México vive una tragicomedia. En el primer acto aparece en escena un pueblo que ha sufrido la dictadura y traición de sus representantes en el gobierno que les compró alma y conciencia con mentiras y promesas de cambio. Todos los sectores de la sociedad, dejaron de creer en que un cambio social era posible. Pero aparece ante ellos una propuesta de cambio, un partido nuevo que promete acabar con la pobreza y con el modelo de producción de bienes materiales neoliberal cuya existencia exige necesariamente la pobreza y miseria del sector más grande de la población mundial, para dar riqueza y bienestar a la minoría de este planeta.
Después de todo un mar de propaganda a través de medios de comunicación como las redes sociales, el periódico, la radio, la televisión, panfletos, espectaculares, el pueblo, al escuchar estas propuestas de un partido completamente nuevo y sin conocer los antecedentes de quien lo lidera, ve un camino esperanzador y deciden tomar partido. Aquellos que habían dejado de participar en las contiendas, salen nuevamente a las casillas a colocar la tinta negra a favor del partido cuya aparición les salvó de la resignación, junto con otros más que, en busca de un futuro distinto, deciden confiar en el nuevo color que aparece en la boleta.
Y así, comienza la Cuarta Transformación. Al frente del país se encuentra un señor canoso, con antecedentes políticos de un partido ya existente, pero cuyo discurso se haya envuelto de positivismo y coraje, a favor, por supuesto, de la mayoría mexicana que son los obreros, estudiantes, amas de casa que pertenecen al estrato más humilde y de cuyo trabajo se enriquece la nación mexicana y quienes más sufrieron con los gobiernos anteriores, que ignora por completo el origen de este nuevo personaje, no tan nuevo.
En segundo acto, se presenta un país que, después de cinco años y medio de cambios en todos los sectores y en todas las dependencias sociales, se encuentra ahora envuelto en la miseria más sofocante. Los que tuvieron algún empleo en tiempos pasados, se encuentran ahora desempleados, y los pocos que lograron montar un negocio, ahora están en el empleo informal ya que no logran pagar los servicios y la renta del local; los niños y jóvenes que se veían beneficiados con el programa escolar que les brindaba alimentación y horas de recreación, cultura y deporte, tuvieron que dejar la escuela debido a que el gobierno de la esperanza desapareció el programa, y las madres de familia que ocupaban esas horas para poder trabajar, dejaron así mismo sus empleos para dedicarse a cuidar a sus hijos algunas, y otras tuvieron que optar por meterlos a trabajar para poder ingresar más dinero a sus hogares.
Por otro lado, vemos a muchas mujeres y niños que se quedaron sin la oportunidad de tener atención médica, ya que el Seguro Popular con el que contaban, que les brindaba la oportunidad de aminorar los gastos económicos por salud, lo desaparecieron y en su lugar crearon el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi). Aunado a esto, el gasto en enfermedades de alta especialidad cayó 27 por ciento, caída equivalente a la atención de 3 mil casos de cáncer de mama, 6 mil 200 casos de cuidados intensivos neonatales y 15 mil casos de VIH.
Manifestaciones y plantones de estudiantes, maestros, doctores, campesinos y luchadores sociales, inconformes por los recortes a sus sectores, por la eliminación de programas sociales que los beneficiaban, por la falta de presupuesto para invertir en medicamentos, obras y servicios, empleos, inconformes por la enorme ola de violencia, por la cantidad de feminicidios y homicidios dolosos que ha venido engrosando las cifras de decesos, han llenado las calles de México, recibiendo el título de “fifís”, “enemigos de la transformación” o “conservadores” por parte del mandatario nacional, menospreciando así los problemas de la sociedad y a los manifestantes.
Durante todos esos años los mexicanos sufrieron crisis económicas, recortes presupuestales, más hambre y pobreza abundante, pero al mismo tiempo, cada mañana durante todos los días de los cinco años, a través de la televisión y las redes sociales, escuchaban la transmisión de toda una serie de shows mañaneros en donde el presidente de la república pasaba sus horas de plática negando las cifras de lo mal que va el país, justificando sus malas políticas repartiendo la culpa a sus antecesores, criticando a las organizaciones sociales y calumniando a escritores, reporteros, periodistas y luchadores sociales que denunciaban la cerrazón de las autoridades. El panorama que se nos presenta es bastante lamentable y oscuro.
Pero pasamos a la tercera escena en la que el panorama es todavía más lamentable. Aparecen cinco personajes que tenían un cargo dentro del aparato de Estado actual, pero se retiraron de estos ya que el país entró a una etapa en la que aquellos que olvidan al país durante seis largos años, regresan a las calles a brindar amistad, a visitar casa por casa a la gente para abrazarla, mirar de frente su miseria y fingir sentir y entender su situación mientras, tomándolos de las manos, les aseguran que tienen la capacidad, ahora si, de ser diferentes. Llegó la etapa en la que se maquillan de humildad y bondad mientras se ensucian las botas al caminar sobre las calles con baches, sin pavimento, se ensucian las manos acompañando a los campesinos en sus tierras para darse baños de pueblo y hacerle creer a la gente que saben hacer eso y más.
Estos personajes nuevos no tan nuevos, empezaron, sin decirlo abiertamente, su campaña electoral por el partido a quien le defen lealtad. La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo es la que va en primer lugar de las encuestas; el Exsecretario de Relaciones Internacionales, Marcelo Ebrard Casaubón le sigue en preferencias; luego está el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López; posteriormente el coordinador de Morena en el Senado de la República, Ricardo Monreal Aviña; y, finalmente está Manuel Velazco Coello, senador del Congreso de la Unión.
Esto aún no termina, y lo que está por venir no dista mucho de ser lo mismo, o peor aún, de lo que vivimos ahora. Morena es un riesgo, siempre lo fue; es un partido fracturado desde su fundación, no tiene proyectos inmediatos ni mediatos, no tiene unión de ideales ni posturas claras para los problemas que han dejado crecer. Acaban de tener su reunión donde todos parecían civilizados y estar de acuerdo con las reglas que se suponer defenderán siempre que son: a) del 19 de junio al 27 de agostó, realizarán asambleas informativas para dar a conocer sus propuestas a los ciudadanos; b) tienen prohibido descalificar al resto de los contendientes y el uso de recursos públicos para su publicidad (ya hay mucho de esto, podemos ver los muchos espectaculares en todo el país, ¿de donde saldrá entonces el dinero para costear la campaña de no uno sino cinco candidatos del gobierno en turno?); c) el ganador de las encuestas de Morena se dará a conocer en conferencia de prensa el 6 de septiembre. De acuerdo, pero supuestamente no ha empezado su campaña.
A cualquier nación no le es conveniente un sistema donde un solo partido gobierne todo, eso es malo para todos, para todas las clases, es una democracia deficiente. Morena tiene medios y los usan todos los días desde que pisó el púlpito presidencial, cuentan con un periódico con un gran tiraje, han perfeccionado la entrega de dinero a muchos mexicanos, meten las manos en dependencias mancillando así su independencia, burlan la ley y eso es fundamental para ganar la elección, es compra de votos con años de anticipación.
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