La educación debería tomarse como una vía de desarrollo para el país, como una herramienta fundamental en la formación de todo ser humano, lastimosamente hoy somos testigos de que no solo no es tomada en serio, sino que el actual Gobierno federal llegó para negarse a construir, a invertir siquiera y salvaguardar la integridad física de estudiantes y maestros.
Ante el inminente panorama mundial por covid-19, el presidente Andrés Manuel López Obrador se empeña en que el regreso a las aulas debe ocurrir lo antes posible, pues según él: “tenemos que correr ciertos riesgos como todo en la vida. Imagínense si no salimos porque nos puede pasar algo, nos vamos a quedar todo el tiempo encerrados, no, debemos enfrentar las adversidades”; sin embargo, los estudiantes no vemos que el propio presidente corra riesgos a favor de la educación.
Basta recordar la cancelación del fideicomiso Conacyt-Sener, que tenía una bolsa de 13 mil 189 millones de pesos. El presidente acusó de corrupción en la designación de dicho recurso, pero hasta el momento su gobierno no ha mostrado las pruebas del desvío en cada uno de los fideicomisos que decidió extinguir en octubre de 2020, mismos que apoyaban las becas estudiantiles, al cine nacional, a deportistas de alto rendimiento o afrontaba las catástrofes naturales, entre otros.
En el 2019 la publicación de la Gaceta Oficial informó que el presupuesto originalmente autorizado para las becas de este ese año era de 32 millones de pesos. Sin embargo, fue modificado y se redujo a tan solo 12 millones 39 mil 200 pesos. Uno más de los muchos riesgos que no tomó el Gobierno en turno por la educación.
Pero, ¿cuál es el temor del gobierno para impulsar la educación y que esta llegue a todos? ¿Que la gente piense por sí misma y se convenza de que el Gobierno de la 4T no sirve? La educación es parte esencial del desarrollo integral del ser humano, premisa que ha abanderado el Movimiento Antorchista desde sus inicios, pues le permite a toda persona adquirir conocimientos, desarrollar sus habilidades y cultivar en ellos un pensamiento crítico, que les permita a cada individuo opinar y cuestionar todo a su alrededor, razón que no es una opción para López Obrador, quien durante su mandato ha dado cátedra de cómo imponer su voluntad y sin admitir reclamos.
Cada entidad del país suma innumerables casos de precariedad educativa. En el Estado de México el censo realizado por el Inegi en el 2020 arrojó que de cada 100 personas mayores de 15 años, 3 no tienen ningún grado de escolaridad, 48 cuentan con educación básica terminada, 27 finalizaron la educación media superior y solo 21 concluyen la educación superior. Es decir, hablamos de que solo el 20 por ciento de la población mexiquense logra terminar una carrera. ¿Qué sucede con el resto de alumnos al terminar su educación básica o en el mejor de los casos, media superior? Se dedican a trabajar, pues la aspiración de lograr terminar sus estudios pasa a segundo plano cuando hay necesidades básicas que deben cubrir.
Es verdad que el abandono educativo no es algo nuevo en el panorama nacional, desde 1991 México ha entrado en diversas evaluaciones educativas a la par de otras naciones en donde han quedado al descubierto las grandes deficiencias que continúan sin ser atendidas adecuadamente. A finales del año pasado el columnista Eduardo Backhoff Escudero, escribió para El Universal, “México un país sin reprobados”, escrito que profundiza en las evaluaciones en donde se ha calificado el desempeño educativo de los estudiantes mexicanos enfatizando tres puntos importantes del resultado de las mismas; 1) el aprendizaje de estudiantes mexicanos es inferior con relación a los estudiantes de más de 50 países. 2) Es insuficiente con relación a lo que señalan los planes y programas de estudio nacionales. 3) Son abismalmente desiguales entre las poblaciones de estudiantes con mayor y menor poder adquisitivo.
Sin embargo, dichas razones aun no dejan claro para el Gobierno federal el abandono que tiene la educación en el país, y el golpe tan grave que significaron los recortes a becas, a infraestructura, a salarios de docentes e inversión tecnológica. No buscaron hacer un análisis a fondo del daño en el aprendizaje que significó la pandemia para miles de alumnos, ni mucho menos asegurar la vacunación de los menores de edad que también están expuestos al virus.
El pasado ciclo escolar el ex secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, anunció que, debido a la pandemia, solo se evaluaría a los estudiantes que hayan tenido suficiente contacto con el docente, considerando solo el esfuerzo y no los resultados, pero se le olvido mencionar que los alumnos no lograrían los objetivos del plan de estudios de su grado, que pasarían de año sin la preparación académica adecuada y ante eso no planteó nada, no hubo modificación a los planes académicos, no hubo estrategia que asegurará completar los vacíos que existirían en el aprendizaje de alumnos, ni mucho menos como se recuperaría todo lo anterior o si se daría por perdido.
Actualmente las cosas no son mejores, Delfina Gómez, secretaria actual, solo ha manifestado secundar los deseos del presidente para que el regreso a clases sea presencial e inmediato, pero, ¿y los contagios, cómo garantizar la salud de alumnos y docentes?, es evidente la respuesta; se seguirá ignorando, como se ha ignorado la necesidad de los mexicanos por comer, por estar seguros, por contar con salud, vivienda, comida; y ante todas esas precariedades, resulta imposible pensar en estudiar, ni prepararse porque las condiciones no se los permite.
Es así como el gobierno ha tomado postura, no apostar por la educación como herramienta de progreso, no apostar por el bienestar común, por el desarrollo integral del ser humano. ¿Pero qué decimos nosotros los ciudadanos, qué decimos nosotros los antorchistas? Nos negamos rotundamente a que el gobierno no invierta en educación porque sabemos que la formación académica es de suma importancia para el progreso de nuestras comunidades, de nuestro país. Por eso continuaremos levantando la voz a favor de la educación pues esta será la base para despertar la conciencia colectiva, para organizar a los oprimidos y, junto con ellos, trabajar por un México mejor.
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