No hay nada que hable mejor de una persona como el saber expresar sus ideas, sus proyectos, sus indicaciones, así como sus enseñanzas. El saber expresarse, y bien, es piedra angular del entendimiento y no deja lugar a dudas. Muy difícilmente el hombre promedio logra alcanzar sus metas sin la grandiosa herramienta que es la educación.
Pero ¿qué es la educación? La educación es formar y desarrollar capacidades intelectuales, morales y afectivas para garantizar una vida sana física, mental y económicamente.
La educación, vista como tal, abarca un sinfín de aspectos que a simple vista parecieran cosas del azar, pero no lo son. Si partimos de que los primeros educadores del ser humano son los padres, entonces diremos que “lo que hace la mano, hace la tras”, o sea, el ejemplo paterno es simple y sencillamente la referencia con la cual el sujeto se comportará en sus primeros años de vida (conducta que podrá modificar para bien o para mal con el tiempo).
Dicho de esta manera, los hijos crecen a imagen y semejanza de sus padres, abuelos o tutores y de ellos han de aprender en los albores de la vida las conductas a seguir; serán copia fiel de sus mayores, así que si los padres tienen la costumbre de leer, de la buena música, de visitar museos, de acudir al teatro o a eventos musicales, de cultivar la poesía o de conocer sitios arqueológicos, es casi seguro que sus hijos seguirán estas mismas prácticas y buscarán relacionarse con personas con las mismas preferencias.
Asimismo, esos hijos heredarán a sus hijos los mismos gustos y de esa manera la cadena se repite y se repite. Se entiende que estas prácticas generan niños con mayor deseo de aprender y con mayor compromiso con la disciplina; práctica indispensable para alcanzar logros y metas. Si, por el contrario, el niño nace en un ambiente negativo, donde se vive violencia intrafamiliar, el alcohol o las drogas imperan, el individuo será negativo.
En la escuela, los maestros deben reforzar valores cuidando el orden y la disciplina; enseñar las materias siguiendo técnicas que permitan el desarrollo del razonamiento lógico matemático, en cualesquiera de sus tres tipos, como son deductivo, inductivo y analógico, y con ello, adquirir las capacidades que lo harán un hombre inteligente:
a) Identificar el problema
b) Relacionarse con su entorno
c) Operar lo conducente
Sin duda esta es la base para contribuir al desarrollo cognitivo del infante. Ahora bien, la asociación de las matemáticas a las diversas soluciones de problemática en general, aplicando la lógica y el razonamiento, así como el ejercicio constante de solución de problemas, estimularán y desarrollarán un pensamiento propositivo capaz y, por lo tanto, un ser con todos los elementos para triunfar en cualesquiera de los retos a los que se enfrente y para resolver los problemas a los que se encuentre a lo largo de su vida. Si los maestros que tocan en los primeros años resultan malos e ignorantes de los principios de la enseñanza o indolentes, muy seguramente condenan al niño al fracaso.
Hasta aquí todo muy bien: el ejemplo en casa, la enseñanza de los maestros y el esfuerzo y tenacidad del niño que, cobijado en casa y guiado en el colegio, pareciera tener todos los elementos a su favor para ser un hombre exitoso.
La verdad es que ni eres “totalmente Palacio”, ni en el restaurante de los búhos venden las mejores enchiladas suizas, ni Coppel mejora tu vida, ni en Chedraui cuesta menos y sí puedes comer sólo una.
Pero surge el verdadero opositor, el verdadero enemigo del desarrollo personal y que ataca a todos (o a casi todos) los habitantes de nuestro muy lastimado México: hace acto de presencia el establishment, que es el verdadero poder detrás del poder, el fiel de la balanza, el que quita y pone partidos en el poder de acuerdo a sus intereses, el que dicta modas, estilos, festejos, el que patrocina el “Buen Fin”, el que se beneficia con las fiestas decembrinas o el Día del Amor y la Amistad, el que vende y cobra en abonos chiquitos y terminan pagando hasta tres veces el valor real, el que miente y dice que es “parte de tu vida” y en tu vida terminas de pagarles.
