para la agricultura, ríos, miles de kilómetros de playas, bosques, desiertos, petróleo, minerales como el oro, plata, etcétera) que lo hacen ser uno de los países más ricos del mundo, pero que, para desgracia nuestra, vivimos en un sistema capitalista donde esta riqueza, generada por todos, no llega a todos, sino que la mayor parte se queda en unas pocas manos, mientras a la inmensa mayoría le toca una parte muy pequeña, apenas para sobrevivir.
Este es el verdadero problema que tenemos los mexicanos, la injusta distribución de la riqueza social, no la corrupción, como quiere hacérsela creer a nuestra gente el presidente de México, a sabiendas de que miente, porque él sabe que ir al fondo del problema lo enfrentaría a las élites del poder económico, y éstas, no tan fácilmente soltarán el poder, por lo que ha decidido navegar con la bandera de la lucha contra la corrupción, que por el momento le ha redituado votos, pero al tiempo quedará demostrado que no logrará el cambio que verdaderamente necesitamos los mexicanos.
En Antorcha creemos que la riqueza social debe ser distribuida para que todos los mexicanos puedan vivir bien, con dignidad y no sufriendo, como viven hoy día. Nosotros sabemos, nos queda bien claro, que hacer que la riqueza social alcance para todos, es un problema muy grande, porque se trata de repartir la riqueza, y los poderosos de este país, que ya están acostumbrados a quedarse con la mayor tajada del pastel, no estarán de acuerdo.
Por ello nos hemos propuesto organizar al pueblo pobre y ponerlo a luchar, porque éste es la mayoría de la población, ahí van los campesinos pobres, los obreros, los colonos, los pequeños comerciantes, los estudiantes y demás sectores marginados; son estos la mayoría y nuestra tarea es despertar en este pueblo la rebeldía y la conciencia de clase, para que entienda que, para vivir bien y tener un país justo, solo organizados, y desde la posición de fuerza como clase social se logrará.
Es en este contexto de la lucha social donde aparece la persecución política (se nos reprime por tener una opinión diferente a sus gobiernos y por pertenecer al Movimiento Antorchista) actual contra el Ing. Samuel Aguirre Ochoa y Dimas Romero, los dos, integrantes de la Dirección Nacional del Movimiento Antorchista, el primero dirigente Antorchista en Veracruz y el segundo en Oaxaca. Veamos un poco más de cerca los motivos de esta persecución.
Al primero se le quiere fabricar el delito de estafa, al acusársele de haber vendido un predio y no haber entregado el terreno, cosa de lo más falso, aclarando que Samuel sí es dueño de dicho predio, pero jamás hizo tal venta; como la venta sí se hizo, el vendedor falso se hizo pasar por Samuel Aguirre, el notario dio fe, se hizo la venta, pero el terreno no fue entregado al comprador. Resultado, hay fraude, estafa, y el comprador puso la denuncia. ¿Cómo puede suceder esto? Se pudo porque el que cometió el fraude está en confabulación con el notario que se prestó a dar fe a algo que era falso, y éste también, está claro no da un paso si no es con el respaldo de algún poderoso o del mismo gobierno estatal.
La denuncia busca encarcelarlo, pero, ¿Por qué se le quiere encarcelar?, pues porque Samuel es un dirigente popular que desde hace muchos años ha estado luchando por los más pobres de Veracruz, y es una de las opiniones con más prestigio y goza de gran reconocimiento entre los veracruzanos humildes, él conoce la política veracruzana y ha denunciado que en el gobierno actual la corrupción sigue, que la pobreza ha aumentado y que el estado en vez de ser un estado pacífico, se ha convertido en uno de los más peligros en el país, lo que ha inducido a que se busque cómo callarlo.
En Oaxaca, la situación es parecida, pero aquí, el malestar del gobierno es porque Dimas Romero ha encabezado a un grupo de médicos que al inicio de la pandemia fueron contratados por el gobierno para enfrentar el problema de salud provocado por el covid-19 con la promesa de que al final de su servicio, estos serían contratados para trabajar en el sector salud.
Pues bien, terminado su trabajo, el Gobierno federal no les cumplió, los médicos al verse burlados decidieron luchar y exigir que se cumpliera lo acordado, y como no se les hace caso, se decidieron ponerse en lucha, realizando manifestaciones por las calles de Oaxaca y concluyendo en un plantón, mismo que hace algunas semanas fue violentamente desalojado.
En toda esta lucha, Dimas Romero y Antorcha han participado activamente por defender el derecho de los médicos a tener un trabajo seguro, y es esto lo que ha provocado que haya amenazas contra la vida del dirigente antorchista, porque al igual que en Veracruz, los luchadores sociales en Oaxaca que están en contra de las injusticias sociales son perseguidos, satanizados, discriminados y expuestos al linchamiento porque así conviene a los intereses del gobierno estatal.
Los dos casos son una clara señal de que en México no se respeta el estado de derecho, la libertad de opinión y la libertad de organización son letras muertas y donde las vidas de los luchadores sociales corren peligro, a todo esto se expone una organización social como Antorcha, lo sabíamos desde 1974, y hoy, con la misma idea de que los problemas principales de los mexicanos nacen por la injusta distribución de la riqueza social, y no de la corrupción, al luchar por hacer que la riqueza alcance para todos, traducida en trabajo para todos, mejores salarios, obras sociales que saquen de la pobreza a la gente, el gobierno, como fiel guardián de los intereses políticos y económicos de la clase pudiente, responde con represión.
No hay duda pues, que, si el pueblo pobre quiere vivir mejor, la única salida es organizarse y luchar, y solo con la fuerza social de los pobres estaremos en condiciones de lograr cambiar a este país.
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