Resulta imposible no tener presente algunas de las malas decisiones, o mejor dicho, algunos de los abusos o arbitrariedades que comete el Gobierno federal encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien, en aparente abuso de su embestidura, ha promovido reformas que le permiten manejar a su antojo, sin análisis técnicos ni científicos, el destino del país.
Me refiero a la cancelación de varios fideicomisos, con el argumento de que eran la supuesta caja chica y se usaban para desviar recursos por parte de altos funcionarios; desde hace más de dos años el Senado de la República, por instrucciones de López Obrador, aprobó la eliminación de 109 fideicomisos, entre ellos el Fondo Nacional de Desastres Naturales (FONDEN), que servía para que, en caso de emergencias en el país, de inmediato se actuara para atender o auxiliar a la población.
Viene a cuento, en estos días precisamente, porque millones de mexicanos han resultado afectados por los diferentes fenómenos naturales; por un lado, tenemos las grandes sequías que han afectado a miles de campesinos en los estados del norte, la falta de precipitaciones pluviales que azota los cultivos sin duda trae repercusiones negativas para los campesinos, por ejemplo, los productores directos ven afectados sus ingresos y además la falta de producción provoca el encarecimiento de los alimentos.
Por otro lado, tenemos fuertes lluvias, trombas o huracanes, que han perjudicado algunos puntos del país y nos pudiéramos quedar con la explicación de que son fenómenos naturales y, por tanto, no hay nada que hacer.
Desafortunadamente las cosas no se pueden ver así de simples y menos por las víctimas de estos fenómenos naturales que, de un momento a otro, se han quedado sin nada, que de la noche a la mañana pierden el patrimonio que con tanto esfuerzo construyen en toda una vida.
Son muchas cosas las que se pueden decir al respecto, pero me interesa destacar en primer lugar, que es obligación del gobierno garantizar la seguridad de sus gobernados en todos los sentidos, en este caso debe garantizar una vivienda digna y segura que no ponga en riesgo la vida de ningún ser humano.
En segundo lugar, como el riesgo siempre estará latente, debe existir un programa que permita auxiliar de inmediato a los afectados, sin tener que realizar tanto trámite burocrático.
Nada de esto sucede, muy por el contrario, hemos sido testigos de que en las últimas semanas en diferentes puntos del estado de Michoacán, por ejemplo, se han vivido grandes afectaciones en municipios como Morelia, Villamar, Tangancícuaro, Zamora, y tienen que ser los ayuntamientos con sus escasos recursos económicos o la sociedad civil, quienes acuden al rescate de los afectados, para proveerlos de algunos alimentos, ropa, cobijas, para tratar de mitigar un poco la desesperación de quienes han perdido un hogar.
Por eso, considero que no es exagerado decir que fue un abuso de autoridad cancelar los pocos recursos que llegaban a través del Fonden para los mexicanos afectados por los desastres naturales, que si bien es cierto, no resolvían el problema de fondo, porque muy seguramente si había mal manejo por las administraciones anteriores, sí mitigaban el daño causado por los fenómenos naturales.
Por es un desacierto del presidente desaparecer un fondo, en vez de corregir las deficiencias o desviaciones que haya encontrado o bien, en su defecto crear uno nuevo.
Recursos que ha utilizado para financiar sus obras faraónicas como es el caso del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), el tren Maya, la refinería Dos Bocas y el tren interoceánico del Istmo de Tehuantepec, que en nada benefician a los más pobres de nuestra patria y menos nos salvarán de las inundaciones.
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