Estamos lejos de ver la luz al final del túnel tenebroso de la pandemia por covid-19. Al día de hoy, 10 de agosto de 2021, según el portal www.rtve.es, apenas 30 por ciento de la población mundial ha recibido al menos una dosis de alguna vacuna contra la enfermedad. Aunque añade que “Con los más de 4,000 millones de dosis que se han administrado, la mitad de la población podría haber recibido al menos una. En cambio, en muchos países la proporción de población vacunada es cercana a 0”. Lo que refleja la desigualdad con la que se han distribuido las vacunas; los países ricos las han acaparado. Esta manera de proceder le está siendo poco ventajosa a estos; el problema no se resolverá ni siquiera para ellos mientras la población mundial no sea inmune.
El mismo portal publicó al respecto el 31 de julio de los corrientes “…algunos países en los que la campaña avanza a buen ritmo hablan ya de una tercera dosis -Pfizer, que prevé elevar sus beneficios un 29% este año, lo ve necesario-. ¿Negocio, ciencia o falta de solidaridad? Siguiendo lo que dicen los expertos, sería estrechez de miras: ninguno estaremos seguros hasta que no lo estemos todos. A esa frase -trillada, pero no por ello menos cierta-, el Fondo Monetario Internacional añadía esta semana un componente más: el económico. "La recuperación no está asegurada ni siquiera en los países con tasas de infección bajas mientras que el virus siga circulando en el resto del mundo", advertía el FMI. Quizás sea el incentivo que le hacía falta a la solidaridad internacional.”.
El modo de producción capitalista no sirve, ahora se ve con toda crudeza, para resolver problemas mundiales del tamaño de la pandemia actual. El capital concentra los beneficios, no los comparte. La distribución de las vacunas según las reglas de las mercancías ha hecho que estas se vayan a las manos de quienes han ofrecido más por ellas, llegándose a dar el caso de países que tienen varias veces más vacunas de las que necesita su población completa, de lo que se ha lamentado más de una vez el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesuss. Y en el pecado llevamos la penitencia, pues esta forma de distribución no permite que se alcance la inoculación del 70% de la población mundial para que se pueda controlar la pandemia.
Y todavía más. Shi Zhengli, viróloga china dice que “dado que el número de casos infectados se volvió demasiado grande, esto permitió que el nuevo coronavirus tuviera más oportunidades de mutar. Seguirán surgiendo nuevas variantes”, según reporta hoy el diario Milenio. Y la verdad es que la velocidad de vacunación tampoco ha sido lenta inevitablemente. El lento ritmo de vacunación, la falta de más vacunas disponibles para la población mundial, se debe a que así conviene a las grandes empresas farmacéuticas que controlan la producción de las vacunas.
Sobre esto vemos el siguiente extracto de www.rebelion.org: “la Organización Mundial del Comercio (OMC), que estos días ha celebrado un Consejo General, mantiene bloqueada la posibilidad a una exención a la propiedad intelectual de las vacunas, pruebas diagnóstico y otros tratamientos contra el covid-19, que posibilitaría que los medicamentos se fabricasen más allá de las fronteras impuestas por las farmacéuticas. Una propuesta lanzada por India y Sudáfrica hace ya 10 meses y presentada al Consejo de los Acuerdos sobre los Derechos de Propiedad Intelectual con el Comercio (ADPIC) -formado por todos los países integrantes de la OMC-. El 20 de noviembre Estados Unidos, Japón y los países de la UE, entre ellos España, bloqueaban la petición.”
O sea que las posibilidades de contar hoy mismo con vacunas para la humanidad entera son reales, pero se han visto frenadas por la citada negativa de la OMC. Muchos países y gobiernos podrían estar produciendo de manera masiva vacunas, pruebas diagnósticas y demás pero no lo pueden hacer porque eso afectaría las ganancias multimillonarias de las grandes farmacéuticas que no quieren renunciar a las ganancias a que les dan derecho las patentes por las vacunas que crearon. Si las empresas renunciaran a los derechos de patente y compartieran las fórmulas de las vacunas, así como la técnica para producirlas, esto multiplicaría su producción y bajaría el precio de las mismas, por lo que el jugoso negocio se acabaría. De haberse liberado las patentes de las vacunas, tal como lo solicitaron a la OMC la India y Sudáfrica hace casi un año, es muy probable que al día de hoy el mundo gozara de la famosa inmunidad de rebaño, ahorrándonos sufrimiento, muertes y, de paso, crisis económicas. Al final, esto favorecería las ansias acumuladoras de las empresas, que tendrían un mejor escenario para hacer sus negocios.
Pero no, las grandes empresas que lucran con la salud y la vida no están dispuestas a sacrificar sus ganancias y su enriquecimiento brutal de hoy para salvar vidas de desarrapados, a ellas esto les tiene sin cuidado. “La alianza People’s Vaccine denuncia que Pfizer y Moderna están cobrando a los gobiernos 41,000 millones de dólares de más sobre el coste estimado de producción”. Se lee en www.rebelion.org. Y todo esto, por criminal que sea, pues condena a que pocos puedan pagar el coste de las vacunas y disminuye las dosis disponibles para todos en el mundo, prolongando así la pandemia, es legal en la economía de libre mercado.
Cada vez son más las voces que se suman a la de los valientes jóvenes fenerianos (miembros de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez”) en México para pedir la aplicación de vacunas para todos los estudiantes del país antes de que se ejecute el ucase obradorista que los quiere mandar a las aulas a contagiarse y posiblemente morir. Tienen toda la razón; deben seguir exigiendo atención y debemos apoyarlos. El gobierno de López Obrador podría haber contratado ya, con la cancelación de una sola de sus caprichosas y costosas obras, millones de dosis más para alcanzar el 70 por ciento de la vacunación que sugiere la OMS para alcanzar la inmunidad de rebaño; pero no, prefiere aceptar la limosna que le arroja Biden -que solo Dios sabe cómo nos cobrará después-, haciéndonos parecer un pordiosero al que se le tira un mendrugo. Los estudiantes deben seguir con su valiente exigencia.
Pero también los estudiantes, ese reducto de orgullosa consciencia y valor que tiene México, deben ver la raíz del problema; en el fondo es el modelo económico neoliberal el que les niega sus vacunas, y no solo eso y no solo ahora, sino que desde hace mucho les niega su futuro; por eso, el estudiantado que hurgue realmente en las causas de la prolongación de la pandemia, la falta de vacunas, dosificadas por la necesidad de ganancia de grandes capitalistas, debe llevar su lucha más allá de un piquete en el brazo; debe luchar por cambiar las reglas sociales que permiten el crimen de millones de muertos por cuidar el enriquecimiento de unos cuantos.
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