Me atrevo a empezar con la transcripción de una parte de la entrevista al ingeniero Aquiles Córdova Morán, fundador y Secretario General del Movimiento Antorchista Nacional, sobre la trascendencia del histórico movimiento estudiantil y popular de 1968:
—¿Qué fue lo que sí promovió el 68; qué mejoró el 68?
— Podríamos decirlo en términos sintéticos: la democracia mexicana. Se aumentaron las libertades de protesta, de manifestación, de opinión. De alguna manera, también se obligó a la prensa a hacer menos cargada hacia los intereses y hacia la línea oficial, que eso era muy marcado y que fue parte de la protesta, de los que más indignaba a la gente, la parcialidad de la prensa. El movimiento del 68 obligó a que hubiera una cierta pluralidad y una mayor apertura hacia voces disidentes que no eran propiamente aduladores del gobierno.
Creo yo también que hizo que el grupo dominante, el grupo en el poder se diera cuenta de las inconformidades que había en relación con el excesivo control del poder por parte del PRI, con el excesivo monopolio de un solo grupo, y entonces esto fue el primer paso importante; el primer campanazo que llevó luego a la reforma política y a la inclusión de los grupos de oposición; de los partidos de oposición, dentro del esquema democrático del país.
En este sentido la vida política del país me parece que sí recibió una bocanada de aire que estaba haciendo falta, que sí hubo más democracia. Los medios le dieron voz a los grupos críticos; se tuvo conciencia de la necesidad de darle el derecho e incluso participación en el poder a las minorías. Se vino la reforma política, se legalizaron partidos que habían estado muy satanizados, sobre todo la corriente que en un momento dado fue el partido comunista mexicano y que de mucho tiempo antes venía reclamando su reconocimiento legal. Todo esto se facilitó con el movimiento del 68; todo esto se tuvo que modificar en un sentido positivo con el movimiento del 68 pero, repito, la gran limitación, desde mi modesto punto del movimiento del 68, es que se quedó en la esfera meramente política. No fue a fondo del problema, no tocó la economía del país, no tocó el modelo económico, no tocó los salarios, no tocó la falta de empleo, no tocó los malos servicios, no tocó la educación, no tocó, en una palabra, el reparto de la riqueza.
Paradójicamente, los grupos disidentes del 68 y que hoy están enquistados en el poder, junto a los amantes de la vieja política represora del PRI bajo el manto de la 4T, se están transformando en los sepultureros de la lucha social.
Si revisamos los logros indiscutibles del movimiento, fueron de carácter político, pero paradójicamente, los grupos disidentes de aquel momento, que se beneficiaron de aquella lucha y que hoy están enquistados en el poder, junto a los amantes de la vieja política represora del PRI bajo el manto de la 4T, se están transformando en los sepultureros de los logros de la lucha y el sacrificio de los estudiantes, intelectuales y del pueblo mexicano de los sesenta.
Esos grupos ahora son los represores de los movimientos populares que impiden las manifestaciones sociales; son los principales enemigos de las organizaciones de la sociedad civil. La emprenden contra cualquier ciudadano, comunicador, empresario, político que difiere del mandamás de Palacio Nacional.
Asimismo, calculan que repartiendo dinero a través de los programas sociales mantendrán una base sólida que votará siempre por los candidatos de Morena, aunque sean los peor evaluados, y muchos de ellos tienen un largo historial de corrupción.
En realidad están creando con su política dictatorial las condiciones necesarias para un nuevo movimiento popular de mayor envergadura, pero que ahora sí retome lo que el 68 dejó pendiente: que supere la parte política y trastoque el modelo económico para que ahora sí todos tengamos garantizado el derecho a un trabajo bien pagado, con mejores servicios públicos, con vivienda accesible; que paguen impuestos los grandes millonarios, y que México sea una nación más justa para todos sus habitantes.
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