La pobreza es horrible; como dijera Neruda: con sus dientes de carcoma, sus ojos de pantano, su lengua gris que corta la ropa, la madera, los huesos y la sangre. Su cara espantosa se nos muestra en la familia lanzada a la calle por no poder pagar la renta, en niños famélicos torturados por todo tipo de enfermedades y padres desesperados que no pueden curarlos por el desplome del sistema de salud pública en México. El gobierno federal morenista presume de los millonarios recursos gastados en ese barril sin fondo que son sus proyectos faraónicos (tren maya, refinería Dos Bocas, aeropuerto de Santa Lucía) y en sus programas de transferencias monetarias, principalmente el que se brinda a las personas mayores de 65 años, pero la realidad innegable es que la pobreza ha crecido como nunca en los tiempos recientes y que en lo que lleva López Obrador en el puesto acumula ya casi 4 millones de nuevos pobres (según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Coneval): la pobreza muerde con mayor fuerza que nunca al pueblo trabajador del campo y de las ciudades. Y aunque el eslogan del partido gobernante hable de “esperanza”, para los pobres no hay tal, pues de acuerdo con lo publicado en junio por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en este año los pobres aumentarán en nuestro país en 1.7%, con lo que caerán esta desoladora condición 2.5 millones más de personas.
Tal es la explicación de los récords “históricos” de los dineros enviados por los que se van a trabajar a Estados Unidos, obligados por la pobreza, la falta de empleos y de buenos salarios en su tierra. El gobierno presume, como si fuera su mayor logro, que aumentan los dólares que ingresan al país, nos dice que llevan 26 meses continuos de crecimiento. Pero también han crecido continua y sostenidamente el número de muertos y desaparecidos en su fracasado intento de ganar la tortilla lejos de su familia, su hogar y su Patria.
La pobreza los asesina de formas tan crueles que ni Dante llegó a imaginarse: 22 de enero de 2021, 19 migrantes calcinados y masacrados en Santa Anita, Tamaulipas; 9 de diciembre de 2021, 57 muertos al accidentarse un tráiler en Chiapa de Corzo, Chiapas; 27 de junio de 2022, 53 muertos por asfixia dentro de la caja de un tráiler en Texas. La desesperación lleva al pueblo trabajador a correr cada vez riesgos mayores y a morir en mayor número, ¡y todavía el gobierno mexicano presume que están llegando más dólares!. Sí, pero manchados de sangre obrera y jornalera. Cuando AMLO llegó al poder, en 2018, se reportaron 594 migrantes asesinados o desaparecidos, el año pasado, 2021, la tétrica cifra creció a más del doble, 1,248; todo indica que este año a la par que “las remesas” también alcanzará datos “históricos”, pues en los primeros cinco meses ha llegado a 578 el número de paisanos muertos o desaparecidos.
La pobreza mata a los que buscan el pan, ante el fracaso de la política económica de un régimen que está más preocupado de corromper al pueblo con dádivas monetarias que le compren lealtades electorales con los recursos públicos, que en garantizarle empleo, salario remunerador y políticas públicas que incidan en la mejoría de su calidad de vida, en mejores servicios de educativos y de salud. La pobreza se ensaña con los pobres en México que no encuentran instituciones públicas que le garanticen una correcta atención de la salud: el IMSS y el ISSSTE se han precarizado, pues en los últimos años no sólo se ha disminuido su presupuesto, sino que ni siquiera han gastado los escasos dineros que se les asignaron: en 2020 tuvieron un subejercicio de más de 37 mil millones de pesos y en 2021 de 20 mil millones de pesos.
La resultante es que a los derechohabientes se les dificultó conseguir una cita con un médico general, se les hizo casi imposible que los revisara un especialista y, cuando lograban que se les recetaran medicinas u ordenaran estudios, tenían que pagarlos de su magro bolsillo, ya que las farmacias públicas están vacías y los escasos equipos dañados o saturados. La muerte se ha ensañado con los más indefensos y sólo por Covid 19 ha cobrado más de medio millón de vidas, aunque el gobierno solo reconoce 328 mil.
En las colonias proletarias de Tijuana y Mexicali la pobreza ha cobrado nuevas víctimas, como ha ocurrido cada verano, estación en la que con las altas temperaturas proliferan las garrapatas portadoras de la bacteria rickettsia que cuya infección provoca fiebre, dolores de cabeza y musculares, somnolencia y delirios, que de no ser tratada a tiempo llega a causar la muerte del 40% de los infectados.
Por ello el Movimiento Antorchista Bajacaliforniano dio la lucha porque se implementarán acciones de emergencia para prevenir y atacar esta mortal enfermedad. No hay duda de que ésta es otra más de las pavorosas caras de la pobreza, pues el abandono de las colonias en las que no hay recolección municipal de la basura y a los que se les niegan los servicios públicos, genera el caldo de cultivo perfecto para este mal. Iniciamos una campaña en contra de esta amenaza, a la que desterraremos de las colonias organizadas, al mismo tiempo que continuaremos esta cruzada para acabar de raíz con el origen de todas estas desgracias: la desigual e injusta repartición de la riqueza, que se ha agudizado con el actual gobierno, que ha aumentado el número de pobres y los ha hecho aún más pobres, al mismo tiempo que ha concentrado hasta niveles nunca vistos la riqueza de los multimillonarios, que están más felices con sus bolsillos rebosantes gracias a las políticas de la 4T.
Unidos y trabajando, conscientes y luchando derrotaremos la rickettsia y llegará el día en que desterraremos también a la miseria, haciendo realidad ese hermoso sueño con el que termina Neruda su Oda a la Pobreza: “Yo con otros,/ con otros, muchos otros,/ te vamos expulsando/ de la tierra a la luna/ para que allí te quedes/ fría y encarcelada/ mirando con un ojo/ el pan y los racimos/ que cubrirá la tierra/ de mañana.”
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