Las fuerzas productivas en nuestro país están estancadas; el crecimiento económico en el sexenio pasado fue de 0.8 % en promedio. Según los datos de Inegi, el PIB del país fue finalmente de 96,7 billones en 2018 y de 100 billones en 2023, lo que supone un exiguo crecimiento en promedio anual, sin considerar la inflación del mismo periodo.
En 2020, el año más afectado por la pandemia de covid-19, se registró en México una caída del PIB de 8.62 % y en ese año empezó a subir la deuda pública, que se mantenía en torno a 35 % del PIB, hasta superar el 41 % y actualmente se sitúa en el 45.5 % del PIB, representando más de 13 billones 877.8 millones de pesos en deuda.
Es urgente rediseñar un modelo económico que eleve la producción y garantice la justicia social, involucrando a todos los sectores en el desarrollo productivo del país.
En promedio, cada mexicano debe 122 mil pesos de deuda externa, deuda que al final se irá pagando con los impuestos de todos. El déficit al inicio del mandato era del 2 % del PIB y, con los datos de la Secretaría de Hacienda, ahora se dejará un déficit de aproximadamente 5,96 %.
Es un déficit muy grande, nunca visto en los últimos sexenios. Esto inevitablemente debilita el legado que deja a la administración entrante, donde la propia Secretaría de Hacienda estima que es necesario un recorte del gasto público del 3 % del PIB, provocando una desaceleración importante.
Económicamente, a nuestro país no le fue nada bien en el sexenio pasado; hubo un raquítico crecimiento económico, un gran aumento de la deuda externa, una baja recaudación y un sinfín de promesas incumplidas. Pero eso sí, las cuantiosas ganancias de los multimillonarios no se tocan; que sigan pagando más impuestos los que menos tienen.
La 4T trae una campaña sobre varias propuestas de inversiones en infraestructura pública y gasto social, pero no hay una sola de cómo incrementar los ingresos a las arcas de gobierno; por eso, tendrá obligadamente que hacer un recorte al ya tan castigado gasto público en el año 2025, donde las terribles consecuencias las terminarán pagando los que menos tienen.
Primero, se necesita rediseñar un modelo económico que eleve la producción, donde las fuerzas productivas se desarrollen a su máxima capacidad; la fuerza de trabajo se especialice, la materia prima se explote racionalmente y se optimice, se tecnifique todos los medios de producción.
Segundo, urge aplicar una reforma fiscal progresiva que le permita al Estado una mayor recaudación, donde pague más impuestos quienes tienen más. Hasta ahora, el gobierno de los pobres no ha tocado los intereses de los ricos; por ello, en el sexenio que acaba de terminar, los multimillonarios les fue muy bien, todos incrementaron su fortuna, mientras que la mayor parte de la recaudación la aporta la clase trabajadora.
Los programas sociales que implementó la 4T en el sexenio anterior y los que implementará el actual gobierno federal implican un gasto muy elevado al erario público. Si se cumplen las previsiones económicas para 2025, el año tendría el recorte más grande que se ha observado desde la crisis de 1995 en nuestro país.
Quizás no se aplique una reforma fiscal a fondo porque eso resta mucha simpatía popular; la gente no suele votar por quienes les advierte que les subirán los impuestos y porque hay acuerdos en las cúpulas financieras donde los intereses de los multimillonarios serán respetados, aunque en el discurso oficial digan lo contrario.
El proyecto del sexenio que comienza plantea mantener una economía moral, una austeridad republicana, disciplina financiera y fiscal. Mantener el equilibrio razonable entre deuda y Producto Interno Bruto. Garantizar todos los programas del bienestar vigentes y otros nuevos que se implementarán, pero no se dicen de dónde saldrá el recurso. Becas para los estudiantes de educación. Fortalecer el Banco del Bienestar. Comercializar con precios justos las artesanías. Continuar con el proyecto educativo nacional de la Nueva Escuela Mexicana.
Reconocer el trabajo de magisterio nacional, crear un nuevo sistema de contratación, promoción y permanencia que garantice los derechos laborales. Programa de desarrollo tecnológico para la innovación en la productividad. Remodelar 16 unidades del IMSS-Bienestar y siete unidades del IMSS. Construir un millón de viviendas para venta y renta.
Crear la Secretaría de Mujeres. Operar centros de estancia infantil dirigidos a hijos de jornaleras y trabajadoras. Seguir aumentando el salario mínimo. Lograr la aprobación de la semana laboral de 40 horas. Asegurar una soberanía alimentaria. Garantizar la seguridad social para jornaleros agrícolas.
Garantizar que CFE mantenga una participación del 54 % en la generación eléctrica. Fortalecer el transporte de carga y pasajeros por vía férrea. Rehabilitar cuatro mil kilómetros de carreteras federales en todas las entidades. Ampliar y remodelar varios puertos. Fortalecer Mexicana de Aviación. Ampliar el acceso a Internet.
Dar la bienvenida a la inversión privada y la relocalización de las empresas con innovación, garantizar buenos salarios y protección al medio ambiente, crear 100 nuevos parques industriales en todo el país. Medidas para la protección y cuidado del medio ambiente, tecnificar el campo, garantizar el acceso al agua, brindar seguridad y justicia para todos y todas.
Aquí se plasma cómo se gastará el erario, pero se manifiesta la poca importancia que se le está dando a la recaudación de impuestos, una gran debilidad del actual proyecto de nación de la 4T.
Este proyecto quedará en buenas intenciones como muchos anteriores porque no hay dinero que alcance para repartir en tantos rubros sociales, mientras se descuida la productividad y la recaudación.
El sistema gubernamental disfrazado de popular que actualmente nos gobierna intenta repartir riqueza a los que menos tienen, que son la inmensa mayoría, sin antes producirla y recaudarla.
Estamos de acuerdo con la política de Estado que pone como prioridad apoyar a los sectores sociales que menos tienen, pero no sólo repartiéndoles dinero para que alivien su mundo de necesidades, sino involucrarlos en el mundo de la productividad, la superación y crecimiento colectivo e individual.
Además, siempre deben cuidarse las formas de implementación de los programas asistenciales; al repartir recurso público a un sector de la población y con ello volverlo cada día menos productivo, hasta cierto punto conformista, nos puede llevar a una futura crisis social.
Urge reducir la brecha entre los que menos tienen y los que tienen mucho mediante el pago de impuestos, tarea que hasta ahora no se le quiere entrar. Ahí se queda la tarea.
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