Y sucedió lo que tenía que suceder, el escenario que vimos en semanas pasadas en otras partes del mundo, que sufrían los estragos de la cuarta ola de la Covid-19, es ya una realidad entre nosotros, en tan solo unos días, escalaron los contagios con peligrosa rapidez, hasta rebasar los 47 mil casos.
Especialistas como la doctora Laurie Ann Ximénez-Fyvie, jefa del Laboratorio de Genética Molecular de la Facultad de Odontología de la UNAM y autora del libro Un daño irreparable, la criminal gestión de la pandemia en México, estuvieron advirtiendo de la necesidad de cambiar la política de combate a la Covid-19 y de la urgencia de tomar medidas al respecto, como aumentar la vacunación en general e iniciar a vacunar a los menores de edad. Pero mientras los científicos insistían sobre lo que se avecinaba, el gobierno federal siguió con su política de menosprecio a la vida de los mexicanos, insistiendo en que no había de qué preocuparse porque nuestro sistema de salud estaba bien preparado y que la variante Omicrón era inofensiva, “una gripita cuando mucho”, dijo el presidente.
Hoy que está desbordada la pandemia, en vez de reaccionar, se busca minimizar la situación, llegando a la irracionalidad de cambiar el método de medición de los contagios, mientras se reduce el número de pruebas Covid gratuitas, para la población de escasos recursos económicos. En Oaxaca, por ejemplo, se ha anunciado que solo se aplicarán 50 por día. Es decir, ante la terrible ola que nos azota y que, de nueva cuenta, saturará los centros de salud, el gobierno sigue preocupado por mostrar que su discurso de que no había de que preocuparse, era acertado, para lo cual oculta la realidad con burdas maniobras.
A estas alturas, ya es insostenible el fracaso del gobierno de López Obrador, las pruebas son abrumadoras, los hierros en las políticas públicas de todos los gobernantes morenistas, son escandalosos y peligrosos. Son abundantes los datos acerca de lo que ha pasado en el contexto de la pandemia, mientras en el primer año, los 13 billonarios mexicanos acumularon una ganancia neta de 33.1 mil millones de dólares, los pobres aumentaron en más de 3 millones. Es decir, no sólo es el problema sanitario que ha provocado más de medio millón de fallecimientos, según datos de especialistas, sino también el terrible impacto en la economía.
En nuestro estado, por ejemplo, declara el periódico El Imparcial en su edición de este lunes 17 de enero, que, en la zona metropolitana de Oaxaca, con una población de 705 mil personas, 150 mil, pasaron hambre este 2021. Esto es, 21 % de ciudadanos sufren los estragos de la política criminal de la 4T.
Y mientras la sociedad es golpeada por los efectos de la pandemia, la entidad se encuentra inmersa en la carrera por la gubernatura, los contrincantes, como siempre, no contemplan entre sus preocupaciones alguna propuesta de combate serio a los males que aquejan a los oaxaqueños. Estamos pues, ante una encrucijada, la de seguir, como siempre, al carro de los políticos que saben que no tenemos otro remedio que escoger entre los candidatos que eligen sin tomar en cuenta los intereses de las mayorías, o iniciar la búsqueda de una forma de combate a esta terrible situación.
Por mi parte, a nombre de varios miles de ciudadanos organizados en el Movimiento Antorchista, insisto en que cada día que pasa, se demuestra la urgente necesidad de que todos los sectores sociales relegados, nos organicemos para exigir al próximo gobernante, cualquiera que sea la expresión política de la que provenga, que atienda las necesidades más apremiantes de la población. Esperar a mañana, será demasiado tarde.
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