En una colaboración anterior, señalé que de acuerdo con cifras de Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en el país han sido asesinadas más de 100 mil personas en lo que va de la administración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y que el 59 por ciento de los mexicanos consideramos que la estrategia de abrazos no balazos es un fracaso.
Si esto no nos causa preocupación, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas indicó, recientemente, que México ya superó también las 100 mil personas reportadas como desaparecidas y que van más de 31 mil desde 2018.
De acuerdo con información de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas, una de cada tres personas desaparecidas se ha registrado en la administración de Andrés Manuel López Obrador. En abril pasado, el Comité contra la Desaparición Forzada de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dio a conocer su informe sobre México, en el cual destaca la alarmante tendencia al aumento de las desapariciones forzadas que se facilita por la impunidad alarmante que existe en el país y las promesas de las instituciones que no se cumplen.
Numerosos colectivos y familiares de las victimas han expresado su preocupación ante el número alcanzado y cada día crece la exigencia hacia el Gobierno federal, para que atienda esta crisis de forma integral e inmediata en proporción a este desgarrador número de personas desaparecidas. “Exigimos al estado mexicano que atienda con urgencia, contundencia e integralidad la grave crisis de desapariciones e identificación humana que vivimos en México, que debe ser comprendida como parte de una terrible crisis de violencia e inseguridad”.
Y como ya es costumbre, el presidente se justifica y se atreve incluso a declarar que su gobierno esta haciendo un trabajo de búsqueda como nunca. Pero la realidad es otra, la falta de estadísticas, la no existencia de datos confiables y la insinuación del gobierno de que los colectivos se han convertido en un movimiento opositor hace que se minimice el problema. Y aunque las causas concretas de las desapariciones en México son aún una incógnita, se sabe que el móvil ha dejado de ser exclusivamente político para pasar a ser económico, territorial y con una participación importante del crimen organizado.
Desde hace algunos años se ha incrementado el número de mujeres desaparecidas, victimas de redes trasnacionales que trafican con ellas o bien de violentadores que actúan por cuenta propia. Siete mujeres desaparecen cada día en México en lo que va de este año y de acuerdo a cifras de la Unidad de Prevención de la Violencia y el Delito de la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana son 748 mujeres has que han desaparecido en 2022.
Para nadie es desconocido que, ante la inacción de las autoridades, muchos familiares buscan a sus seres queridos que están desaparecidos, se han convertido en activistas y defensores de derechos humanos y por ello se exponen a la violencia que hay en el país y se ha llegado incluso a que mucha gente que denunció y señaló a las personas que desapareció a algún familiar hoy están amenazadas o incluso han sido asesinadas, cuando su único objetivo era terminar su dolorosa situación.
A los homicidios dolosos y las desapariciones forzadas agreguemos que, hace unos días, la CEPAL ajustó las expectativas de crecimiento para este año en México, y la redujo a 1.8 por ciento y señalo que como resultado de la inflación y desaceleración económica se prevé que 2.5 millones de mexicanos pasen a niveles de pobreza. Los analistas pronostican que la inflación continuará y que será difícil hablar de un punto de inflexión en el corto plazo, lo que provocará un aumento mayor de los alimentos y, por tanto, un golpe a un mayor al bolsillo de millones de mexicanos.
Y toda esta problemática, resultado de un gobierno que no tiene como eje principal el primero los pobres y que usa la limosna social como una herramienta de manipulación y compra de conciencias, lo único que provocará es que la pobreza se ahonde en el país.
Por ello, hoy en día es más necesario que nunca la organización y educación del pueblo trabajador para que con su decisión de lucha construya una sociedad donde se distribuya, verdaderamente, de una manera más equitativa la riqueza de la nación y todos contemos con lo indispensable para una vida digna.
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