Tal vez el título de mi artículo te haga pensar que en la sociedad poblana los valores están desapareciendo, ojalá la problemática fuera esa y no que, en realidad, las oportunidades para que culminen sus estudios o al menos se pongan al corriente con sus respectivos niveles educativos, es lo que está en peligro de extinción.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), más de 1.4 millones de poblanos no terminaron sus estudios. Es decir, uno de cada cinco poblanos no ha terminado su educación básica o el nivel medio superior; esto posiciona a Puebla por encima de la media nacional en materia de rezago educativo que es de 19.4 por ciento.
Dentro del debate que desató que la Secretaría de Educación Pública (SEP) diera a conocer la aplicación de su nuevo plan de estudios en el ciclo escolar a iniciar, es importante preguntarse si este ayudará a reducir las cifras de poblanos que no terminaron sus estudios o —como muchos auguran—, las incrementará.
Pero estudiemos primero ¿qué propone este nuevo plan? De acuerdo con la información proporcionada por la misma secretaría, el plan propone “fases de aprendizaje”; estas sustituirán a los grados académicos. El documento oficial esclarece que funcionaría de esta forma: la fase 1 está comprendida por la educación inicial, impartida de 0 a tres años; la fase 2 la integrarán los tres años de preescolar; la 3, primero y segundo de primaria; la 4, tercero y cuarto; la 5, quinto y sexto, mientras que la fase 6 estará compuesta por los tres años de secundaria. Además, propone que la educación se brinde mediante “campos formativos”, dejando atrás la enseñanza de asignaturas como Matemáticas, Historia, Biología, etcétera, las cuales serán sustituidas por solo cuatro materias que no son de conocimiento público.
A simple vista, para cualquier ser humano con un poco de lógica le parece que es una idea que no ayudará a reducir los niveles de rezago educativo. Pero leamos opiniones más especializadas en materia educativa que la mía. El Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) afirmó que el nuevo plan de estudios de educación pública básica provocará un gran retroceso profundizando la problemática educativa, pues pierde el foco en habilidades básicas como las Matemáticas y la Ciencia, al plantear sólo un “enfoque comunitario”.
Si México debe combatir los niveles de rezago que le dejó la pandemia — el Banco Mundial informó que la pandemia dejó fuera del sistema educativo mexicano a 1.5 millones de estudiantes y ocasionó un rezago educativo equivalente a dos años de escolaridad—, ahora también debe enfrentar un plan de estudios que “carece de los fundamentos para hacerle frente y atenta contra la formación de talento y de capital humano competitivo”.
A continuación, la opinión de Leticia Armijo, una compositora y especialista en estudios sobre las mujeres y de género en la música, paisaje sonoro y arquitectónico y en la recuperación del acervo musical de las lenguas indígenas en riesgo y quien también es reconocida por su amplia formación educativa: “En torno a los libros texto gratuito, debo decir que el texto inicial del apartado de ‘Partituras musicales’ del libro Múltiples lenguajes de primer grado, es una aberración de la que no soy autora”.
Así es, amable lector. Armijo fue buscada para participar en la realización de los libros que la Cuarta Transformación planea integrar en el nuevo ciclo escolar y aunque nos podría llenar de esperanza saber que alguien tan estudiado estuvo detrás de esa creación, sus declaraciones tras la publicación del proyecto final son lamentables: “Cuando me solicitaron la creación de una versión especial para los libros de texto gratuito, elaboré un texto explicativo, el cual omitieron. Expresamente solicité que se me consultara antes de imprimir el libro para colocar la obra en donde corresponde, con la mencionada explicación. La explicación en torno al pentagrama y las notas es como ya he dicho, una aberración de la que no soy autora. ¡Cómo podrán ver mutilaron la partitura, la pusieron a su libre albedrío en el libro como se les dió la gana… es clara la nula formación musical de los que editaron los libros y la falta de respeto, ética y profesionalismo en los procesos y hacia los autores que colaboramos en un proyecto cuyo resultado hoy nos avergüenza!”.
Si eso declaran los propios “autores” de los libros de texto, ¿por qué nos sorprende que otros especialistas u organizaciones estudiantiles y sociales se manifiesten al respecto? Es claro que estos libros de texto no tienen lo que necesita la educación mexicana para hacer de este un país más culto, con la capacidad de erradicar la analfabetización, de crear científicos, maestros, etcétera.
Otro de los debates que han surgido dentro de este anuncio de un nuevo plan educativo, es sobre si se trata de educación comunista, o no. ¿Qué hace a una educación comunista? Bueno, pues, como lo hemos visto en las grandes —y no tan grandes, pero no por ello menos importantes— ciudades que implementan educación guiada por el marxismo, como China, la educación comunista es completa. Español, Matemáticas, Historia, ciencias naturales, formación cívica y Ética, arte, deporte, Filosofía, entre otras, son la base de cualquier organismo educativo con línea marxista o comunista, como le quieran llamar.
Ni por un segundo, aquellos que sí son marxistas, han reducido el acceso a educación de los jóvenes, por el contrario, entre más completa, mejor. Pues responde a la línea de crear jóvenes integrales, críticos y con la capacidad intelectual de crear una sociedad mejor, más justa, soberana y desarrollada.
Pero tal y como la especialista Irma Villalpando escribió en Nexos el 26 de julio: “son libros que debilitan para siempre la capacidad cognitiva de los estudiantes y su desarrollo para ser críticos, para crecer como personas, para ayudar a sus comunidades y para mejorar las condiciones sociales y económicas de sus familias y su entorno”.
La Cuarta Transformación debería saber que estos libros en una gran parte del país significan el único material disponible para el aprendizaje de los estudiantes. No necesitan mucha lógica para entender que la tarea de crear materiales educativos debe ser respondida por una política educativa a largo plazo que considere la evaluación y mejora continua de libros de texto; y no por la descarada intención de imprimir su propia ideología opacando a los académicos y a expertos que podrían contribuir mejor que ellos a mejorar los libros de texto, con cara a las nuevas generaciones y sobre todo al retroceso actual que enfrentamos como sociedad.
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