No ignoro que muchos niños y jóvenes están ansiosos por regresar a las aulas y que también las madres de familia lo desean, pues ellas, en muchos casos, han tenido que convertirse en profesoras o, mínimo, en asistentes de profesores, situación que a muchas les ha impedido continuar laborando fuera de casa y ello, a su vez, les ha imposibilitado contar con ese ingreso para el sostenimiento de la familia, cuando, incluso hoy, tienen que enfrentar gastos adicionales provocados por las clases virtuales, como la adquisición de una computadora o de un teléfono “inteligente” y el pago de internet.
Por el lado de los estudiantes, es obvio que las clases presenciales son mucho más atractivas, por la convivencia con el resto de los compañeros de grupo, el contacto físico e incluso visual entre ellos y con el profesor, por sentir la “libertad” fuera de casa y el esparcimiento, etc. También para el profesor se vuelven mucho más productivas las clases presenciales: garantizan mejor la atención y concentración del alumno, puede dar mejor seguimiento a su aprendizaje y mayor asesoramiento personalizado. Todo esto es cierto, pero, ¿ya estamos en condiciones de permitir el regreso a clases presenciales, cuando aún existe un número considerable de contagios y personas hospitalizadas a causa del Covid-19?
De acuerdo con datos de la UNICEF, publicados en abril del presente año: “13% de las personas que se han infectado de SARS-CoV-2 han sido menores de 20 años”. Agrega que: “hay quienes no desarrollan ningún síntoma, quienes enferman gravemente y hasta quienes, asintomáticos, terminan con cuadros de gravedad” (Imernoticias, 29 de abril de 2021). La misma nota nos informa que: “En México, la cifra de menores de 18 años que han contraído el virus en los últimos 14 meses asciende a 50 mil 706, y 548 más han muerto por coronavirus, según datos de la Secretaría de Salud. Los más afectados son quienes tienen entre 12 y 17 años […] (hay) quienes desarrollan ningún o poco síntomas como escurrimiento nasal, tos seca o diarrea y en una minoría pueden tener falta de aire o desarrollar pulmonía”. Pero también nos advierte que: “… de entre todas las niñas, niños y adolescentes infectados, uno de los mayores riesgos podría estar en aquellos que no desarrollan síntomas, pero su cuadro deriva en una afectación grave: el Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico. Así lo expresó Rosa María Wong Chew, jefa de la Subdivisión de Investigación Clínica de la Facultad de Medicina de la UNAM. Señaló que este síndrome puede causar inflamación del corazón, pulmones y riñones, incluso del cerebro, y se presenta más en niños y adolescentes que viven en México, pero aún desconocen el porqué. Para el infectólogo de TecSalud, Óscar Tamez, el Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico suele ser el talón de Aquiles para la población pediátrica, ya que en ocasiones no es detectable o se diagnostica erróneamente, lo que podría generar secuelas en el corazón o incluso la muerte de los menores”.
Ésta es nuestra amarga realidad en cuanto a contagios y sus consecuencias; pero advirtamos también cuáles son las condiciones de infraestructura y servicios de la mayoría de las escuelas, sobre todo de educación básica y medio superior, y veamos si estamos en condiciones de que nuestros hijos regresen a clases: “97% de las escuelas de educación básica tienen carencias de infraestructura, 17 millones de estudiantes y 750 mil maestros asisten a escuelas con carencias, de acuerdo con un informe del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). El desarrollo de la infraestructura física educativa ha sido deficiente, insuficiente e inadecuado, situación que vulnera el derecho de las niñas, niños y adolescentes a una educación de calidad, señala el documento Políticas para fortalecer la infraestructura escolar en México, del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), en el que se plantea el panorama en este sector y se emiten una serie de recomendaciones […] se informa que 29% de las escuelas de educación básica presenta problemas estructurales y otras carencias asociadas, en tanto que 2% muestra daño estructural. Y aunque 66% no tiene este tipo de daño, sí presentan al menos una carencia de otro tipo; solo 3% de las escuelas de educación básica no tienen carencia alguna [...] De un total de 145,704 escuelas de educación básica, 33% funcionan con estructuras atípicas que no se apegan a la normatividad establecida; 45 % no están conectadas al desagüe y 20% no están integradas a una red de agua potable. Además, 5% continúa sin acceso a servicios de electricidad (animalpolítico.com., 12 de diciembre de 2018).
Así las cosas, ¡sólo 3 por ciento de las escuelas de educación básica tienen todas las condiciones para llevar a cabo la labor educativa! Cierto que los datos son de 2018, pero la realidad nos muestra que las cosas no han cambiado en estos últimos años, incluso la misma SEP lo reconoce en su Programa Sectorial de Educación (PSE) 2020-2024: “En México existe un número importante de planteles educativos que no cuentan con los estándares mínimos para asegurar el aprendizaje por lo que entre las metas y objetivos prioritarios, se prevé que al concluir este sexenio se reducirá en 8.9 por ciento el número de escuelas de enseñanza básica sin acceso a agua potable, al pasar de 71.1 a 80 por ciento los planteles que cuenten con este servicio básico” (La Jornada
12 de julio de 2020, p. 13).
Decía en colaboración anterior que estaba en marcha una campaña para convencernos de que ya era momento del regreso a clases presenciales, aún cuando no hay condiciones para ello; desde mi punto de vista, abrir las escuelas con tales escenarios simplemente sería homicida, pues no solamente se pone en riesgo la vida de alumnos y profesores, sino también las de todas las familias que tengan un niño o joven que asistan a clases; pero preguntémonos, ¿cuál es la prisa del presidente López Obrador para que se regrese a clases el próximo lunes 7 de junio? ¿Acaso tiene un torvo propósito electoral? A López Obrador y a su partido Morena, ¿les importan más las elecciones que la vida de nuestros hijos? También he señalado que, el combate a la pandemia por parte del gobierno federal ha sido caótica, errada y, sobre todo, ha mostrado claramente que lo que menos importa es, precisamente, la salud y el bienestar de los mexicanos; han sido “primero los pobres”, pero en morir, ante el desdén gubernamental hacia la protección de la salud.
Así que, sumemos nuestras voces y exigencia a la de los jóvenes de la “Federación Nacional de Estudiantes Rafael Ramírez” (FNERRR) para un regreso a clases seguro, donde toda la comunidad estudiantil sea vacunada, y la mayoría de los mexicanos, y que no priven mezquinos intereses políticos sobre los derechos a la salud.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario