Esta semana, los noticieros internacionales difundieron la muy lamentable noticia sobre un tiroteo en una escuela primaria de Uvalde, Texas; el saldo fue de 19 niños y 2 maestras fallecidas. El tiroteo provocado por un joven de 19 años fue tan brutal que, de acuerdo con la información, los padres tuvieron que realizarse pruebas de ADN para reconocimiento de los cuerpos de sus hijos.
A esta noticia le antecedió otro tiroteo en Búfalo, NY, el 14 de mayo, y le siguieron, lamentablemente, otro en Virginia, también contra niños que simplemente jugaban en la calle. Estados Unidos (EE. UU.), el país de la democracia, la paz mundial y los derechos humanos es el escenario donde a diario suceden este tipo de actos, sin que haya quién detenga las masacres.
El mundo se conmocionó con la noticia de Uvalde, los mexicanos también. Para nuestra desgracia aquí también hay masacres.
El estado de Guanajuato es un ejemplo de lo que sucede en nuestro país a lo largo y ancho del territorio, un reflejo de la sociedad norteamericana. El lunes 23 de mayo fueron masacrados 11 personas en Celaya, el 27 de marzo 20 personas murieron durante un atentado en un palenque en Zinapécuaro, Michoacán. Lamentablemente podríamos seguir poniendo ejemplos.
De acuerdo con la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, en México, en lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, se han registrado 121 mil 890 homicidios dolosos. No olvidemos a los periodistas en esta negra lista.
El gobierno puede culpar a los cárteles del crimen organizada, pero mientras no se creen las condiciones adecuadas para que la gente viva mejor, mientras no se resuelvan los problemas torales de la sociedad mexicana, seguiremos siendo un reflejo de la vida del vecino país.
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