Luchar por un mundo mejor, por un mundo en donde no haya reducidos grupos de gente inmensamente rica mientras que en el otro extremo hay millones de seres humanos sumidos en una terrible pobreza, la cual les impide satisfacer sus necesidades mínimas como: alimentación, vestido, calzado, salud, educación y vivienda, ha sido y es el sueño de los luchadores sociales que ha habido en el mundo y han trabajado toda su vida para construir una sociedad justa e igualitaria para beneficio de todos los seres humanos.
Construir un mundo en el que no haya gente que viva a todo lujo y despilfarre el dinero en banalidades, mientras hay miles de familias que sufren hambre, frío, falta de empleo -o malos empleos con bajos salarios-, mala educación, falta de oportunidades y mucha discriminación, fue el sueño que -en la década de los años 70-, determinó que los ex alcaldes de Chimalhuacán e Ixtapaluca, Tolentino Román Bojórquez y Maricela Serrano Hernández, se adhirieran a Antorcha. Sí, desde muy jóvenes, siendo apenas estudiantes decidieron dedicar su existencia a la construcción de un mundo mejor.
Fundación de escuelas preparatorias en el Distrito Federal y Estado de México para que los hijos de los trabajadores tuvieran acceso a la educación media superior y superior; gestión de infraestructura urbana para mejorar las condiciones de vida de habitantes de colonias populares y su arduo trabajo para llevar progreso y desarrollo a Chimalhuacán e Ixtapaluca, hablan del compromiso de ambos luchadores sociales con la construcción de un mundo y un México mejor, pues dignificaron la vida de miles de mexiquenses mediante la realización de gestión y construcción de servicios básicos, infraestructura educativa, de salud, recreativa, deportiva y cultural.
A pocos días de celebrar las fiestas de fin de año en que intercambiaremos los mejores deseos para el próximo 2022, es necesario reflexionar sobre quiénes trabajan para dar satisfacción a las necesidades de los mexicanos a fin de alcanzar el sueño de construir un mundo y un México mejor para todos, y quiénes solo ofrecen ideas aparentemente populares, pero que en realidad favorecen a los inmensamente ricos.
Todos estamos sufriendo los estragos de la inflación: las amas de casa ya no pueden alimentar mínimamente bien a sus familias por el creciente incremento en el precio de los productos básicos. Y parece que la cuesta de enero 2022 va a ser peor que en años anteriores, pues por el mal manejo gubernamental de la pandemia, el último año (de octubre de 2020 a julio 2021) se registró el cierre definitivo de 1.6 millones de micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes). ¿A dónde fueron a dar esos emprendedores? Al comercio informal: en este periodo se incorporaron a ese sector 8.2 millones de mexicanos y, en los últimos tres años, 3.5 millones de personas se incorporaron a las filas de la pobreza.
Sabemos que más de 300 mil personas han perdido la vida a causa de la covid-19 (aunque las cifras no oficiales dicen que son 600 mil). Y quienes más han sufrido este fenómeno, como siempre, han sido los más pobres, quienes también son víctimas del desabasto de medicamentos en el IMSS, los cuales no pueden comprar por fuera por el elevado costo. Con ello, el Gobierno federal los está condenando a la muerte.
A esto hay que agregar que, según estudios del Índice Global de Crimen Organizado 2021, México se ha convertido en el país con el mercado criminal más grande del mundo y la cuarta nación más afectada por la criminalidad, lo cual habla de “las deficiencias y debilidades en diversos sistemas como el de justicia penal y el de corrupción...”, de acuerdo con la nota publicada por Maritza Pérez en el diario El Economista del 29 de septiembre de 2021.
Otro dato espeluznante es que México tiene una puntuación de 8 y 7.57 en indicador de mercado criminal y criminalidad en general, respectivamente, en una escala de 1 a 10. Dichas puntuaciones colocan a nuestro país en el primer sitio de 193 naciones en donde se cometen graves delitos como trata y tráfico de personas, tráfico de armas, de flora y fauna, además de que hay un gran comercio de drogas que van desde la heroína hasta cannabis.
Y mientras la mayoría de los mexicanos padece esas lacras, un nuevo estudio sobre la concentración de la riqueza en México señala que el 10 por ciento de las personas más ricas tiene 30 veces más ingresos que el 50 por ciento de los más pobres, según reporta el World Inequality Report 2022 realizado por el Laboratorio de las Desigualdades Mundiales: el 50 por ciento de la población más pobre concentra 9.2 por ciento de los ingresos nacionales y el 50 por ciento más pobre, tiene más deudas que bienes.
Según el reporte “El auge del balance mundial” de McKinsey & Co -consultora estadounidense con sede en Nueva York- México tiene el noveno lugar en la concentración de riqueza a nivel mundial. Hay un empate con Japón, que tiene tres billones de dólares.
México es rico no solo en recursos naturales, también en millones de trabajadores que con su esfuerzo alimentan las inmensas riquezas de unos cuantos ricachones, mientras que ellos -quienes generan esas riquezas- apenas obtienen un salario de miseria y son víctimas de las lacras sociales mencionadas.
Los mexicanos no solo merecemos obra pública digna, sobre todo merecemos vivir en un país y un mundo mejores. Pero eso no lo lograremos con obra pública y deseos de felicidad futura, sino con la unión fraterna y organizada de las víctimas del sistema económico en el que vivimos. Solo el trabajo organizado, cuando los trabajadores actuemos al unísono, nos llevará a conquistar el poder político para ponerlo al servicio de todos los mexicanos. Así lograremos tener un México mejor, el que nos merecemos.
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