Quintana Roo es el estado más joven de México, está ubicado al sureste del país bordeado por el mar caribe, es conocido por ser uno de los destinos más visitado por turistas nacionales y extranjeros, gracias a sus atractivos naturales como los ríos subterráneos, mares y sus cenotes y sus enormes e imponentes hoteles de lujo y es en la zona norte del estado donde se encuentran los municipios de Benito Juárez, solidaridad, Isla mujeres, Cozumel, Tulum, Puerto Morelos y Lázaro Cárdenas donde se concentra el mayor atractivo turístico, sólo en el año 2022 la ciudad de Cancún cerró con 19.6 millones de visitantes, y gracias a ello se generó una cuantiosa la derrama económica por 18 mil 821 millones de dólares.
Sin duda, esta ciudad paradisíaca es uno de los sitios más visitados en todo el planeta, y cuya derrama económica es incuantificable, sin embargo, contrario a lo que se promociona, no todo es color de rosa. Existe otra cara de Cancún, la que muy pocos conocen más allá de los grandes y lujosos hoteles, excéntricos restaurantes, centros nocturnos y casinos; hay zonas donde se puede apreciar la verdadera y cruda condición de pobreza y hambre que padecen miles de familias quintanarroenses que viven en los alrededores de la ciudad.
Es necesario resaltar que la inmensa mayoría de habitantes de las colonias populares del norte de Quintana Roo se les ha privado de oportunidades para alcanzar las condiciones óptimas de bienestar, de tal forma que hasta al día de hoy nadie, ninguna autoridad de gobierno ha hecho algo eficaz para revertir los impactos negativos de la pobreza, pues pese al gran esfuerzo laboral de los trabajadores, muchos de ellos siguen sufriendo porque sus ingresos no les alcanza para los gastos del hogar, y para rematar, en sus colonias viven todavía en pequeñas chozas con techos de cartón, donde tampoco cuentan con los servicios elementales.
Por otra parte, desde hace unos años, la inseguridad y delincuencia organizada ha venido avanzando al grado de quitarles a las familias humildes la tranquilidad debido a que se vive con miedo ante la inseguridad incesante que parece no tener un alto, los ciudadanos del estado quieren vivir de nuevo tranquilos con la libertad de poder pasearse por su ciudad sin temor a ser una víctima de la robos y que cada día son más frecuentes las noticias de delitos cometidos a plena luz del día en los cuales rebasan la seguridad haciendo que las mismas familias tomen sus propias precauciones ante esta ola de violencia e inseguridad en la que viven.
Sin duda, en el norte de la entidad se concentra la mitad de la población total, asimismo es muy escasa la posibilidad de escalar a un nivel socioeconómico superior, debido a que se carece de las oportunidades para aspirar a una mejor calidad de vida. Por algo Quintana Roo ocupa la posición 26 en el ranking nacional de movilidad social ascendente, toda vez que 8 de cada 10 personas que nacen pobres, permanecen en esa condición social, esto según los resultados del estudio “La Movilidad Social en México”, realizado por el Centro de Estudios Espinoza Yglesias.
Es una realidad que sobre los pobres quintanarroenses se cierne un manto de incertidumbre. Los pobres ya no pueden seguir padeciendo más por las malas políticas que los siguen hundiendo más en la pobreza y para ello las autoridades gubernamentales tienen que cumplir su promesa de cambio, porque de no hacerlo en Quintana Roo crecerá la marginación social y detrás de ella la inseguridad. Esa es la realidad.
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