Recuerdo la primera vez que entré a un teatro, un majestuoso teatro. No olvido que también fue la primera vez que me pidieron que cubriera como reportera el evento, apenas acababa de ser aceptada en la licenciatura de Periodismo y Medios de la Universidad Nacional Autónoma de México. No cabía de la emoción, y con toda la actitud y gusto del mundo comencé esta aventura.
Era el Teatro de La Paz, en San Luis Potosí. Construido con influencias francesas y de estilo neoclásico y con cantera rosa, considerado uno de los cuatro teatros más importantes del país y declarado como monumento histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Como toda iniciada en el periodismo, acudí a primeras horas de la mañana al recinto, creyendo que sería la primera en llegar, mi sorpresa fue que ya había una fila enorme para entrar y presenciar las puestas en escena. La segunda impresión que tuve fue que mientras la gente esperaba a que abrieran las puertas, se tomaban un atole o café y comían tamales o huevito en salsa con frijoles. Todos iban preparados para una jornada cultural larga.
Recuerdo que casi todos los señores de la fila traían sombrero y botas de trabajo; las mujeres con sus niños, con sus bolsas donde guardaban el lonche o alguna botella de agua, ninguno de ellos parecía proveniente de las escuelas más prestigiadas ni tampoco de las más importantes ciudades del estado o del país. Eran campesinos, madres de familia, obreros, jornaleros, eran personas comunes de los diferentes municipios del estado, que estaban ahí para presenciar obras de teatro, para cultivarse, para aprender, para quizás, como yo, por primera vez, pisar un teatro y conocer una puesta en escena.
Todos los que estaban ahí no pagaron ni un solo peso para entrar, sin embargo, era demasiado lo que iban a recibir. Fueron pasando en orden y ocupando su lugar asignado, presenciando con asombro la inauguración y dando el recibimiento a las personalidades que estaban presentes y a quienes conformarían el jurado calificador. Obras de teatro como Hamlet, Romeo y Julieta, La Celestina, La Casa de Bernarda Alba, entre otras fueron las puestas en escena en ese Concurso Nacional de Teatro.
Me tocó con algunos otros compañeros sentarme en un palco desde donde se estaba transmitiendo en vivo para la página Web y para la TV. Tuve la oportunidad de estar tras bambalinas con la compañía de teatro del Estado de México que presentaría La Celestina. Caminando a camerinos para entrevistar a los actores, pisé el escenario donde estarían actuando unos de los primeros lugares de ese Encuentro Nacional de Teatro.
Era un evento organizado por el Movimiento Antorchista para el pueblo de México. Una organización social que desde hace muchos años realiza estos eventos para el pueblo trabajador de nuestro país; además, los participantes eran estudiantes, profesionistas o moradores de las escuelas y casas de estudiantes que la misma organización ha fundado a lo largo y ancho del país.
Nuevamente, después de la gran pausa por la covid-19, que azotó a nuestro país y al mundo entero, el Movimiento Antorchista vuelve a anunciar el XXII Encuentro Nacional de Teatro que se llevará a cabo los días 24, 25 y 26 de marzo ahora en la Sala de Conciertos “Elisa Carrillo” del Centro Cultural Mexiquense Bicentenario, en el Municipio de Texcoco, Estado de México. Donde se presentarán 19 compañías teatrales con más de 500 actores en escena.
Este Encuentro Nacional de Teatro es una bocanada de aire fresco para México, ya que son pocos los encuentros como este que se realizan a lo largo de todo el territorio nacional. Aquí se deja ver que al Movimiento Antorchista sí le preocupa que la gente se eduque, que conozca de arte, que sepa de los dramaturgos de la literatura universal como William Shakespeare, Moliere, Bertolt Brecht, Miguel de cervantes, Lope de Vega, entre otros y que, además sea un evento gratuito.
Nadie como Antorcha realiza estos eventos pensados en el pueblo, porque los trabajadores de nuestro país necesitan ese alimento al espíritu y al alma, para poder continuar con su jornada. Necesitan disfrutar de la cultura que es de ellos y que, además, los recintos más majestuosos para llevar a cabo estos eventos han sido construidos con el dinero de todos los mexicanos. Por eso, apoyemos el arte y la cultura que promueve el Movimiento Antorchista.
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