El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, a cuatro años y medio de administración se ha caracterizado por mentir, desprestigiar, atacar a las instituciones, a los periodistas, a las organizaciones, a los padres de los desaparecidos, a los sindicatos, a los padres de los niños con cáncer y en general a todos los que exigen sus derechos plasmados en la Constitución Política; se justifica de su mal gobierno, echándole la culpa al pasado, a los neoliberales y conservadores y, sobre todo, a la corrupción.
Cuando estuvo en campaña, criticaba, daba soluciones a todos los problemas diciendo que: “El presidente de México debe actuar como hombre de Estado, como estadista. No debe comportarse como jefe de partido, de facción o de grupo. El presidente debe representar y respetar a todos los mexicanos. El presidente debe ser factor de concordia y de unidad nacional. El presidente no puede utilizar a las instituciones ni para ayudar a sus amigos o para destruir a sus adversarios. Todos pensamos distinto, y en esa pluralidad debemos estar unidos. Lo que demanda el pueblo de México, a su presidente, son resultados, pero resultados inmediatos”.
La realidad le espeta en su rostro, pues ha hecho todo lo contrario, y prácticamente no ha cumplido con nada, ni es estadista, por el contrario, ha dejado ver su ignorancia en varios temas, como cuando dice que Carlos Marx se equivocó en México, y que su teoría no aplica en nuestro país; cuando dice que no hay que aspirar a vivir mejor, que seamos conformistas; ha estado dirigiendo a su camarilla de diputados y senadores, aspirantes de su partido, como jefe de la nueva mafia en el poder, lo que el dicta se hace, se ha vuelto un dictador y a quien se opone lo discrimina y lo ataca en sus mañaneras.
El presidente no respeta a los mexicanos, los ignora, los quiere más ignorantes, ataca al INE, al Poder Judicial, a los diputados que se oponen a sus corruptelas, a los que le exigen transparencia de los recursos público, y a aquellos que no sus partidarios los confronta para lograr sus objetivos, quiere el control total del poder. El presidente ha utilizado el poder para ayudar económicamente y hacer ricos a sus hijos, sus hermanos, a sus primos, en fin a todos los allegados de su partido. No respeta las ideas contrarias, piensa que solo él tiene la razón. El pueblo de México sigue esperando los resultados y hoy, hay más pobres que cuando inició su mandato, pues se han sumado a sus filas más de cuatro millones de pobres nuevos, nadie ha salido de pobre, y su única alternativa ha sido corromper a la población con limosnas de consumo.
Es innegable también que el gobierno de López Obrador ha fracasado en la seguridad, pues ha rebasado ya el número de muertos a los anteriores gobiernos del PAN y del PRI; no hay crecimiento económico, no hay empleos y los salarios se esfuman con el incremento de la inflación; el campo está abandonado, solo le llega el apoyo a una élite, la salud, esa que prometió sería como la de Dinamarca, ha sido un fracaso, no hay medicina, ni enfermeras, ni doctores, en muchos lugares ni clínicas, ni hospitales; en la educación estamos en los últimos lugares; en deporte, hemos sido testigos de la falta de apoyos de la titular de la Comisión Nacional del Deporte (Conade) a los atletas de alto rendimiento. Los proyectos faraónicos solo le sirven a una parte de la población, la adinerada. Este gobierno ha protegido a los ricos, ellos con pandemia y sin pandemia han aumentado sus ganancias, mientras que la población se ha vuelto cada vez más pobre.
Si el actual gobierno ganó en las urnas, el pueblo de México en las urnas debe detener esta tragedia; solo la participación del pueblo, unido, organizado y consiente de los diferentes problemas puede darle solución y rumbo a cada una de las problemáticas que actualmente está padeciendo.
México necesita de esta fuerza organizada que defienda los intereses de los pobres, y que exija que se distribuya de mejor manera la riqueza social a través de obras que el pueblo necesita, que paguen más impuestos los que ganen más, que se eleven los salarios y se generen fuentes de empleo para que la población no viva de dádivas, que son las que actualmente les da el gobierno. Solo así, estaremos por el camino de un México diferente que garantice que la población viva de mejor manera.
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