Con la administración de Andrés Manuel López Obrador llegando a su fin, su legado parece que se extenderá sobre el nuevo gobierno, como una larga sombra que no se desvanece. La próxima presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, enfrentará grandes retos en un contexto donde Morena controla la mayoría calificada en el Congreso, lo que le permitirá realizar reformas constitucionales sin la necesidad de acuerdos con la oposición. Esta situación supone un riesgo para la democracia mexicana, ya que podría aprobarse una reforma al Poder Judicial que consolide el poder del presidente y elimine el equilibrio entre los poderes.
Claudia Sheinbaum tendrá que tomar decisiones que muestren un distanciamiento de las políticas fallidas de la Cuarta Transformación para no ser percibida como una simple continuidad de su predecesor.
La concentración de poder no es solo un problema institucional, sino que también afecta a la vida de millones de mexicanos. Durante la Cuarta Transformación, las decisiones del gobierno han favorecido a un pequeño grupo de personas, mientras las condiciones de vida de la población más necesitada han seguido deteriorándose. Proyectos como el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya han sido objeto de constantes críticas por su falta de planificación y viabilidad. Además, la eliminación de programas esenciales como el Seguro Popular y el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) ha dejado al país sin los mecanismos necesarios para enfrentar emergencias y garantizar la atención médica.
En su último informe de gobierno, AMLO declaró que el sistema de salud en México era superior al de Dinamarca, una afirmación que rápidamente fue refutada por los datos del Coneval. Según el organismo, la falta de acceso a servicios de salud aumentó de 35.7 millones de personas en 2020 a 50.4 millones en 2022. Esta disparidad entre el discurso oficial y la realidad pone de manifiesto que el gobierno de la Cuarta Transformación ha construido una narrativa desconectada de la situación que vive la mayoría de los mexicanos. Además, la deuda pública ha alcanzado un nivel preocupante, representando el 49.7% del PIB en 2024, el mayor porcentaje en los últimos cuatro años.
En términos económicos, López Obrador deja un panorama complejo. Recibió un país con una inflación controlada del 4.3%, un tipo de cambio estable y un crecimiento del 2.1%, pero ahora México enfrenta una inflación cercana al 5%, un crecimiento económico que apenas llega al 1% y un déficit fiscal que ha crecido hasta el 5.4%. A pesar de las promesas de austeridad y combate a la corrupción, este problema persiste. A todo esto se suma la influencia creciente del crimen organizado, que ha prosperado bajo la política de "abrazos, no balazos", generando más inseguridad en el país.
Claudia Sheinbaum, quien asumirá la presidencia, recibirá un país en crisis tanto en lo económico como en lo político. Su mayor desafío será demostrar su capacidad de gobernar sin depender de la influencia de AMLO. A pesar de su cercanía ideológica con el expresidente, Sheinbaum tendrá que tomar decisiones que muestren un distanciamiento de las políticas fallidas de la Cuarta Transformación para no ser percibida como una simple continuidad de su predecesor. El hecho de que Morena controle tanto el Poder Legislativo como el Ejecutivo deja poco margen para un cambio significativo.
A pesar de ello, el descontento social va en aumento. Las promesas incumplidas, el incremento de la pobreza, la falta de acceso a servicios de salud y la inseguridad creciente han provocado que distintos sectores de la población expresen su frustración. Movimientos como Antorcha Campesina, que defiende los derechos de los más necesitados, se preparan para movilizarse en defensa de la Constitución y del futuro del país. El ingeniero Aquiles Córdova Morán, líder de este movimiento, ha hecho un llamado urgente a la acción, afirmando que "el momento de actuar es ahora, antes de que sea demasiado tarde".
En este contexto, la concentración de poder por parte de la Cuarta Transformación no debe inmovilizar a la sociedad mexicana. Es esencial que los ciudadanos más conscientes denuncien las injusticias y se movilicen. Las redes sociales son hoy un espacio vital para que el descontento encuentre eco y se sumen voces en contra de las políticas que están llevando al país a un retroceso de décadas. La esperanza reside en que la indignación popular se traduzca en una fuerza capaz de impulsar el cambio que México tanto necesita.
El futuro de México está en juego. Es fundamental que las nuevas generaciones comprendan la importancia de defender las instituciones democráticas y luchar por un país más justo y equitativo. Solo un pueblo consciente y organizado podrá enfrentarse a aquellos que buscan perpetuar el control a cualquier costo. Las decisiones que se tomen en los próximos meses definirán el rumbo de México por los años venideros, y como sociedad debemos estar listos para dar la batalla.
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