Se nota a leguas que quien dirige los destinos de la nación no está conforme con los resultados conseguidos durante los tres años y medio de su gestión que van que vuelan para cuatro. Y el tiempo se le acaba. El país retrocede en economía, en inseguridad acumula a lo largo de tres presidentes incluido el actual, la escalofriante cantidad de más de cien mil desaparecidos, nadie sabe de ellos; los asesinados durante el gobierno obradorista superan los ciento veinte mil, y solo con estas dos gigantescas cifras cualquier gobierno en cualquier país de la tierra estaría siendo repudiado por la mayoría de su población.
Aquí nuestro país está partido por mitad, la mitad no estamos de acuerdo en cómo gobierna el país, creemos con base a los pobres, escasos (y vergonzosos) resultados de su gobierno que este régimen solo tiene de defensa, a su favor, el aumento desaforado de los programas sociales de transferencias monetarias, pero aquí y en China, todo mundo sabe que esa clase de política es incapaz de combatir con eficiencia la pobreza porque no produce empleos, son simples migajas para contentar a los más pobres y a los que quiere comprar sus votos. Hace falta producción, mucha producción, y los capitales huyen de México por los constantes por la retahíla de ataques que les hace el presidente de la república.
En estas condiciones extremas, de emergencia nos encontramos por la mala, errática política llevada a cabo en la conducción de su gobierno, donde lo que menos se le ocurre al presidente es corregir, palabra que no figura o está prohibida en su diccionario. Su egocentrismo le aconseja y guía que para salir del paso a tanto problema que se le complica más y más, la solución siempre será la misma, acumular más y más poder, concentrar en su persona todos, absolutamente todos los hilos del poder en el país. Cree que con más poder podrá controlar mejor la situación de crisis sin fin que vivimos los trabajadores y que no tiene para cuando resolverse.
El presidente no resuelve, no ataca el fondo de los problemas del país, lo distrae la gravedad de los pesares de la república, por ejemplo, jugar con sus “corcholatas” Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, Secretario de Gobernación, para la presidencia en 2024. Un sinfín de otras simplezas por el estilo son parte fundamental de su táctica para sobrellevar el duro cargo que ostenta, aunque como ha declarado campechanamente no tenga ningún chiste gobernar. Y como dice el dicho, “A Dios rogando y con el mazo dando”.
En sus infaltables e insufribles conferencias mañaneras ha redoblado en estos días sus críticas a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El Universal del 20 de mayo nos informa: “…el presidente Andrés Manuel López Obrador acusó que en la institución “cundió” el “derechismo” y que la mayoría de Maestros en el área de Ciencias Sociales eran aplaudidores del régimen de corrupción. Acusó que con el presupuesto de la Máxima Casa de Estudios del país se creó una “burocracia dorada” en la Universidad, a quienes se les creaban institutos especiales mientras que los maestros de asignatura ganan muy poco. Aseguró el presidente que estas críticas no significan que él esté en contra de ella, sino que busca evitar que haya posibilidades de corrupción. Cuestionó también que la UNAM haya tardado en regresar a clases presenciales tras el impacto de la pandemia de Covid-19”. Este es el nuevo ramillete de florilegios gratuitos, puros mazazos del autoritarismo a que nos tiene acostumbrados el jefe de la nación.
Un articulista del mismo diario citado arriba titula su escrito reciente “Amenazas cumplidas” en referencia a que AMLO a los que considera sus enemigos sean instituciones o personas (que forman legión) no deja de perseguirlos hasta castigarlos con cárcel o de una u otra manera. La autonomía de la UNAM es un importante freno a los afanes autoritarios de cualquier personaje o grupo de poder que pretenda controlar a la institución insignia de la educación superior en el país. Su autonomía ha sido la fuerza consistente, su blindaje en la protección de su forma de gobernarse, y, con la libertad de cátedra las puertas han estado permanentemente abiertas a todas las manifestaciones del conocimiento filosófico, científico y cultural del planeta. Y esta es de las cosas que no gustan al señor del Palacio, eso de que se auto gobierne la UNAM no le parece que esté bien. Las andanadas de ataques recientes a la educación científica desde párvulos a la educación superior son la puja del régimen de la cuarta transformación para imponer un modelo de educación que rebaja la calidad en todo lo que se refiere a ciencia y cultura, a cambio de discursos que quieren ennoblecer las acciones, ideas y hechos del gobierno de AMLO, y a éste colocarlo para siempre en el sitial histórico de los grandes transformadores del país. El hombre quiere que se le reconozca a fuerza y se le edifiquen estatuas.
Todos los mexicanos verdaderamente preocupados por el presente y el futuro de este país no debemos permitir que se siga agraviando desde el poder público a una institución y a quienes la forman y le dan sentido, estudiantes, catedráticos, científicos, intelectuales y a los que tienen en sus manos la responsabilidad de dirigirla. La UNAM representa una de las mayores conquistas del pueblo mexicano en lo que se refiere a una educación de calidad y se encuentra a la altura de las cien mejores del mundo. Nuestra máxima casa de estudios no la creó AMLO ni nadie de Morena. Merece respeto y apoyo de todos los gobiernos en turno, sean de izquierda o de derecha y no blasfemias como las que comento le aplica sin decoro López Obrador.
En vez de calumniar a la comunidad universitaria de “aspiracionistas”, “burocracia dorada” y conservadores enemigos de su gobierno y exhibirlos de manera ruin ante el público cautivo de sus mañaneras, los que no concordamos en absoluto con su política y rechazamos ese trato corriente, díscolo a la UNAM, exigimos un alto a los recortes presupuestarios de la UNAM y de todas las universidades públicas y el aumento financiero que requieren para llevar a cabo su cometido de preparar a la juventud para los retos cada vez más especializados que deben enfrentar.
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