El 27 de marzo, los mexicanos nos enteramos de la trágica noticia de que 40 migrantes fallecieron por un incendio en la estación migratoria de Ciudad Juárez, Chihuahua. Este siniestro se suma a otros accidentes de migrantes: en diciembre de 2021, se volcó en Chiapas un camión que transportaba migrantes, se dice que al menos 55 migrantes murieron.
En diciembre de 2022 se volcó otro camión que transportaba migrantes en Veracruz, dejando 20 heridos y dos muertos; en junio de 2022 se encontró un tráiler con 51 migrantes muertos por asfixia en San Antonio, Texas; entre otros casos que no mencionaremos por falta de espacio. Estos hechos nos recuerdan que cada año, miles de personas migran en busca de nuevas oportunidades para salir adelante. En 2022, alrededor de 388 mil 611 personas entraron a México de manera irregular; el 40.5 por ciento eran de Honduras, Guatemala y El Salvador.
Estos datos ponen en el centro de la mesa la necesidad de buscar las causas que hay detrás de las grandes olas de migración que aquejan a los países más pobres de Latinoamérica. De acuerdo con la Encuesta sobre Migración en las Fronteras de México, en Centroamérica, el 95 por ciento de los migrantes dejan su patria por falta de empleo, por crisis económica o precariedad laboral. Es decir, pues, que la principal causa de la migración es de carácter económico, o sea, la falta de oportunidades para trabajar en su propio país.
Los migrantes lo apuestan todo para cruzar territorios harto peligrosos, para ir en búsqueda de empleo, de condiciones laborales para vender su fuerza de trabajo con el propósito de recibir un salario con el cual mantener a sus familias.
Y tanto los migrantes necesitan de países receptores de mano de obra como los países empleadores necesitan de fuerza de trabajo mal pagada para sostener en funcionamiento su aparato productor de mercancías baratas que les den altas tasas de ganancia y que les permitan competir en el mercado mundial.
El pueblo trabajador pone su energía para sostener al capitalismo mundial y también pone los muertos. Y del otro lado del mundo, la situación es tan grave como en América: los migrantes asiáticos y africanos mueren por decenas, al atravesar el Mediterráneo huyendo de la miseria de sus pueblos heredada por siglos de colonialismo europeo y por la destrucción de sus países provocada por el imperialismo de los Estados Unidos y sus satélites de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Las mercancías europeas supuran sangre, sudor y lágrimas de los trabajadores migrantes.
Pero la situación en México no es la excepción; recientes informes económicos arrojan el extraordinario dato de que las remesas de los migrantes mexicanos han salvado al país del deterioro económico, paliando en gran medida la crisis económica que vive la república. José Vizner, director del exitoso noticiero por internet Negocios televisión, que se transmite desde España, dio la noticia de que el Producto Interno Bruto (PIB) de la economía mexicana ya había superado al de la economía española, gracias a… ¡las remesas de los migrantes mexicanos! Lo cual quiere decir que ni los programas sociales de la 4T (tarjetas de transferencia directa), ni las ocurrencias de AMLO mantienen a flote a México: es la sangre, el sudor y las lágrimas de los migrantes mexicanos que trabajan en Estados Unidos, transformados en dólares de las remesas que llegan a México, lo que ha dado de comer a las familias mexicanas y lo que le ha dado movimiento a la economía mexicana. AMLO se ha salvado del desastre económico de su gobierno gracias al trabajo de los migrantes mexicanos. Y de los migrantes mexicanos muertos no hablamos, porque la prensa ha dado cuenta profusamente de ello.
Es urgente que el pueblo latinoamericano se organice, luche y tome las riendas del poder de sus respectivas naciones para que transformen sus modelos económicos y construyan una sociedad donde no haya pobres y todos vivan en condiciones dignas del ser humano.
Y en México, el Movimiento Antorchista Nacional hará lo propio, porque el futuro es del pueblo trabajador.
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