Antes que picar el anzuelo de Enrique Peña Nieto, el de Caro Quintero, el de los escándalos de Alito en el PRI o intentar hablar lenguaje alienígena, creo que debemos reflexionar muy seriamente en esto. En Sonora, del 1 de febrero al 12 de julio de este año, el número de casos de covid-19 pasó de 146 mil 505 a 175 mil 76 (28 mil 571 más, según el maquillaje oficial) y 1,223 muertes más (pasamos de 9,495 a 10 mil 183), según las cifras oficiales de la Secretaría de Salud estatal.
Pero según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los totales generales de todo México son cuando menos el doble de lo reconocido, o sea que andaríamos por 20 mil sonorenses muertos, y según otros investigadores debe ser mínimo tres veces más; es decir más de 30 mil de los nuestros perdidos. Y hay todavía argumentos muy serios que hablan de datos superiores. (“Muertes por COVID en el mundo son más del doble de lo reportado por gobiernos: OMS”, El Financiero, 5 de mayo de 2022)
Y en estas condiciones se le ocurre a la clase política sonorense desalentar el uso del cubrebocas. ¿Pero en qué piensa? Permítaseme esta comparación: en Ucrania han muerto precisamente alrededor de 10 mil personas, entre civiles y soldados de ambos bandos (ya sabe usted cuán difícil es tener datos precisos, pero todas las fuentes más serias coinciden en que ese sería un número no exagerado). Con sus asegunes, claro, pero andar en esta cálida Sonora con esas cifras es equivalente a padecer una guerra, aunque, si nos atenemos a las denuncias de la OMS, la situación solamente de Sonora sería incluso peor que la de Ucrania.
Por ello, resulta criminal seguir con la terquedad oficial de minimizar los daños que estamos sufriendo y no invertir recursos públicos en campañas propagandísticas serias y científicas de concientización entre la población y de sus medidas prácticas respectivas. Conformarnos con pensar que ya no mata como antes, que ya la gente está vacunada (entre comillas) y sólo le pega como una gripita, es resultado del embrutecimiento que el discurso de la élite gobernante nos induce, es la manipulación de la lógica y el razonamiento de las masas humanas.
Todavía estamos por ver los daños y consecuencias a largo plazo que la pandemia nos deje, pero sin duda que lo visible es muy grave: tenemos millares de sonorenses sobrevivientes de la covid-19 cuyo rendimiento personal ya no es el mismo, con su salud diezmada. Todo indica que han quedado dañados de por vida y sus expectativas de vida sana han bajado terriblemente, sobre todo cuando la 4T ha causado una crisis en el sistema de salud mexicano como nunca antes padecimos.
Desalentar el uso del cubrebocas en Sonora es sólo la punta del iceberg. Lo más dañino está abajo. Urge hacernos conciencia de que somos víctimas de una campaña impulsada por el imperialismo para deshacerse de la parte más débil de la clase trabajadora del mundo: casi 560 millones de humildes (x 3) han enfermado de Covid, su salud está quebrada por las consecuencias y su destino más seguro es la muerte en los próximos años. El ahorro en los sistemas de salud del mundo capitalista será gigantesco: ya hay fiesta en la comunidad de vampiros de la humanidad doliente.
Tan sólo en el territorio de Estado Unidos, la gran potencia, con un impactante sistema de salud y enormes recursos para hacerlo funcionar benévolamente, su clase dominante ha dejado morir a más de un millón de sus pobladores. China, a fines de junio pasado, ¡tenía 5 mil 226 muertes en total por toda la pandemia! Aun cuando aceptáramos que China -con cuatro veces más población que EE. UU.- también ocultó cifras, como acusa la prensa imperialista, y las multiplicáramos por 10, aún así ese país nos ha demostrado al mundo un hecho incuestionable: sí era posible evitar tanto daño, nos han engañado durante dos años y medio de pandemia. No debimos de haber perdido tanta población ni dañar la salud de millones por el resto de sus vidas. Desalentar el uso del cubrebocas oficialmente es una medida cómplice de esta agresión, infinitamente más infame que las mentiras que se nos dicen acerca de China y Rusia.
El mundo ha reafirmado esta verdad: estamos viviendo una época de deshumanización, encabezada por el imperialismo, secundado por los gobiernos satélite que se doblegan a sus dictados, cuyo representante en turno en México es la 4T. Su objetivo mundial es el genocidio: deshacerse de todos los trabajadores poco aptos para ser explotados por el capital, ahorrarse ingentes gastos en su conservación y amparo y, a la vez, sacar ganancias desmedidas del dolor mundial, como lo muestra el hecho de que las mayores fortunas del planeta hayan crecido a niveles inauditos precisamente durante la pandemia.
Mientras los pueblos del mundo no se organicen y pongan un límite a estas barbaridades capitalistas, sólo podrán seguir esperando muerte, genocidio, hambre y pobreza: la realidad nos lo grita. Urge que los trabajadores de México hagamos nuestra parte y nos decidamos a tomar nuestro destino en nuestras manos.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario