Una ideología es el conjunto de ideas que caracterizan a un movimiento político. En el caso del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), cuyo representante fundamental es el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Haciendo un juego de palabras sin precisión por el lenguaje y mucho menos por el entendimiento, el actual presidente no sabe o aparenta no saber a quiénes les está sirviendo en realidad su forma de gobernar, se ha atrevido a refutar a uno de los más predominantes genios del siglo XIX, Carlos Marx, diciendo que los problemas de una sociedad no se pueden reducir al modo de producción sino a la corrupción que impera en las relaciones humanas. Esto es falso con mayúsculas puesto que las relaciones humanas se sustentan en el modo de producción ya que es la base de una sociedad, pudiendo observar históricamente cómo produce una sociedad y con qué lo hace. Sin embargo, este mandatario no es respetuoso con las palabras y las utiliza sin saber su contenido conceptual, a la ligera puede hablar de la cuarta transformación sin conocer la historia de México, o puede ser un camaleón que cambia de postura ideológica como se cambian los calcetines, un día puede sentarse con los presidentes de Nicaragua, Cuba y Venezuela y al otro día ser un entreguista cualquiera con sus homónimos de Estados Unidos y Canadá. Es decir, que es un camaleón profesional de la política, y además con una clara patología por tener siempre la razón, aunque sus más cercanos le digan que está equivocado.
Sin embargo, dejando de lado la palabrería del presidente, en los hechos concretos se demuestra que él está a favor de los poderosos y magnates de este país, por la siempre y sencilla razón que durante su gobierno los más desprotegidos han sido los pobres, basta decir que en el último año han aumentado considerablemente las cifras de pobreza. Ni con sus ayudas monetarias se han resuelto las condiciones materiales de millones de mexicanos que están sumidos en esta terrible situación. La 4T carece de una política fiscal progresiva, es decir, que paguen más impuestos los que ganan más y que paguen menos impuestos los que ganan menos, o, incluso, que no paguen ningún tipo de impuestos. Los de siempre se han estado privilegiando con la política burguesa del presidente. Aunque él se sienta un representante del pueblo lo cierto es que es un representante más de la burguesía mexicana. A los grandes empresarios se les condona de impuestos y a los más pobres se les castiga con la actual inflación.
Otra prueba fidedigna de que la ideología burguesa de la 4T es la que está imperando, es la clase política que está en el poder; amable lector puede analizar por sus propios medios las carreras políticas que han tenido quienes conforman el gabinete presidencial y se podrá dar cuenta que han sido los mismos de siempre sólo que ahora se han convertido en santos, ángeles y serafines devotos del presidente más mentiroso en la historia de nuestro país. El giro lingüístico en la política mexicana se puede apreciar con mayor nitidez en estos momentos, pues algunos dicen que estamos situados en la pos verdad, pero en realidad muchos han sido presas del engaño de este presidente que dijo que iba a mejorar la situación de los pobres de este país y la ha empeorado. Los hechos no mienten y el lenguaje si, esa es la gran diferencia que hay en este gobierno, ojalá los mexicanos puedan quitarse la venda de sus ojos y luchen organizados para conquistar sus intereses genuinos; mientras tanto seguiremos observando como la clase dominante se sigue enriqueciendo a costa de la clase trabajadora. Ahora hasta los hijos del presidente se han convertido en grandes empresarios chocolateros, una prueba irrefutable de que este presidente tiene una clara simpatía por la burguesía mexicana, sin embargo, el pueblo tiene que reaccionar y levantar la voz para que le sean respetados sus derechos que históricamente han ido alcanzando. De lo contrario seguirán sumidos en la terrible pobreza, por eso es necesario no creer en las palabras del presidente y recurrir a los hechos concretos que a diario tienen lugar, un gobierno progresista no puede tener más pobreza, más violencia, más corrupción, más delincuencia organizada, más despotismo, etc. Aún no ha llegado el gobierno que represente a los pobres de este país, pero sin duda alguna hay movimientos sociales genuinos que están luchando a diario para conquistar el poder político y representar al pueblo de México.
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