Aquellos que regulan los contenidos de la televisión para que veas lo que conviene a sus intereses, los que ponen en la radio “valores musicales” para enajenarte, los que promueven y difunden videos cortos en el Facebook y que sólo sirven para tener a la gente cautiva y de manera adictiva pegada durante horas viendo uno tras otro, tras otro, sin pensar en nada positivo. Todo eso pasa sin chistar, sin percatarte de que el país es saqueado todos los días, de que el gobierno es corrupto por inoperante, por cómplice y hasta por sometimiento.
Ningún presidente ha llegado al poder si antes no pactó con los dueños del dinero, con los empresarios que generan empleos en este país, y que pagan salarios miserables muy por debajo de la canasta básica y que después de pagar sus miserias de salario, emplean todos los artilugios para despojar a esos trabajadores de su raquítico sueldo, haciéndoles creer que al comprar tal pasta de dientes se van a ver como la modelo que lo anuncia; que si compran pantalones de tal marca, van a verse como los vaqueros que montados en briosos caballos arrean el ganado.
La verdad es que ni eres “totalmente Palacio”, ni en el restaurante de los búhos venden las mejores enchiladas suizas, ni Coppel mejora tu vida, ni en Chedraui cuesta menos y sí puedes vivir sin comer sólo una. Pero el sistema capitalista envuelve en su fantasiosa publicidad y hace que hombres y mujeres, niños y ancianos, busquen satisfactores en el consumo desmedido, que les genera la idea de libertad, de pertenecer a la clase media y en algunos hasta de opulencia y riqueza.
El control que ejerce el establishment sobre los poderes de la unión evita el control de la publicidad engañosa, los contratos leoninos, así como la venta de productos chatarra. En pocas y llanas palabras, el país está sometido por intereses del imperialismo rapaz y rampante que hace y deshace a su gozo y antojo por ser un verdadero y total poder omnímodo.
En México existen 4 millones 456 mil, 431 personas que no saben leer ni escribir (Inegi). En cuestión alimentaria, estamos igual, 33 millones 900 mil personas sufren desnutrición (ONU). Cerca de 5 millones de mexicanos salen todos los días a buscar trabajo, lo que equivale a casi el 10 % de la población económicamente activa (Inegi). En materia de trabajo infantil las cifras son una vergüenza: 3 millones 700 mil niños laboran todos los días, la mayoría en ocupaciones no permitidas según El Financiero.
México ocupa el primer lugar en explotación infantil en todo el continente americano. Más de 4 millones de niños y adolescentes no asisten a la escuela y más de 600 mil corren el riesgo de abandonarla para integrarse a actividades laborales (Unicef). El 13 % de los niños de primaria va a la escuela sin haber desayunado y entre los estudiantes de secundaria y preparatoria la cifra sube hasta el 27 % (Healthy Children). Al menos 30 mil niños han sido reclutados por el crimen organizado, según Reinserta.
Ante tan terrible escenario sólo queda el reforzamiento de valores y trabajo en equipo, tanto en su casa como en la escuela, los padres no deben bajar la guardia y a pesar de las enormes dificultades para cubrir mínimamente las necesidades de un hogar, se deben esforzar en no distraerse con mensajes subliminales unos, y directos otros, que lo hacen alejarse de sus verdaderos propósitos: educar hijos sanos a través del cuidado diario, el tiempo compartido, la alimentación sana, motivarlos y dirigirlos con amor y respeto. Los maestros deben de hacer el mismo esfuerzo en su casa y además reforzar los valores, cuidar la integridad, física y emocional del educando y ayudarlo a socializar, además de transmitirle conocimientos.
A pesar de la terrible situación por la que atraviesa el país y sus habitantes, es un deber y una obligación realizar el máximo esfuerzo para garantizar ciudadanos cultos, propositivos y exitosos. Al final de cuentas lo peor que nos puede pasar si cumplimos, será tener hijos felices y mexicanos triunfadores. Que así sea.
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