En una sociedad capitalista o de libre mercado, como se le suele llamar actualmente, donde todo producto útil para satisfacer alguna necesidad humana adopta la forma de mercancía, es necesario que quien quiera ver resuelta alguna petición del cuerpo o el espíritu tenga dinero para comprar la correspondiente mercancía.
Así, el que desee consumir un kilogramo de bistec debe tener lo suficiente para pagarlo o, en caso contrario, dejarlo para mejores días y conformarse con un alimento menos jugoso pero que al menos lo mantenga en pie; el que desee una vivienda propia debe tener el dinero suficiente para adquirirla o, de lo contrario, siguiendo las reglas del mercado, conformarse con tener una en alquiler que le permita gozar temporalmente de una morada, en tanto le es posible comprar una.
En una sociedad como la actual, en la que los grandes centros urbanos sufren una presión al alza en la demanda de terrenos, los barrios más céntricos de la ciudad adquieren un valor artificial muy alto y la vivienda obrera deja de representar un buen negocio; entonces se sustituye la vivienda originalmente asentada ahí por nuevas edificaciones que estén a la altura de los requerimientos de los negociantes.
Se construyen tiendas, almacenes o edificios públicos (Engels, F. Contribución al problema de la vivienda). Esta es la tan llevada y traída gentrificación, explicada por Engels hace más de 150 años.
“El resultado es que los obreros van siendo desplazados del centro a la periferia; que las viviendas obreras y, en general, las viviendas pequeñas, son cada vez más escasas y más caras, llegando en muchos casos a ser imposible hallar una casa de ese tipo, pues en tales condiciones, la industria de la construcción encuentra en la edificación de casas de alquiler elevado un campo de especulación infinitamente más favorable, y solamente por excepción construye casas para obreros.” (Ídem) Esto describe exactamente lo que estamos viendo en México.
“Para el 70 % de la población su capacidad financiera no es suficiente para adquirir una vivienda propia (…) Así lo expuso el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (Canadevi) en Culiacán, Daniel Félix Terán. (lineadirectaportal.com, 3 de febrero de 2024).
Esto, al tiempo que explica que el 85% de la vivienda que ofrecen las empresas es de unidades de vivienda con valor de 2 mdp, inalcanzables para las mayorías.
Los datos del Inegi también confirman la falta de disposición de vivienda barata para los trabajadores: la Encuesta Nacional de Vivienda de 2020 dice que 51.4% de la población que alquila una casa (5.8 millones de viviendas particulares habitadas se encuentran rentadas en todo México) lo hace por no tener acceso a crédito o por no tener suficientes recursos para adquirir una, mientras que Sinaloa ocupa el tercer peor lugar nacional en ese indicador, pues 62% de quienes pagan renta lo hacen por el anterior motivo; solo Guerrero y Chiapas, tradicionalmente entre los estados más pobres del país, superan a Sinaloa, lo que da cuenta de la gravedad del problema en el norteño estado.
Si el mercado por sí solo no permite que la población de bajos ingresos se haga de una vivienda, debe intervenir el Estado. Pero “en términos generales del 2015 al 2024 la construcción de vivienda social ha caído en México en alrededor del 55 por ciento” según el subdirector general de Comunicación del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), Gustavo Rivera Loret de Mola (www.lineadirectaportal.com/, 17 de mayo de 2024). Por lo que el Estado está haciendo a un lado su responsabilidad de corregir los excesos del mercado, al más puro estilo neoliberal, que pide que no haya estorbos para que el capital maximice su ganancia.
Si a la gente no se le da una alternativa para resolver su problema dentro del mercado, entonces vive mal, pagando renta, hacinada en casas multifamiliares prestadas o de plano irrumpe en terrenos ajenos en su desesperación por hacerse de un lugar donde vivir.
Dentro del sistema capitalista, el mismo Engels plantea un paliativo: deben nivelarse gradualmente oferta y demanda de vivienda asequible para los trabajadores; así, al menos temporalmente, se resolvería la situación, aunque reaparecería el problema.
Con todo, el paliativo debe buscarse para aligerar el sufrimiento de muchos; la ley da las herramientas para hacerlo, pero esta debe aplicarse, porque si el Estado no la cumple, entonces será comparsa de las grandes empresas vendedoras o alquiladoras de vivienda que obtendrían ganancias fabulosas a costa del sufrimiento perenne del pueblo.
La Comisión Estatal de Vivienda del Estado de Sinaloa (CVIVE) opera desde noviembre de 2023 un programa de ahorro que anunció tardíamente para que la población de bajos ingresos pueda adquirir lotes de vivienda baratos; sin embargo, hasta hoy, a pesar de que los agremiados al Movimiento Antorchista han pagado más de dos millones de pesos en efectivo dentro del marco del mismo, a la fecha ni un solo lote ha sido entregado.
Por eso los inconformes llevamos una semana de plantón en Palacio de Gobierno y hoy iniciamos la segunda sin ser escuchados. El recurso aportado debe ser complementado por el dinero de nuestros impuestos que nutren el erario y servir para el fin para el que fueron aportados ¿o qué se está haciendo con ese dinero? ¿Dónde está? ¿Se apoyará a los modestos solicitantes de terrenos para vivienda más allá del discurso o seguirá campeando la política neoliberal?
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