En mi colaboración anterior traté de establecer tres verdades, a saber: la verdadera felicidad de todos debe comenzar por la satisfacción de todas las necesidades materiales de todos; que el mundo ya es capaz de producir los satisfactores para que a nadie le falte nada (no solo el alimento, sino nada) y todos podamos ser felices; y que esto NO es así, aún, porque esa inmensa riqueza está mal repartida, está concentrada en las manos de unos cuantos individuos que constituyen la clase privilegiada. La miseria, el hambre, la enfermedad, la ignorancia, la violencia, la guerra, el cambio climático y el daño ecológico, el narcotráfico, la prostitución infantil y tráfico de órganos, y todos los males que usted, amable lector, se imagine y agregue, son la condición indispensable para que unos cuantos puedan hacerse inmensamente ricos.
Pero, ¿esto por qué sucede?, ¿es solamente la perversidad de unos poderosos ricachos y sus aliados gobernantes sobre la gran mayoría del pueblo? Si esto fuera, bastaría con cambiar a esos gobernantes y encerrar en un manicomio a los enfermos mentales para corregir, entrar en la Jauja terrenal y dejar en el pasado estos cuadros del infierno que hoy es nuestra realidad. No, no es tan simple, pero sí hay respuesta científica, y es preciso conocerla. La explicación detallada no cabe aquí, pero me hago cargo de que lo que digo se ajusta a ella, que, además, puede ser cotejado. De todos modos, es inevitable hacer citas un poco extensas.
Para que la humanidad completa pueda ver satisfechas todas sus necesidades, de justa manera, con el menor daño a la naturaleza y esfuerzo posible, debe dominar su modo de producir los satisfactores, que hoy no controla, hoy el modo de producción domina al productor y engendra todos estos males de los que estamos hablando. Pero no tiene que ser así siempre, sino que el hombre puede tomar control de la producción material, haciéndose de este modo verdaderamente libre: “la libertad no consiste en una soñada independencia respecto de las leyes naturales, sino en el reconocimiento de esas leyes y en la posibilidad, así dada, de hacerlas obrar según un plan para determinados fines… La libertad de la voluntad no significa, pues, más que la capacidad de poder decidir (subrayado mío) con conocimiento de causa. Cuanto más libre es el juicio de un ser humano respecto de un determinado punto problemático, con tanta mayor necesidad estará determinado el contenido de ese juicio; mientras que la inseguridad debida a la ignorancia y que elige con aparente arbitrio entre posibilidades de decisión diversas y contradictorias prueba con ello su propia falta de libertad, su situación de dominada por el objeto al que precisamente tendría que dominar. La libertad consiste, pues, en el dominio sobre nosotros mismos y sobre la naturaleza exterior, basado en el conocimiento de las necesidades naturales”.
Es decir que, traducido a la sociedad y más concretamente a la producción material de los bienes de consumo, la verdadera libertad NO consiste en que cada quien pueda producir lo que quiera, como quiera y cuando quiera, sino en actuar con conocimiento, con dominio del fenómeno, para poder dominarlo en vez de que él nos domine y nos someta, como hoy sucede. “La libertad, en este terreno, solo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente este su intercambio de materias con la naturaleza, lo pongan bajo su control común en vez de dejarse dominar por él como por un poder ciego, y lo lleven a cabo con el menor gasto posible de fuerzas y en las condiciones más adecuadas y más dignas de su naturaleza humana”, aseguró Carlos Marx. Y Federico Engels a su vez: “Con la toma de posesión de los medios de producción por la sociedad se elimina la producción mercantil y, con ella, el dominio del producto sobre el productor. La anarquía en el seno de la producción social se sustituye por la organización consciente y planeada. Termina la lucha por la existencia individual. Con esto el hombre se separa definitivamente, en cierto sentido, del reino animal, y pasa de las condiciones de existencia animales a otras realmente humanas”.
¿Y por qué el hombre NO puede dominar ahorita a la producción?, porque la producción ahorita está caracterizada por la propiedad privada sobre los medios de producción, lo que determina que no se puede controlar la misma sino que es la suma de voluntades divergentes y hasta contrarias, que pelean y chocan, se contradicen y actúan sin concierto para dominar el mercado, y de este modo, el resultado del encontronazo de estas voluntades que es el llamado “libre mercado” (ya se ve que en realidad no es libre sino todo lo contrario), da como resultado… el infierno que hoy vivimos.
Cuando el mercado está equilibrando la oferta con la demanda, ajustando los precios en el mercado al valor real de la mercancía, etc. ya quebraron miles de pequeños productores y medianas empresas, grandes empresas son tragadas por los lobos del mercado; ya incrementó la pobreza y la pobreza extrema, las clases medias pasan a ser pobres; aparece la devaluación, la inflación, la escases de alimentos y otros productos; el desempleo y el subempleo; ya se dio una revolución de color y los buitres del comercio impusieron a un gobernante títere a una nación pobre, para robar sus recursos naturales y explotar mano de obra barata; ya se iniciaron guerras comerciales o el ejército de una nación poderosa ya invadió otra pobre y la alianza de naciones amigas impone bloqueos, aranceles y sanciones, y exportan armas y soldados para someter a las naciones; ya se agotaron los recursos de otra nación y se dejó contaminado su manto freático, ya se hizo un agujero a la capa de ozono; ya se hacen fraudes en elecciones e imponen mandatarios títeres y corruptos, se favorece a empresarios amigos, se protege a una parte del crimen organizado o a la otra, etc., etc. Y en esta selva que es el “libre mercado” gana siempre el depredador alfa, el imperio capitalista, los grandes ricachos dueños de todo y causantes de todos estos males, acaparadores de la riqueza que producen todos los demás.
La verdadera causa de todos los males sociales es este sistema que domina al hombre y permite que unos, los adaptados a su misma naturaleza, los más inhumanos y despiadados se beneficien a costa del dolor y sufrimiento de la inmensa mayoría del pueblo trabajador.
Así que ahora ya lo sabe, amigo, cuando le hablen del “libre mercado”, del mundo de la “libertad” y las “oportunidades” en el que sale adelante el que “más se esfuerza” y el que más “méritos” tiene, le están engañando y le están poniendo maquillaje al sistema en el que los chacales de la producción hacen presa al trabajador. Vea usted los datos que revela la organización Oxfam en su informe sobre la desigualdad en el mundo, “Desigualdad SA”, subtítulado “Una enorme concentración de poder empresarial y monopolístico está exacerbando la desigualdad en la economía mundial”:
• Si cada uno de los cinco hombres más ricos gastase un millón de dólares diarios, les llevaría 476 años agotar su riqueza conjunta.
• El 1 por ciento más rico de la población mundial posee el 43 por ciento de los activos financieros globales. Es decir, las personas más ricas no solo son las mayores beneficiarias de la economía global, sino que también… controlan las finanzas mundiales.
• El 1 por ciento más rico de la población mundial genera tantas emisiones de carbono como los dos tercios más pobres de la humanidad.
Pues todo esto se puede cambiar, de verdad, para dar “el salto de la humanidad desde el reino de la necesidad al reino de la libertad”. Usted le puede llamar a este salto como quiera, pero esto es lo que se debería hacer, esta es la causa, el objetivo que deberían abrazar todos los hombres buenos y trabajadores de México y del planeta.
¿Cómo?, de esto trataré en la siguiente oportunidad.
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