En Querétaro, una de las entidades con mayores tasas de crecimiento económico en el país, la desigualdad social sigue siendo una herida abierta. Detrás del impresionante desarrollo de sus zonas industriales y de las cifras halagadoras sobre empleo y crecimiento, persiste una realidad olvidada: la de miles de familias que viven en condiciones de pobreza y marginación, especialmente en colonias periféricas y comunidades rurales.
Esta dualidad pone en evidencia un modelo de desarrollo que privilegia a los sectores más favorecidos mientras margina a quienes carecen de lo más básico.
La prosperidad de Querétaro debe incluir a todos sus habitantes, sin importar su condición económica o el lugar donde vivan.
Las cifras son alarmantes. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en Querétaro el 33.4 % de la población vive en situación de pobreza. Esto significa que alrededor de 825 mil personas enfrentan carencias en alimentación, vivienda, educación o acceso a servicios de salud.
En comunidades como La Negreta, Charco Blanco y Ampliación El Pueblito, las carencias son especialmente visibles: calles sin pavimentar, deficiencias en el acceso al agua potable y una atención médica insuficiente.
Resulta inaceptable que, mientras estas comunidades luchan por subsistir, se destinen cuantiosos recursos a proyectos que benefician mayoritariamente a las clases altas.
Las ciudades inteligentes, los desarrollos inmobiliarios de lujo y las zonas industriales son ejemplos de inversiones que, si bien aportan al Producto Interno Bruto estatal, no logran cerrar la brecha de desigualdad. Este modelo excluyente no puede sostenerse indefinidamente.
La historia nos enseña que cuando las mayorías sienten que su voz no es escuchada, su inconformidad puede derivar en movilizaciones sociales de gran magnitud.
Ante este panorama, organizaciones como el Movimiento Antorchista han demostrado ser una alternativa viable y comprometida. Por más de 50 años, Antorcha ha trabajado incansablemente en beneficio de los sectores más vulnerables.
Con proyectos que van desde la gestión de obras públicas como escuelas, centros de salud y redes de drenaje, hasta la promoción de actividades culturales y educativas, esta organización ha sido un actor clave para transformar la vida de miles de familias en Querétaro y en todo México.
El enfoque de Antorcha es claro: generar conciencia colectiva, organizar a las comunidades y exigir a las autoridades que cumplan con su responsabilidad de garantizar derechos fundamentales. Gracias a esta labor, se han logrado avances significativos, como la construcción de viviendas dignas, la introducción de servicios públicos en zonas marginadas y la creación de espacios culturales para el desarrollo integral de las comunidades.
Sin embargo, la lucha no está exenta de obstáculos. La indiferencia gubernamental y el estigma que algunos sectores intentan imponer a movimientos como Antorcha son barreras que limitan el impacto de estas acciones. Es crucial que la sociedad civil reconozca la importancia de estos esfuerzos y que las autoridades adopten una política más incluyente, que priorice a quienes más lo necesitan.
El desarrollo no puede ser monopolio de unos pocos. La prosperidad de Querétaro debe incluir a todos sus habitantes, sin importar su condición económica o el lugar donde vivan.
Ignorar a los más pobres es sembrar una semilla de descontento que, tarde o temprano, florecerá en demanda de justicia social.
Es momento de escuchar a las comunidades, de invertir en su bienestar y de reconocer que un Querétaro justo y equitativo es posible. Antorcha ha demostrado que hay caminos para lograrlo; ahora corresponde a todos sumarnos a esta causa.a
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