Esta semana, Mexicali estuvo en la mira de muchos mexicanos, luego de que se diera a conocer el abuso de una menor de edad en un kínder. Este acto, que muchos criticaron en redes sociales como nefasto, ha provocado indignación en la ciudadanía, que exige castigo para el agresor, quien aún no ha sido identificado con exactitud.
En Baja California, según datos oficiales, se han reportado 856 casos de abuso infantil, lo que agrava la situación, pues no sólo el número de abusos a los infantes golpea a los bajacalifornianos, sino también la violencia, la inseguridad y la falta de servicios públicos, entre otros.
La lucha por una vida justa para las futuras generaciones es indispensable y debe incluir una política efectiva para proteger a los infantes.
Este hecho no debe verse como un caso aislado, ya que es parte de un problema mayor que se vive a diario y que muchas veces queda impune, perdonado mediante influencias o dinero, lo que alimenta la corrupción, contra la que el presidente ha dicho luchar.
A pesar de que se han implementado políticas a favor de los infantes, muchas veces no se aplican o son ignoradas por las autoridades. Cabe recordar el siguiente caso: el 1 de febrero de 2024, las autoridades mexicanas rescataron a 18 menores de edad que eran víctimas de explotación laboral en Salvador Escalante, Michoacán. Estos niños realizaban trabajos agrícolas en una huerta de arándanos.
Según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) del Inegi, en México hay alrededor de 3.3 millones de niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años en situación de trabajo infantil, lo que representa el 11.5 % de la población infantil en ese rango de edad.
El trabajo infantil tiene un impacto negativo en la educación de los menores: 59.4 % de los niños que trabajan no asisten a la escuela, lo que limita sus oportunidades futuras y perpetúa el ciclo de pobreza.
El 35.5 % de los menores combinan trabajo y estudio, lo que afecta su rendimiento académico debido a la carga de trabajo adicional y la falta de tiempo para descansar y hacer tareas escolares.
La lucha por una mejor calidad de vida es necesaria y urgente. La lucha de Antorcha no es sólo por conseguir vivienda, apoyos sociales, obras y servicios, sino también por una vida justa para nosotros y las futuras generaciones. Trabajar en ello es tarea de todos nosotros, explicarla y hacer que los mexicanos acepten esta responsabilidad. Hoy nuestra realidad nos lo está exigiendo.
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