No fue difícil prever que el Cuarto informe que rindió el presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado 1 de septiembre iba a estar plagado de mentiras y descalificaciones. Esto se debe a que las estrategias del gobierno de la 4T, entre ellas la práctica de la entrega de dinero a los pobres es tan vieja como la que practicó el régimen romano hace siglos, pero nunca acabaron con la pobreza.
En el informe que rindió el mandatario en Palacio Nacional, el que muchos mexicanos, aunque sea involuntariamente tuvimos que llegar a conocer por algún medio. El presidente mencionó 20 puntos como una apretada síntesis de su mensaje a la nación, entre los que destacó el fin de la corrupción, la reducción de la incidencia delictiva, la estabilidad del peso.
Otros puntos que el mandatario por enésima ocasión volvió a presumir son: el aumento al salario, el reparto de utilidades y los programas para el bienestar se han convertido en nuevos y eficaces medios para la redistribución más justa de la riqueza; se elevó a rango constitucional la pensión para adultos mayores, el apoyo universal a discapacitados y el otorgamiento de becas a estudiantes de familias pobres.
Con base a lo brevemente expuesto y a casi cuatro años de estar siendo gobernados por el actual grupo en el poder, los ciudadanos de a pie sin temor a equivocarnos, podemos asegurar que la manipulación y la mentira es el arma política de la 4T. A estas alturas nos hemos dado cuenta de que sirven muy poco, casi nada las famosas ayudas del Bienestar, a pesar de que AMLO las haya elevado a rango Constitucional, pues son demagogia pura y solo están sirviendo para extorsionar electoralmente a los beneficiados para que voten por Morena, además de servir como instrumento de manipulación para que aplaudan todo lo que diga y haga López Obrador.
Pero, la manipulación y la mentira como arma política de la 4T, así como el contenido del cuarto informe de AMLO no tiene nada de nuevo. Columnistas especializados en el tema como el consultar en comunicación en México Luis Antonio Espino y columnista del diario “The Washington Post” documentan: durante los 70 años en los que el Partido Revolucionario Institucional controló los poderes del Estado en México, el día del informe de gobierno era el día del presidente. Cada 1 de septiembre, las cadenas de televisión y radio se enlazaban para transmitir el discurso anual del primer mandatario ante el Congreso, un evento siempre cargado de cifras favorables y de aplausos obsequiosos.
Con la llegada de la “democracia”, en el 2000, las cosas no cambiaron mucho. El informe mantuvo el formato de un discurso largo y lleno de cifras positivas. Enrique Peña Nieto (2012-2018) intentó innovar en el formato del informe. En 2016, en vez de dar un discurso, se reunió con un grupo de jóvenes en Palacio Nacional. Pero en el afán de controlar al máximo el evento para cuidar su imagen, el dialogo fue rígido y falso.
Andrés Manuel López Obrador ha dicho que él es diferente a sus predecesores porque es un líder cercano al pueblo. Pero lejos de revitalizar el informe para acercarlo a la sociedad o mejorarlo como acto de rendición de cuentas, lo ha convertido en un arma de propaganda en su batalla por el control de la realidad. Por todo ello hay sobradas coincidencias de que los informes de AMLO no informan. Al contrario: son actos deliberados de desinformación, al recurrir a la táctica de saturar a las personas de contenidos y mensajes para rebasar su capacidad de comprensión.
Por eso, el presidente, además de llenar diariamente la conversación pública con sus conferencias de prensa, organiza cuatro informes al año. En el del pasado 1 de septiembre dio afirmaciones falsas, engañosas, sin sustento como: “ahora México es un país donde no se tolera la corrupción y se ha reducido la incidencia delictiva”, “se está construyendo uno de los mejores sistemas de salud del mundo”. Un México donde se ha “logrado aminorar la desigualdad y la pobreza” y muchas otras más.
Por lo que no hace falta esforzarnos demasiado para percatarnos de que la desinformación y las mentiras como arma política del actual Gobierno federal no es el camino para resolver los muchos y graves problemas de México. Este pueblo es cada vez más pobre y además adulado diariamente y a todas horas a través del discurso vacío del presidente, con el claro objeto de matar su capacidad para sacar conclusiones de los hechos que suceden en su entorno, todo esto vuelve más difícil la tarea de criticar y desenmascarar las farsas de la 4T.
Ante la sucia manipulación de los más débiles e indefensos por parte de AMLO y los morenistas; la educación política y la acción organizada de las masas trabajadoras, honrosa tarea que tienen a cuestas los verdaderos luchadores sociales, se vuelve más urgente y necesaria. En estos momentos el objetivo principal consiste en sacar al pueblo trabajador del engaño y la manipulación del actual Gobierno federal y de Morena, enseñarlo a luchar con éxito por su verdadera liberación.
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