MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Los incentivos fiscales, neoliberalismo brutal

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Perdonar más impuestos a las empresas extranjeras que se quieran venir a instalar a México en el esquema del “nearshoring”, bajo el supuesto falaz de que generarán más empleo y mejorarán la vida de los trabajadores, equivale a dejar que el capital extranjero haga y deshaga a su gusto en territorio mexicano sin que tenga prácticamente ningún compromiso conel país. 

Los anunciados incentivos fiscales de hasta 89 por ciento que promete el gobierno de Morena a las empresas extranjeras que hagan inversiones en 2023 y 2024 no son una oportunidad para la clase obrera sino seguir con la misma política perniciosa de condonaciones de impuestos a los explotadores extranjeros, que las élites gobernantes de México han venido practicando durante más de medio siglo y que sólo ha servido para engordar el bolsillo de empresas capitalistas de todas partes del mundo y de sus aliados nacionales, no para mejorar la cada vez peor situación de la clase obrera mexicana.

Es la misma política económica de los pasados gobiernos federales del PRI y del PAN que favorece al gran capital y que no sólo no combatió la 4T, sino que hoy la amplía y, por si fuera poco, les perdona un 25 por ciento adicional durante tres años para gastos de “capacitación de trabajadores”. 

Al capitalista, todo el apoyo, que casi no pague impuestos; al trabajador mexicano, cobros más altos en electricidad, en gasolina, el peor salario de los países capitalistas de la OCDE (Vea la nota titulada “Salario mínimo sube, pero México es el peor posicionado entre 31 países”, en www.elceo.com) y las jornadas de trabajo más agotadoras del planeta (vea “¿Qué países trabajan más horas al año? Spoiler: México es el que dedica más tiempo”, en www.elfinanciero.com.mx). 

Estos ejemplos ilustran la desigualdad y lo que significa en realidad la “sabiduría de aprovechar inteligentemente el nearshoring”, que no es sino otra faceta del desarrollo capitalista mundial, devorador de fuerza de trabajo barata, y que requiere la colaboración entreguista de los gobiernos de los países sometidos al dominio imperialista. 

Que no nos engañen: con los trabajadores más mal pagados del mundo y, aunque nos duela oírlo, más amaestrados para soportar las más largas jornadas de explotación, cualquier capitalista que pueda aceptará venirse a México. En esas condiciones, no es ningún mérito “atraer inversiones”.

No tiene nada de aplaudible entregar a las compañías trasnacionales carne obrera fresca, indefensa y de mentalidad sumisa luego de décadas de moldear su mente para que renuncie voluntariamente a su herramienta básica de lucha: el sindicato.

No tiene nada de aplaudible entregar a las trasnacionales carne obrera fresca, indefensa y de mentalidad sumisa luego de décadas de moldear su mente para que renuncie a su herramienta básica de lucha: el sindicato.

El neoliberal gobierno mexicano les dejará hacer a esos ricachones a su voluntad y les dejará pasar todas sin impedimentos. En estas condiciones los trabajadores mexicanos tendrán que ingeniárselas para sobrevivir en condiciones cada vez más deplorables. Eso significa el anuncio de los incentivos fiscales: un neoliberalismo brutal y desvergonzado. 

Al contrario de la política económica neoliberal de la 4T, los trabajadores de México necesitamos una política fiscal progresiva, es decir, un régimen en el que las clases poderosas paguen más impuestos y no al revés. Que contribuyan más al erario público quienes más ganan.

Eso es perfectamente posible dentro de los límites de este sistema económico y no se van a quedar en cueros porque se les aumenten unos cuantos puntos porcentuales de impuestos a lo que de por sí ya evaden (Vea “Oxfam propone impuestos de hasta 5% para los millonarios mexicanos”, en www.elfinanciero.com.mx). Sólo así podrá fortalecerse el Estado mexicano, sólo así podrá hacerse de cada vez más recursos legales para financiar proyectos de desarrollo, y aumentar el gasto en obras de infraestructura social que mejoren nuestra vida realmente.

Pero está visto que las élites que nos han gobernado por generaciones no quieren realizar este proyecto, aunque se les compruebe que es el mejor. Simplemente no es de su interés; están inmersas en una política de rápida generación de riquezas para acumularlas, en una rapiña sexenal a toda prisa antes de perder temporalmente el poder político y, por ende, de perder la capacidad de decidir dónde, cómo y cuánto invertir en su propio provecho.

Los tiene locos la ansiedad por generar plusvalía y esperan que, con unos cuantos pesos regalados al mes —una verdadera bicoca—, el pueblo se conforme y se aplaque.

Si esas clases vetustas no quieren hacerlo, no vendrá el Chapulín Colorado a salvar a las clases trabajadoras de la opresión moderna. Estas tienen que hacerlo por sí mismas; sólo los trabajadores podrán liberarse a sí mismos.

Tienen, pues, que organizarse para tomar el poder y poner manos a la obra con un gran proyecto de país, factible, científico y justo, que redistribuya la riqueza de manera razonable, un proyecto integral y revolucionario, que tenga por meta final el superior propósito de acabar con la pobreza en nuestra patria. Nosotros tenemos una propuesta: Nuestro Proyecto de Nación, que puede usted consultar en www.movimientoantorchista.org.mx. Anímese.

 

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