En la recta final del sexenio de la “cuarta transformación” en México, es necesario que los ciudadanos reflexionen sobre la gravedad en que se encuentra el país en aspectos sensibles como la inseguridad, la inflación, el desempleo, la educación, la salud, entre otros; pero, quienes tenemos un compromiso social firme, nos obligamos a hacer un análisis económico y político objetivo, con tal de entender las raíces profundas de los males que aquejan a nuestra patria, pues hoy, quienes utilizando la bandera de “primero los pobres” han traicionado a ese pueblo que dicen defender, llevándolos a períodos de retroceso, conculcando sus derechos constitucionales, obtenidos a sangre y fuego, en luchas históricas.
Es preciso que los mexicanos entendamos que la “transformación” que se nos prometió nunca fue, que nuevamente se ha utilizado al pueblo de México.
Tal es el caso del derecho a la salud, que, primero, con la Constitución de 1917, al término de la Revolución mexicana, quedaron establecidas las bases para que en 1983 se adicionara al artículo cuarto constitucional, el derecho a la protección de la salud de todos los mexicanos y, al Estado como ente responsable que “garantice el acceso a los servicios de salud, de manera digna y eficiente para todos, sin distinción de raza, credo o filiación política”. Es decir, el derecho a la salud, como muchos más, es producto de la lucha histórica de las clases pobres.
Cuando inició su mandato —el 1 de diciembre de 2018 en el Zócalo— Andrés Manuel López Obrador (AMLO) prometió hacer realidad el derecho a la salud para todos los mexicanos, estableciendo gradualmente un nuevo sistema de salud que, al final del sexenio, se compararía con el de los países nórdicos; sin embargo, esto no ha ocurrido, ya que con su política contra la corrupción creó instituciones ineficientes y llenas de opacidad.
Es así como al reformar el Seguro Social para crear el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), desmanteló todo el sector en el país, dejando en el abandono a miles de mexicanos que recibían atención para diversas enfermedades; posteriormente, arguyendo clientelismo electorero, se eliminó el Fideicomiso del Sistema de Protección Social en Salud, que atendía a la población que no contaba con seguridad social.
Todo ello ha generado una crisis generalizada en la población, la cual sirvió como catalizador para que la pandemia de covid-19 afectara severamente a los mexicanos, colocándonos dentro de los países del mundo con más fallecimientos por dicha enfermedad. Aunado a esto, un problema que tampoco se ha podido eliminar es el desabasto de medicamentos, el cual se agudizó después de anunciar su plan de austeridad republicana.
Y aunque, de manera risible, AMLO planteó como medida de combate al desabasto de medicinas la creación de una “farmaciota”, tampoco ha resuelto el problema, ya que miles de familias siguen denunciando por todas las vías posibles la falta de medicamentos en los hospitales para el tratamiento de diversas enfermedades.
Por ejemplo, en Oaxaca decenas de padres y madres de familia protestaron frente al Palacio de Gobierno en la ciudad de Oaxaca para denunciar la falta de medicamentos, insumos y quimioterapias para atender a pacientes oncológicos en el Hospital de la Niñez Oaxaqueña, el único del estado que atiende a infantes con cáncer.
Por ello, exigieron a las autoridades responsables y al gobernador de Oaxaca, Salomón Jara Cruz (Morena), que atienda esta crisis en ese hospital; algo que el mandatario ha negado y que únicamente atribuye a un problema de logística (El Universal, 22 de abril de 2024).
La respuesta de las autoridades a las manifestaciones, como en el caso de Oaxaca, ha sido “problemas de logística”; sin embargo, como señalaba líneas arriba, quienes tenemos un compromiso social firme, sabemos que no es así, que en el fondo de dicha respuesta se encuentra un gobierno que solamente ha utilizado la bandera de las clases pobres, pero que siempre ha estado al servicio de los dueños del dinero, pues la creación de un sistema de salud como los países nórdicos exige destinar, cuando menos, el 9.7 % del Producto Interno Bruto (PIB); sin embargo, la cuarta transformación sólo destina el 2.8 %, siendo el país más bajo de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que en promedio gasta el 6.6 % de su PIB en dicho rubro.
Por tanto, es preciso que los mexicanos entendamos que la “transformación” que se nos prometió nunca fue, que nuevamente se ha utilizado al pueblo de México y que quienes así lo han hecho, habrán de terminar en el basurero de la historia; por ello, se pone en primer plano la tarea de crear una fuerza social que resuelva, no sólo el problema de la salud, sino todos los males que afectan al pueblo mexicano, como producto del sistema económico.
A eso llamamos a los mexicanos, a crear esa fuerza política que cambie al país.
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