Chiapas figura como el cuarto estado con más hectáreas en la siembra de maíz, se encuentra dentro de las 18 regiones que favorecen el desarrollo del trabajo en el campo, la zona V Altos Tsotsil-Tseltal, es una de ellas con 90 localidades y solo el municipio de Zinacantán con 22 localidades conforme a los estudios del INEGI, que en los últimos meses azotan la situación más difícil por la nula existencia de insumos para la producción.
Vivimos en un gobierno que presume transformación, pero nada más y nada menos, prevalece la inexistencia de apoyos para el campo de las zonas productivas en la entidad, ignorando que es uno de los sectores más importante para la economía del país y desde hace tres años, el gobierno federal prometió ayudar y no han llegado los apoyos.
Y aunque existen miles de campesinos y productores chiapanecos que han sobrevivido en el olvido gubernamental, siguen produciendo la tierra, con los pocos recursos que obtienen de ella misma y con trabajo tesonero para resarcir el hambre y miseria a la que se enfrentan todos los días.
El maíz, producto básico en la alimentación de los mexicanos, se encuentra muy por debajo de la producción anual anterior, pues apenas se han cultivado mil 209 millones hectáreas y cosechado mil 15 millones, cuando el año pasado se sembraron siete mil 158 millones de hectáreas y se cultivaron seis mil 690.
En el caso del frijol la situación es similar, pues de las mil 412 millones hectáreas que se sembraron el año pasado, durante 2020 apenas suman 262 millones, mientras que el área cosechada 248 millones de hectáreas frente a las mil 207 millones obtenidas en 2019.
Aparte de los recortes directos al campo, productores y políticos de oposición acusan al gobierno federal de eliminar el programa de Atención a Desastres Naturales, por lo que los productores no tendrán forma de cubrir pérdidas en caso de incendios, inundaciones o heladas.
Una de las promesas del presidente Andrés Manuel López Obrador fue la de obtener soberanía alimentaria, es decir que la alimentación básica del país dependa menos de las importaciones, pero durante el discurso de su Segundo Informe de Gobierno, la única referencia que tuvo al campo fue que “no se permite el uso del maíz transgénico”. Esta baja producción, aunado a los recortes presupuestales al campo y a la sequía que están sufriendo los estados del norte del país ponen en riesgo las promesas y el proyecto del presidente.
En Chiapas la situación del campo pasó de ser crítica a olvidada, puesto que los productores de los productos básicos como son el maíz y el frijol han perdido todo el interés por realizar estos cultivos debido a los altos costos de producción y el nulo apoyo de los gobiernos para realizarlos.
A pesar de que existe la promesa del gobierno federal de incentivar la producción en el campo, la realidad es muy diferente, los apoyos, si es que los hay, llegan a destiempo, ya cuando el ciclo de producción ha avanzado y la fase de los cultivos ya están en desarrollo.
Por citar un ejemplo, las semillas de maíz les llegan a los productores en el mes de julio-agosto, cuando la siembra se realiza a finales de junio, el fertilizante lo reciben cuando la milpa ya esta en plena producción de la mazorca, cuando el fertilizante es necesario para su crecimiento; asi ha ocurrido en los últimos años y por ello los productores han dejado de producir grandes extensiones de tierra debido a la falta de apoyos e insumos prometidos por el gobierno federal y estatal.
Por mencionar una situación, productores de plátano, soya y rambután, café y maíz de la región Soconusco, expusieron que desde hace tres años les quitaron todos los subsidios de maquinaria, seguro de producción, diésel y todos los incentivos habidos y por haber para la producción en el campo.
Los productores, señalaron que desde que llegó, Andrés Manuel López Obrador, no han sido tomados en cuenta, ya que en el programa Sembrando Vida no están registrados todos los productores, esto debido a los candados que tiene este programa.
Por ello agregaron que es necesario y urgente encontrar financiamiento agrícola y canales de comercialización que garanticen el precio de las cosechas, esto, desde antes que se siembra para no tener incertidumbre en la venta del producto.
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