La crisis económica que atravesamos actualmente los mexicanos ha dejado claro que los programas que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha implementado no han dado resultados positivos, como él mismo lo afirmó en su momento. 

El Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC) tiene múltiples fallas, desde la elaboración tan apresurada como los lineamientos que conlleva. Se sabe que el principal objetivo era apaciguar el alza de los precios de los principales productos de la canasta básica, apoyando con esto al bolsillo de millones de familias, que ya desde hace tiempo han visto mermados sus ingresos debido a la incontrolable inflación que se está viviendo, pero, a más de 5 meses que entró en vigencia, los mexicanos no logran ver en qué ha beneficiado en el gasto familiar; al contrario, los precios cada vez se elevan más, alcanzando hasta un 15.7 por ciento de aumento inflacionario en los 24 productos esenciales para la alimentación mexicana.

¿Y ahora qué harán las familias de todo el país para solventar los gastos en alimentación, principalmente? Es bien sabido que para que algunas familias logren aguantar esta crisis, optan por emplearse, si no todos, sí la mayoría de los integrantes de la familia, provocando que, en muchos de los casos, los estudiantes dejen la escuela, sufriendo un rezago educativo que les dificulta en el futuro competir en el campo laboral; a lo que solo pueden aspirar un trabajo mal pagado, con jornadas exhaustivas, uniéndolos en la monotonía del día a día, esa que ha embrutecido al ser humano, no porque no sea inteligente, sino por el hecho de sufrir estrés, debido a la preocupación económica que los acecha.

La falta de una buena estabilidad económica deriva en el mexicano un sin fin de problemas, de salud, emocionales, de educación, desnutrición. Y como ya lo he planteado, ¿Qué haremos? Y la solución la podemos encontrar si todos dejamos de lado las fobias que tenemos hacia la organización del pueblo pobre.

Pero aquí la cuestión es que cada uno de los habitantes de este gran país reflexione sobre las medidas tomadas por el presidente y dejemos de culpar a lo que no se hizo en el pasado, es hora de que encienda en todos los ciudadanos la chispa de inquietud ante las pésimas condiciones que vivimos, porque podría darles datos de cómo la economía mexicana está cada vez peor, pero no lo haré porque creo que una madre de familia, un trabajador, un profesionista, aun sin datos vive en carne propia el alza de precios, que el sentimiento de angustia sea el motor de un cambio en bienestar de todos.

Dejemos de lado esa estigmatización por la organización del pueblo que representa una gran fuerza ante cualquier poder político, esa que una minoría rapaz teme, esa misma que está detrás de López Obrador, empresarios de talla grande y que por más que el presidente salga a desear de buena voluntad que todo va a cambiar no podrá ser así. ¿Acaso las empresas de Carlos Slim y Ricardo Salinas han tomado en serio las medidas que Palacio Nacional proclamó para ayudar a los mexicanos, acaso han disminuido los costos de sus productos o en su defecto han aumentado el salario de sus trabajadores?

Los invito a que sientan la necesidad de encontrar una salida a tan difícil situación y que busquen al Movimiento Antorchista, que es la única organización capaz de lograr un cambio en bien de todos. No es casualidad que nos ataquen tan ferozmente y sobre todo se tomen el tiempo de realizar campañas de desprestigio en nuestra contra. Es hora de tomar el rumbo del país en nuestras manos y darnos cuenta de la fuerza que tenemos en nuestras manos.