Cuando se habla de la importancia de que los niños y jóvenes estudien, todos estamos de acuerdo de palabra, pero en realidad las cosas son muy diferentes.
En 1824 el célebre doctor José María Luis Mora declaró: “nada es más importante para el Estado que la instrucción de la juventud. Ella es la base sobre la cual descansan las instituciones sociales”. Pero no basta la voluntad, es necesario construir escuelas, preparar a los maestros y sobre todo, proporcionarles a los alumnos los libros necesarios.
El presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) asumió la tarea de brindar a los estudiantes de primaria los libros de texto gratuitos. Ayudado por Jaime Torres Bodet elaboran los primeros libros de texto gratuitos, pues ambos consideraban que los libros deberían “desarrollar armónicamente las facultades de los educandos, prepararlos para la vida práctica e inculcar en ellos la solidaridad, virtudes cívicas y el amor a la patria”. Así fue como en 1960 fueron entregados por primera vez los libros de texto gratuitos a los estudiantes, convirtiéndolos en material obligatorio en todas las escuelas primarias. De este gran beneficio disfrutamos los mexicanos durante 63 años.
Diferentes partidos han gobernado al país y los libros de texto se seguían entregando como una de las obligaciones del gobierno, pero Amlo y la 4T también en esto quieren dejar su sello: el ciclo académico 2023-2024 entró en su fase final y no se han entregado los libros de texto a los estudiantes: todos sabemos que marzo, abril y mayo son meses de festivales, puentes y convivios y los libros de texto siguen durmiendo el sueño de los justos porque no se han entregado porque están llenos de errores y horrores, ¿incapacidad o ineptitud de quienes los elaboraron? O ¿se trata en el fondo de darle un golpe más a la educación?
Sea cual sea la respuesta, los resultados son los mismos: sigue mermándose la calidad educativa de nuestros niños y jóvenes, quienes ya sufrieron dos años de pandemia y atraso académico; ahora, llevan un año más sin libros, por lo que es seguro que México seguirá peleando, en la OCDE, los últimos lugares en eficiencia educativa y, lo que es peor, no tendremos profesionistas bien preparados que ayuden a México a convertirse en un país desarrollado que pueda erradicar la pobreza.
No permitamos que esto siga pasando, urge que el pueblo recupere el derecho a una educación democrática, científica y popular.
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