MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Inseguridad, violencia y muerte: sinónimo de la 4T

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Hoy lamentamos la ola de violencia que se vivió este fin de semana en el municipio de Reynosa en nuestro querido estado de Tamaulipas, donde debido al enfrentamiento de carteles contra policías y personas inocentes, que sin deberla ni temerla, perdieron la vida. Con esta acción queda demostrado que la seguridad en nuestro país sigue sin ser atendida desde la cúpula federal.

Para ser exactos, fueron 22 víctimas según el Grupo de Coordinación para la Construcción de la Paz en Tamaulipas, de las cuales fueron 16 víctimas inocentes, entre los que se encuentran: una familia de cinco miembros, unos albañiles que trabajaban en una obra, un taxista y un conductor, todos parte de la ciudadanía, el resto eran delincuentes armados que fueron abatidos por las autoridades policiacas estatales y federales.

Ante estos sucesos el gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, pidió al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador que “cada orden de gobierno asuma su responsabilidad en el combate a quienes amenazan la seguridad, la salud y la estabilidad de todas las comunidades”.

El gobernador explicó que las organizaciones criminales deben recibir por parte del Gobierno federal una “señal clara, explícita y contundente de que no habrá espacios para la impunidad, ni tolerancia ante sus reprobables conductas delictivas. En mi gobierno no habrá tregua para los violentos”.

En su conferencia mañanera del lunes 21 de junio en Palacio Nacional, López Obrador refirió que todo indica que no se trató de un enfrentamiento “sino que fue un comando que disparó a gente que no estaba en plan de confrontación. Es un ataque cobarde que le quita la vida a personas inocentes”, expresó el presidente.

Asimismo, envió sus condolencias a los familiares de las víctimas y pidió a la Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal que haga gestiones en la Fiscalía General de la República (FGR) para que se atraiga el caso “para conocer los motivos y castigar a los responsables”.  

Sin embargo, debemos resaltar que, ante el aumento de la violencia en México, el gobierno prefiere incrementar el presupuesto al Ejército que a los sistemas de seguridad y justicia, siendo que en México están las cinco ciudades más violentas del mundo, que son Tijuana, Juárez, Uruapan, Irapuato y Obregón; seis entidades federativas, que son el Estado de México, Guanajuato, Baja California, Chihuahua, Jalisco y Michoacán, que concentran más de la mitad de los homicidios, revela el Índice de Paz México 2021. 

Durante los últimos seis años, la paz en México cayó 18 por ciento. Mientras eso ocurría el gobierno decidió bajar 31% la inversión pública en sistema de seguridad y 3% en el sistema de justicia; sin embargo, aumentó 14% la cantidad de recursos al gasto militar expuso Carlos Juárez, director en México del Instituto para la Economía y la Paz, quien señaló que la violencia se concentró en regiones y estados.

Al presentar el Índice de Paz México 2021, realizado por esa organización internacional, destacó que, durante los últimos 10 años, México ha experimentado una caída en los indicadores que conforman esa medición y actualmente se coloca en la posición 137 de 163. 

De acuerdo con sus mediciones, entre 2015 y 2020 la paz en esta nación cayó 18 por ciento. En ese periodo, tan sólo los homicidios se incrementaron 84%; se duplicaron los delitos con armas de fuego; la delincuencia organizada creció 40%, mientras que el narcomenudeo creció 125 por ciento. Recalcó que la violencia familiar creció 64% y la sexual 60 por ciento.

El especialista destacó que en México están las cinco ciudades más violentas del mundo, que son Tijuana, Juárez, Uruapan, Irapuato y Obregón, medida por su tasa de homicidios. La delicada situación en materia de inseguridad y violencia se mantiene, a pesar de que el año pasado los números de los indicadores mejoraron. Es verdad que, durante 2020, en México la paz mejoró 3.5% respecto de 2019, lo cual es un indicador relevante porque eso ocurre, después de cuatro años consecutivos de deterioro de los niveles de paz del país. 

Eso representa un cambio de tendencia en cuanto a la caída de la paz o incremento de la violencia que había experimentado el país entre 2015 y 2018. Esa mejora tiene que ver en una reducción en los delitos violentos que cayeron 13% sobre todo, a partir de marzo de 2020. Sin embargo, eso tiene que ver con el confinamiento, no por acciones de nuestro gobierno federal, derivado de las medidas determinadas por las autoridades para contener la pandemia de la Covid-19. 

Eso se demuestra porque los delitos que bajaron fueron los que tienen que ver con la movilidad de las personas (22%), pero otros no sólo no bajaron, sino que se incrementaron como es el caso de la violencia sexual y familiar. Las mediciones de esa organización muestran que bajó el robo 22%, agresiones 13% y la delincuencia organizada 3%, sobre todo en sus modalidades de secuestro y trata de personas que cayó 31% y la extorsión 7%, pero el narcomenudeo aumentó 8 por ciento.

La tasa de homicidios se ubicó en 27.8 muertes por cada 100,000 habitantes, lo que quiere decir que, desde 2013, cuando se midió por primera vez la paz en México, se redujo marginalmente. Bajó 1.3% el homicidio, respecto de 2019, pero sigue en niveles históricamente altos. Los números indican que en 2020 bajaron los indicadores de homicidio; crímenes de la delincuencia organizada y delitos con violencia, pero aumentó el indicador de cárcel sin sentencia.

Y podríamos seguir hablando de esto, pero la pregunta que queda en el aire es ¿Qué hará López Obrador ante estos hechos? No olvidemos que aún siguen pendiente los muertos de la Línea 12, los muertos por el mal manejo de la pandemia, los periodistas asesinados en su mandato, los 89 políticos muertos de estas elecciones pasadas las mujeres que exigen justicia ante los feminicidios. No hay duda que su aspiración de “pasar a la historia” y ser recordado como presidente se cumplirá, pero no por su buen gobierno, sino por todo lo contrario, un gobierno de muerte, autoritarismo y fanatismo, eso será lo que leamos en la historia de México cuando recordemos el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

Pero al pueblo pobre de México y de Tamaulipas debe quedarle clara la lección y la necesidad que le plantea esta cruda realidad: organizarse y luchar por llevar al poder del país a sus verdaderos representantes. 

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