En la década de los sesenta, existieron en el país aproximadamente 53 revueltas estudiantiles; cada una de ellas exigía un alto a la represión de alumnos y maestros, así como la expulsión del Cuerpo de Granaderos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN). La más grande de las movilizaciones estudiantiles, quedó marcada para siempre en la historia de México.
Han pasado 54 años ya de lo que se ha catalogado como el movimiento estudiantil más grande; el mejor conocido como “movimiento del 68”; una revuelta que se volvió casi nacional, con grandes manifestaciones en la Ciudad de México y que terminó con la plaza de las Tres Culturas llenas de sangre y de cientos de nombres de quienes ahí acaecieron, y aunque algunos de esos nombres fueron plasmados en una gran placa, hoy comienzan a borrarse de ella y de muchas de las mentes de los mexicanos.
La gran enseñanza que el movimiento de esta índole dejó a la juventud mexicana, fue un precedente de que la unión, organización y lucha entre la juventud es no solamente posible, sino incluso necesaria. Pero por otro lado, las condiciones en el sector educativo no sólo no han cambiado, sino que han empeorado con el paso del tiempo y con el paso de diferentes colores en la silla presidencial. No basta ni bastará nunca hacer un homenaje a una lucha, del sector que sea, si las causas que lo motivaron permanecen estáticas.
Según el Fondo de las Nacionales Unidas para la Infancia, mejor conocida como UNICEF por sus siglas en inglés, dio a conocer que, hoy por hoy, en México existen más de 4 millones de niños y jóvenes que no asisten a la escuela, mientras que 600 mil más están en riesgo de dejarla, por diferentes factores como falta de recursos, lejanía de las escuelas, violencia, entre otros.
A esto es importante agregar los datos que la plataforma de noticias Animal Político dio a conocer; indicó que de 2015 a 2020 la cantidad de mexicanos que no asiste a la escuela aumentó: “En los últimos cinco años aumentó 74 por ciento el número de mexicanos de 6 a 14 años que no asiste a la escuela. Mientras que en 2015 un 3.5 por ciento de menores no recibía educación, para 2020 el número de menores en rezago educativo aumentó a 6.1 por ciento, revela un comparativo del Índice de Rezago Social 2015 y 2020, del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval)”. Nota del 27 de abril de 2021.
Agregó que tres fueron los estados que más retroceso tuvieron en este indicador; Chiapas pasó de 6.9 a 10.5 por ciento; Michoacán de 5.2 por ciento a un 8 por ciento y Guanajuato de un 4 a un 7 por ciento. Cifras, sin duda, alarmantes que deberían ser el centro de atención de los tres niveles de gobierno, empezando por el gobierno federal.
Por otro lado, en una de sus notas, El Universal también plasmó el terrorífico panorama de este sector al mencionar que para 2022 la exclusión escolar alcanzó a 8.8 millones de personas, de las cuales 5.2 millones de entre 3 y 29 años no se inscribieron al actual ciclo escolar por razones atribuidas al Covid y la falta de recursos, mientras que los 3.6 millones restantes no lo hicieron por tener que trabajar.
Y ante un panorama así, ante un gobierno que ha abandonado a los más pobres y de entre ellos, a los estudiantes, urge que se forme la vanguardia estudiantil que deberá defender y luchar por que la educación llegue a todos los rincones del país y que sea además, una educación de calidad.
Que la juventud y su ferviente entusiasmo aprendan la lección del Movimiento del 68, que aprendan que luchar siempre será la única alternativa de quienes queremos cambiar el rumbo del país y que aprendan sobre todo, que algún día, la historia nos dará la razón.
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