Resulta inaceptable saber, como lo dio a conocer el periodista Mario Carranza, alarmado por los datos que proporciona el DIF Municipal de la capital queretana que “podría incrementar hasta en un 50 por ciento la población de niños, niñas y adolescentes en condiciones de mendicidad y trabajo urbano marginal, se tiene identificado de 70 a 80 niños bajo estas características”. “Esta cifra puede incrementarse por la dinámica comercial, por la temporada decembrina y la violencia familiar en su modalidad de omisión de cuidados y exposición a factores de riesgo”.
Al concluir 2022, de acuerdo con estas cifras, serían entre 140 y 160 niños más que vivirán en las calles queretanas. Aunque fuera un solo niño en esta condición, sería sumamente criticable, en primer lugar, porque los infantes son seres humanos frágiles, desprotegidos, carentes de voz y derechos; y, en segundo lugar, porque las autoridades locales han insistido que en Querétaro se vive en otro nivel, no hay pobreza, hay trabajo, hay inversiones extranjeras y, por lo tanto, no hay de qué quejarse. Sin embargo, sólo mirado el fenómeno en el estado, parece insignificante, que no les debe quitarles el sueño a los encargados de administrar la entidad, por la cifra que representa.
Pero esta situación va creciendo como la humedad, sin que se apliquen correctivos, no se ve ningún interés, aunque esto no es propio de Querétaro, pues sucede en todo el país. De acuerdo con El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, (Conapred) , a través del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) que ha dado seguimiento al fenómeno, es común qué a los niños en condición de calle los “enrolen bandas delincuenciales que les ofrecen quinientos pesos diarios por realizar diversos ilícitos como prostitución, venta y traslado de droga. Hasta les prometen reunir los tres mil dólares mensuales que les exige el coyote para pasarlos a Estados Unidos”.
Salir de este círculo de tratantes y delincuentes organizados es sumamente difícil. Además pedir limosna, vender chicles, limpiar parabrisas, cargar diablitos en la central de abasto o bolsas en el mercado, con lo que obtienen un salario que resulta imposible cubrir con los programas sociales, es difícil convencerlos que ese dinero pueden obtenerlo con beca, capacitación y educación, ellos no aceptan las reglas.
Se enfrentan a la explotación sexual y laboral, sufren atropellamientos vehiculares, regularmente consumen drogas, en el caso de las niñas y adolescentes, enfrentan embarazos no deseados, toda clase de enfermedades de transmisión sexual y no tienen acceso a los servicios de salud, y menos a los anticonceptivos.
La directora de Protección a la Infancia del DIF nacional, Ana Patricia Elías, informó que en México alrededor de 94 mil 795 niños se encuentran en condición de calle y la gran mayoría de acuerdo con sus propios diagnósticos obtienen de tres a cuatro salarios mínimos. Sin embargo, el mismo organismo SIPINNA reconoce que en México presenta un déficit de información en materia de personas que viven en situación de calle, hasta el día de hoy las autoridades desconocen cuántos adultos e infantes se encuentran realmente en esas condiciones en el país. Concluyen que "una vez que se vinculan y arraigan a la vida en la calle es porque todos los mecanismos de protección, la familia, la comunidad y las instituciones públicas y privadas fallaron”.
Efectivamente, las instituciones federales ahora en manos de Morena, han fracasado, los programas sociales, que ahora van a destinar más recursos, no es para que descienda y lleguen a estos niños y adolescentes y con ello regresarlos a sus hogares, como sabemos, son para comprar votos en las elecciones del 2024.
Si a ello se agrega que López Obrador ha aspirado todo centavo que se destinaba a los organismos como el CONAPRED para que declaren más exacto posible con investigación y sustento cuántos niños más están en situación de calle en cada estado y municipio durante los cuatro años de gobierno de López Obrador, los resultados para nada le van a favorecer. Los niños “fantasmas” en situación de calle son resultado de la política de la “Cuarta transformación”.
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