En el primer minuto del día 1 de marzo, arrancaron "formalmente" las campañas electorales donde estarán en disputa más de 20 mil 260 cargos públicos, entre los que destacan la Presidencia de la república, 128 Senadurías, 500 Diputaciones, nueve Gubernaturas, además de la renovación de mil 400 ayuntamientos y 30 legislaturas en la mayoría de los estados del país.
Las comillas obedecen a que el proceso inició oficialmente, pero hubo una serie de acciones encabezadas por el actual mandatario mexicano que violaron los ordenamientos legales, pero las instancias electorales simplemente cerraron los ojos. Derivado de ello se desplegaron actos de posicionamiento personal con lonas, bardas, espectaculares, encuestas de inducción y publicaciones en redes sociales, etc., para generar apoyo ciudadano fuera de los tiempos oficiales.
Conozco personalmente a Máynez y francamente esperaba escuchar propuestas y compromisos, pero pareciera que se comprobó aquello de ser comparsa de Morena para dividir a la oposición.
Conviene reflexionar sobre este hecho, pues a pesar de que se habla de la existencia de la democracia plena donde el ciudadano vota libremente, lo cierto es que el despliegue de recursos pone en duda la legitimidad del concepto, y deja claro que al final se imponen en los cargos quienes cuentan con recursos económicos abundantes para comprar conciencias o inducir el voto ciudadano, y por el contrario, se evidencia que quien carece de recursos para financiamiento no puede aspirar a representar a su pueblo, esto salvo excepciones que se pueden contar con los dedos de las manos.
Dejando atrás lo anterior, el mayor interés se fija en los tres aspirantes a la Presidencia de la república: Claudia Sheinbaum Pardo, postulada por Morena, Partido Verde y Partido del Trabajo, Xóchitl Gálvez Ruiz, propuesta por PAN, PRI y PRD; y Jorge Álvarez Máynez, aspirante registrado por Movimiento Ciudadano, pues cada uno arrancó con las actividades proselitistas en distintas entidades, acudiendo a narrativas y mensajes disímiles sobre los que vale la pena reflexionar, a efecto de ponderar cuáles son las opciones para el pueblo. Veamos.
Con un abarrotado zócalo capitalino, en un esquema presentado con anterioridad se dieron cita miles de mexicanos que llegaron de toda la geografía nacional a vitorear "¡Claudia presidenta!". Sobradamente los medios dieron cuenta de las prácticas empleadas desde siempre como el traslado masivo en camiones, la entrega de lonches y tortas; y mediante el pago a los asistentes (como lo evidenció un video presentado por Canal 6) y la propuesta de 100 compromisos que pretenden dar continuidad a las políticas emprendidas por el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
El ofrecimiento es claro, e incluso se ha acuñado pomposamente "Construir el segundo piso de la Transformación", pero más allá de expresiones rimbombantes, tendríamos que acudir a los hechos.
Ciertamente, nadie en su sano juicio puede negar la utilidad de los programas sociales en apoyo a los jóvenes y adultos mayores, pero deberíamos preguntarnos qué pasará con los graves problemas del país como la inseguridad, el desabasto de medicinas o la desaforada corrupción.
Y lo anterior no es la declaración malvada de un conservador o un enemigo del progreso, (como suelen etiquetar los miembros del partido gobernante), pues hay datos duros que demuestran el fracaso del actual régimen, como la suma de homicidios producto de la inseguridad que llega ya a 180 mil 894 casos; o sobre el sistema de salud mejor que el de Dinamarca, (se aseguró que se materializaba en marzo, después que en septiembre), y aunque el Seguro Popular se sustituyó por el Insabi, tampoco sirvió, por lo que terminó en el IMSS-Bienestar. Con este fin, también se construyó la megafarmacia (que sólo surte siete recetas al día); la verdad es que las deficiencias en el sistema de salud pública donde se atienden los pobres está muy lejos de lo prometido.
