Muchos son los desatinos del actual Gobierno federal, el autollamado de la “Cuarta Transformación” (4T), encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Muchas, también, son las características de este gobierno que lo alinean en la práctica con el neoliberalismo a pesar de que AMLO decretó el año pasado el “fin” de este modelo económico en nuestro país.
En el artículo del maestro Aquiles Córdova Morán, líder del antorchismo nacional, señala que: “… Reagan y Thatcher otearon a tiempo el colapso de la URSS y decidieron que era el momento de abandonar el capitalismo ‘suave’ de Roosevelt por un capitalismo ‘puro’ y ‘duro’, un retorno a los orígenes. ¡Fuera los sindicatos y las mejoras salariales periódicas! ¡Abajo el seguro médico, la educación gratuita, los programas de empleo temporal, de vivienda, de servicios urbanos! ¡Alto a las elevadas pensiones por jubilación y al seguro por enfermedades laborales! Todo eso encarece la mano de obra y disminuye las ganancias del capital, que por eso no invierte y la economía no crece. ¡Volvamos a dejar todo a la ‘mano invisible’! Que cada quien viva de lo que le proporcione su propio capital humano y nada más. Esto es el neoliberalismo”. Y esto es lo que está haciendo la 4aT, a pesar de su “decreto” de la desaparición del neoliberalismo en México.
Lo señalo porque quiero comentar en este espacio sólo un aspecto que demuestra que seguimos, nos guste o no, lo entendamos o no, lo sepamos o no, siendo un modelo económico neoliberal. El aspecto al que me refiero es la educación.
Todos sabemos que la educación de calidad, de excelencia, es una condición indispensable para el crecimiento y desarrollo económicos; sin profesionistas y técnicos altamente capacitados para crear nuevos instrumentos de producción que permitan competir con lo más avanzado de la industria, seguiremos siendo dependientes de los países poderosos que sí tienen esos profesionistas y técnicos, hasta para producir una simple pasta de dientes, por ejemplo. Para poder tener esos especialistas, el Estado debe invertir recursos suficientes en educación, en ciencia, en tecnología, en arte, en cultura, en deporte, para que, en un futuro, con esa educación de excelencia, podamos desarrollarnos y ponernos al tú por tú, como se dice coloquialmente, con los más poderosos.
Pero, ¿qué es lo que sucede en nuestro país, en la práctica, en la terca realidad, muy a pesar de los discursos optimistas del señor presidente?
Según el portal Universia.net.mx, del 17 de octubre de 2020, seguimos siendo uno de los países más atrasados en las pruebas internacionales como PISA, donde registramos en la última evaluación en 2018 un 56 por ciento de estudiantes con bajo nivel de competencia, siendo el promedio de la OCDE del 24 por ciento; por otra parte, según el portal Animal Político en nota de andrea vega: “en uno de los 11 documentos que presentó (…) el INEE sobre la política educativa, se informa que 29 % de las escuelas de educación básica presenta problemas estructurales y otras carencias asociadas, en tanto que 2% muestra daño estructural. Y aunque 66 % no tiene este tipo de daño, sí presentan al menos una carencia de otro tipo; solo 3% de las escuelas de educación básica no tienen carencia alguna (…) Lo anterior refleja que 17 millones de estudiantes y 750 mil maestros asisten a escuelas con carencias. De un total de 145,704 escuelas de educación básica, 33% funcionan con estructuras atípicas que no se apegan a la normatividad establecida; 45% no están conectadas al desagüe y 20% no están integradas a una red de agua potable. Además, 5% continúa sin acceso a servicios de electricidad”.
Además vemos cómo el propio AMLO y Delfina Gómez, así como las autoridades sanitarias, se niegan rotundamente a vacunar a los estudiantes menores de 18 años argumentando que “no vamos a tener (…) problemas de contagios que puedan poner en riesgo a los niños, jóvenes, maestros y maestras y al personal educativo porque está demostrado que la pandemia afecta a las personas mayores”, dijo el presidente AMLO en la ‘mañanera’ del 14 de julio (El Universal, 15 de julio de 2021), contrario a las recomendaciones de organismos internacionales serios y con criterios y datos científicos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), entre otros; y, finalmente, el tremendo fracaso educativo con la educación a distancia que se instrumentó desde el inicio de la pandemia. Se perdió literalmente en conocimientos, habilidades, destrezas y competencias todo un año o año y medio de los estudiantes de todos los niveles educativos, ¿por qué? Porque la mayoría de los estudiantes y de las escuelas del país no cuentan con las condiciones técnicas (internet, computadoras, televisores, etc.) mínimas adecuadas para acceder a ese modelo.
Así las cosas, en el terreno educativo, y en todos los demás, el Estado mexicano, la 4aT pues, como buen gobierno neoliberal, deja a la población en el completo desamparo, en el completo abandono, a merced de las “manos invisibles del mercado”. Tenemos que buscar alternativas, luchar por un modelo económico menos salvaje que permita una mejor distribución de la renta nacional que garantice trabajo bien remunerado a todos los mexicanos en edad de trabajar, inversión pública sobre todo a las comunidades y colonias más desprotegidas y una política fiscal progresiva, es decir, que paguen más impuestos los que tienen mayores ingresos. Sin esto, en educación y en todo lo demás, seguiremos siendo un país “tercermundista”.
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