El 6 de junio de 2021 será una fecha de gran trascendencia en la historia política electoral de México. De acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE), los habitantes de 15 entidades federativas podrán elegir a un nuevo gobernador constitucional, entre ellas, Nuevo León. En esta contienda, siete candidatos buscan la gubernatura, algunos en coalición y otros por un solo partido.
No ha cambiado nada, los políticos son los profesionales de las oportunidades, y parece que están en lo correcto, pero ahora están pasando a ser oportunistas inescrupulosos, sin el mínimo pudor a ser expuestos y, lo más curioso, es que entre ellos mismos se están cerrando los caminos. Lo nocivo es que están impidiendo que el país avance y eso es lo grave.
Para entender lo que es el oportunismo político hemos de remitirnos en la historia de la filosofía a dos fuentes fundamentales: una antigua y otra moderna. La primera la encontramos allá por el siglo V a. C, con los llamados “Sofistas”, hombres enciclopedistas llegados a Atenas desde diversos lugares del mundo griego, donde vieron debido al desarrollo cultural y económico que alcanzó Atenas una excelente oportunidad para colmar sus ambiciones lucrativas, desplegando sus habilidades de oratoria,
La segunda concepción respecto al oportunismo político moderno la encontramos en el renacimiento: un movimiento político y social surgido allá por el siglo XV de nuestra era. Maquiavelo, en su obra “El Príncipe”, marca un nuevo paradigma antropológico y por ende el nuevo paradigma para la política moderna y contemporánea. Para este pensador social y político, el hombre es malo por naturaleza. Esta misma línea de pensamiento siguieron pensadores sociales posteriores como Thomás Hobbes, Jhon Locke, Jean Jacques Rousseau, entre otros.
Maquiavelo reconocido por el uso de los medios inmorales para fines políticos y la creencia de que el gobierno se basaba en gran parte, en la fuerza y la astucia, heredó a la posteridad una manera de pensar y actuar oportunista, donde el fin justifica los medios; desligando con ello ética y política
Ahora bien, ¿qué implicaciones lleva consigo la aceptación de un quehacer político serio? Las respuestas las podemos encontrar también recurriendo a grandes maestros de la reflexión social y política. Básicamente fue la tradición clásica quien definió la política como la ciencia práctica del arte de gobernar. Así por ejemplo, Sócrates, consideraba que algunas funciones del político eran: hacer reinar en la vida política la verdad, el bien y la justicia; educar a los jóvenes y niños para convertirlos en buenos ciudadanos. Platón consideraba que la virtud característica del gobernante era la sabiduría o el buen criterio. Entre tanto Aristóteles proponía el bien común.
Para los pensadores medievales como San Agustín el fin del Estado era simplemente ordenar la convivencia de los hombres hacia la paz, y la tranquilidad del orden. Santo Tomás consideró que el gobernante o político está obligado a buscar el bien común y someter sus gustos personales a la necesidad de colaborar para que la sociedad exista y se perfeccione.
En esta tradición clásica, se ve muy claro las cualidades del político: Una persona bien cultivada y formada científica, moral y políticamente
A la luz de lo reflexionado preguntémonos, ¿cuál es realmente el perfil de nuestros gobernantes que dirigen los destinos de nuestro país? y ¿cuál el de los candidatos que alistan sus estrategias para persuadirnos en las nuevas elecciones que se avecina? ¿Ostentan un perfil de un auténtico político o el perfil de un oportunista político?
Para respondernos considero necesario que pensemos un poquito en lo que viene aconteciendo políticamente en estas últimas semanas: un enfrentamiento de intereses entre los poderes del estado, donde apelando a estrategias políticas maquiavélicas y movidos por el interés individual, tratan de desacreditarse unos a otros y de generar confusión en el electorado. Por dondequiera nos damos cuenta cómo nuestros candidatos afinan su verbo, desfilan de un partido a otro según la conveniencia, preparan sus discursos pensando más en la forma que en el contenido, se agreden continuamente, nos bombardean constantemente con propagandas y slogan publicitarios de campaña muy costosos, con el único propósito de convencer, de persuadirnos para que les demos el voto.
Después de todo, la historia, otra vez será testigo, de cuánta gente llegó realmente con buenas intenciones y cuantos otros terminaran en la cárcel o perseguidos por la corrupción y el daño que hicieron. Pues la misma vida pasa factura y a veces muy caro.
Es nuestro deber ciudadano exigir a los candidatos, que nos digan cuáles son sus ideas de desarrollo y sus respectivos planes, programas y proyectos de corto, mediano y largo plazo, que nos demuestren cómo sus propuestas toman por base una visión integral del ser humano de modo que puedan promover el desarrollo de la sociedad en su conjunto, mujeres y hombres; pero sobre todo, exijámosle cómo piensan hacer o concretar eso que prometen. Los neoloneses estamos obligados a respetar y hacer que se respete nuestro voto emitido, y que nuestros gobernantes próximos cumplan con los compromisos echados a cuestas y si no lo hicieren que el pueblos se los demande. Basta de malos e improvisados gobernantes, acabemos con el oportunismo político eligiendo concienzudamente a nuestros próximos gobernantes.
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