En las últimas décadas, México ha enfrentado la violencia como un desafío constante y preocupante. En muy poco tiempo, las estadísticas sobre homicidios, feminicidios y actos delictivos han experimentado un aumento y, con la veda electoral, también sale a relucir la violencia política. Los asesinatos de políticos, tanto a nivel local como nacional, han generado alarma y consternación, planteando serias interrogantes sobre la seguridad en el país.
Los asesinatos de políticos en México no son un fenómeno nuevo, pero han aumentado tanto en número como en visibilidad. Los políticos y candidatos de todos los niveles enfrentan amenazas constantes, intimidación e incluso ataques violentos, lo que ha generado un clima de miedo e inseguridad en el ámbito político.
La violencia se desarrolla debido a las malas políticas de los gobiernos y, más importante aún, por la pobreza, la desigualdad económica y la falta de educación que existen.
Los primeros casos datan desde diciembre del año pasado hasta el presente mes; cabe destacar que según cifras oficiales emitidas hasta el 1 de abril, se han recibido 108 solicitudes de protección para candidatos, de las cuales 86 ya fueron atendidas, diez fueron declinadas y doce están en análisis de riesgo.
También, según una lista actualizada publicada recientemente por el periódico El Universal, los estados que presentan más asesinatos de políticos son Guerrero y Michoacán, los cuales también se encuentran entre los estados con mayores índices de violencia en todo el país.
También se menciona un caso del estado de Colima que, en términos de territorio, es un poco mayor que el estado de Tlaxcala, pero en población este último lo supera casi por el doble.
Con esto llegamos a pensar que la violencia no se fija en si es un lugar pequeño o grande, o si tiene mucha o poca gente; la violencia se desarrolla debido a las malas políticas de los gobiernos y, más importante aún, por la pobreza, la desigualdad económica y la falta de educación que existen.
Quiero finalizar diciendo que estos últimos factores ya se están presentando en el estado de Tlaxcala; sin embargo, existen la pobreza, la desigualdad, la falta de oportunidades económicas y educativas, y están aumentando.
Hago un llamado a las autoridades para que tomen cartas en el asunto y trabajen comprometidamente por mejorar la situación de los ciudadanos a quienes representan.
La violencia no es un fenómeno aislado y no podemos normalizarla. No duden que si permitimos que el problema avance, nos veremos sumidos en ella y, en este caso, también sufriremos de la violencia política tan mencionada en épocas de campaña.
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