Por otra parte, el presidente repite una y otra vez que se está combatiendo la corrupción, pero a cada día son más los elementos que por distintas vías se aportan para demostrar la participación de los hijos de López Obrador en temas de Gobierno, se han mostrado videos recibiendo sobres amarillos provenientes de contratos millonarios y simplemente se declara que son ataques tendenciosos, “no somos iguales”.
Ante todo eso, ¿el pueblo quiere continuar por la misma ruta?, ¿está dispuesto a vivir con más inseguridad y desabasto de medicinas?, ¿los mexicanos aceptan que ya se acabó la corrupción? Usted tiene la palabra, estimado lector.
Por el lado de la coalición Fuerza y Corazón por México, el primer minuto de marzo, Xóchitl Gálvez arrancó con una marcha en Fresnillo, Zacatecas, al ser el municipio donde existe mayor percepción de inseguridad, para luego arribar Aguascalientes y Guanajuato en donde un abarrotado estadio con miles de simpatizantes fue testigo de cómo la candidata se comprometió a honrar su palabra de no eliminar los programas sociales, y para darle validez a su aseveración se cortó un dedo y estampó la firma con su sangre. Sí, leyó bien amable lector: “un pacto de sangre”.
Es evidente que hay una competencia desigual por los recursos empleados por el oficialismo, pero abusar de la actuación, la estulticia y pretender hacerse la simpática es una conducta errática que convendría ponderar; iniciar con una marcha en Fresnillo pareciera una arma de doble filo ante tanto dolor de las víctimas caídas por la delincuencia; pero pegar un chicle en la silla para llamar la atención, o acudir a la tinta sangre le restan seriedad a la aspirante opositora y demuestra desesperación, lo que se agrava al no ofrecer soluciones efectivas en favor de los ciudadanos.
¿El pueblo requiere de un histrión como Milei en Argentina o Zelensky en Ucrania? Echemos un vistazo de cómo les va a esos pueblos y valoremos qué es lo más conveniente.
Por el lado de los naranjas, desde la zona metropolitana de Guadalajara, Jalisco, el aspirante Jorge Álvarez Máynez, declaró que nada estaba definido y que en noventa días le daría la vuelta a las encuestas. El ahora "fosfo", se dijo representante de la nueva política y empeñó su palabra en que era el representante de una nueva generación, ¡más de lo mismo!
Conozco personalmente a Máynez y francamente esperaba escuchar propuestas y compromisos, pero nada de eso sucedió, pareciera que se comprobó aquello de ser comparsa de Morena para dividir a la oposición, pues sus críticas van enfiladas a Gálvez Ruiz, olvidando que quien está en el poder es el partido guinda.
Tal circunstancia se parece mucho a lo referido en la obra de Lenin, el ¿Qué Hacer?, en referencia a lo sucedido en diversas latitudes, pero que ahora acontece en nuestra patria: “un grupo de oportunistas viene actuando desde hace tiempo bajo una bandera especial; en ese, los oportunistas han desdeñado, la teoría, siguiendo en la práctica la política de los radicales socialistas; en aquel, algunos miembros del partido revolucionario han desertado al campo del oportunismo y pretender alcanzar sus objetivos no con una lucha franca en defensa de los principios y de la nueva táctica, sino mediante una corrupción gradual, imperceptible y, valga la expresión, no punible de su partido; en el de más allá, esos mismos tránsfugas emplean iguales procedimientos a la sombra de la esclavitud política, manteniendo una proporción de lo más original entre la actividad "legal" y la "ilegal".
Por todo lo dicho, es bastante difícil discernir cuál es la verdadera opción para el pueblo de México en este proceso electoral: votar por la continuidad de los males y su agravamiento en persona de Sheinbaum, o por el histrionismo simplón de Gálvez para alcanzar el poder sin proponer nada novedoso y útil; o votar por Máynez, que es comparsa de Morena.
¿Cuál es la salida? Es urgente que los mexicanos formemos un partido auténticamente popular que tome en sus manos la rienda del poder para que implemente medidas económicas, políticas y sociales encaminadas a lograr la equidad mediante el modelo económico que propone el antorchismo nacional, con lo que se alcanzaría la justicia social en México.
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