La pandemia en nuestro país se encuentra en su tercera ola, y no parece amainar en su desenfrenada propagación, dejando una estela de muerte. La nueva variante de coronavirus llamada Delta es, según especialistas, más contagiosa y agresiva. El día 12 de agosto se reportó que, en las 24 horas previas, había ocurrido el fallecimiento de 727 personas por covid-19. Esto tiene sin cuidado al gobierno de la 4T que encabeza Andrés Manuel López Obrador (AMLO), hombre egocéntrico y autoritario, que ha dicho que “llueva, truene o relampaguee” se regresará a clases presenciales, poniendo en riesgo no sólo la vida de miles de estudiantes, sino conduciendo al país a una crisis sanitaria aún más trágica que la que vivimos con las más de 274 mil muertes según datos oficiales, y 517 mil (dato que se obtiene al multiplicar por 2.18, según expertos). Nada de eso hace variar la postura del egócratra de Palacio Nacional, quien desoye las recomendaciones de expertos nacionales e internacionales.
Es importante hacer algunas reflexiones en torno a lo que se presentará si es que se impone un regreso forzoso a clases. Para quien tiene más de dos dedos de frente es claro que el regreso a clases acelerará el contagio al interior de las escuelas y fuera de ellas. Sabemos que la concentración, aglomeración y contacto de los estudiantes, dada la precaria y limitada infraestructura de los centros, hará imposible un distanciamiento dentro de las aulas y en los demás espacios, dando por consecuencia la trasmisión del covid-19 (con una variante Delta, potencialmente más transmisible y letal). Por otra parte, a nadie se le escapa que sobre todo en los niveles básicos, lo niños, faltos, por su inocencia, de una conciencia de lo que ocurre a su alrededor, estarán en un continuo peligro de contagiarse. Ahora bien, con la entrada a clases, el transporte público, el comercio, etc., elevan su dinámica de una manera sustancial, lo que llevará a un incremento de los contagios afuera de las escuelas, en las calles, en las plazas. Así las cosas.
Estamos en contra, sí, óigase bien: ¡en contra de que se imponga este regreso forzoso a clases sin que estén dadas las condiciones sanitarias, de infraestructura y de vacunación total, necesarias para llevarlas a cabo! Y no están dadas las condiciones: 1) La pandemia está en su punto más álgido con una cepa de virus más virulenta y mortal, con mayor incidencia entre niños y jóvenes y que, según expertos, mutó hacia lo que es por la tardanza en la aplicación de la vacuna. Se proyecta, según el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, que el 24 de agosto, a una semana del regreso a clases presenciales planteado por AMLO, México alcanzará el pico máximo de contagios en la tercera ola de covid-19; 2) la mayoría de los estudiantes, profesores y población en general no están vacunados. Según datos oficiales, en México se han vacunado un total de 51.9 millones de personas, de las cuales 28 millones tienen el esquema completo, y 23.9 millones tienen sólo una dosis. Además, nos informa el portal 24 horas, El Diario sin Límites, que México tiene un déficit en aplicación de vacunas del 53% para poder cumplir con el plan de Gobierno de tener protegida a la población mayor de 18 años hasta agosto. En pocas palabras la mayoría de los mexicanos, entre ellos los jóvenes, no están protegidos y son vulnerables a la enfermedad; 3) no se ha dado mantenimiento a las escuelas, aunque juren y perjuren que se hará en estos 15 días. La realidad es que el gobierno de la 4T es necio en su “austeridad republicana”, prefiriendo derrochar a manos llenas el recurso público en sus megaproyectos inservibles y parques de Béisbol.
Nadie pone en tela de juicio la importancia y necesidad de las clases presenciales; eso es algo que se desearía, pues las clases virtuales son sumamente deficientes y discriminatorias. Deficientes porque no sustituyen por nada el proceso pedagógico presencial maestro-alumno en las aulas, y han llevado a un mayor rezago educativo del que de por sí tiene México, según organismos como la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Y discriminatorias, ya que los estudiantes de bajos recursos económicos no cuentan con los medios (computadoras, internet, etc.) para acceder a proceso virtual. Pero hoy, dada la crisis sanitaria y su posible agravamiento, hacen del todo improcedente imponer las clases presenciales como lo está planteando el actual Gobierno morenista. Será, a no dudarlo, un acto genocida de llevarse a cabo.
Desde mi punto de vista, a este gobierno le tiene sin cuidado la vida de los mexicanos y siempre ha sido partidario de que en la pandemia lo “mejor” es que “se muera quien tenga que morirse”, y más cuando el sector afectado es la gente más humilde, que vive en condiciones más precarias. ¿Y por qué no le interesa los más pobres? Simplemente porque es un gobierno que sólo ve por los intereses de un puñado de ricos, al cual representa y que quiere seguir enriqueciendo (el caso más sonado es Salinas Pliego, uno de los principales beneficiaros que ni siquiera cerró sus negocios en las pasadas olas de la pandemia, ¡no el único!, del morenismo) bajo este modelo neoliberal.
Necesitamos en nuestro país un gobierno que sea sensible ante los graves problemas que aquejan y afectan al pueblo trabajador. Un gobierno que impulse la economía, la salud en estos momentos tan críticos, la educación, el deporte, en fin…, un mejor México para todos sus hijos. Y para eso los pobres deben comprender sus intereses, organizarse y luchar por ellos. No hay más.
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