Mientras 8 de cada 10 personas del municipio de Chimalhuacán, Estado de México, se sienten inseguras en su ciudad, la presidenta municipal, Xóchitl Flores Jiménez, hace muy poco para combatir al crimen –entre la población hay fuertes rumores acerca de que los mandos policíacos están coludidos con grupos delincuenciales y por eso los dejan operar libremente–, y ahora, para desviar la atención sobre ese hecho, pretende borrar la historia de lucha y progreso que durante 21 años construyeron miles de chimalhuacanos guiados por los alcaldes progresistas emanados del Proyecto Nuevo Chimalhuacán.
De acuerdo con los resultados del último trimestre (octubre, noviembre y diciembre 2022) de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública (ENSU) 2022, que “enfoca la medición de percepciones y experiencias sobre la seguridad pública en zonas urbanas”, 8 de cada 10 chimalhuacanos se sienten inseguros en su ciudad. Ese clima de inseguridad se manifestó desde la segunda ENSU 2022 que analizó los meses de abril, mayo y junio; es decir, a tan solo seis meses del ascenso al poder municipal, Xóchitl Flores Jiménez, militante de Morena.
A propósito de los resultados que arrojó la ENSU 2022, segundo trimestre, Milenio Estado de México realizó la comparación de la percepción ciudadana con los índices del Semáforo delictivo en la entidad y el 1 de agosto de 2022 publicó que, de los 125 municipios del Estado de México, Chimalhuacán estaba en la segunda posición de inseguridad, pues “…aumentó 23 por ciento en homicidios; 55 por ciento en extorsión; 19 por ciento de narcomenudeo; 23 por ciento en robo a vehículo; 25 por ciento robo a negocio; 14 por ciento lesiones; 47 por ciento en materia de violaciones; y 10 por ciento en robo a casa/habitación.”
El 3 de noviembre, la Agencia Noticias Mx publicó que: “En el mes de septiembre se presentaron 174 delitos por lesiones, es decir, 5.8 diarios; 122 robos a negocios, 4 diarios; 182 robos de vehículos, 6 carros al día. Aumentó también la violencia sexual, se registran 11 delitos, además, 59 denuncias por violencia familiar, es decir, 1.9 casos al día.” La nota concluye que “la población vive un clima de inseguridad y se queja de la falta de efectividad de la policía municipal, toda vez que: ya no se ve a la policía municipal en las calles, además, el alumbrado público es deficiente, no sirven las lámpara, las calles están oscuras, los delincuentes tienen todas las condiciones. Ya denunciamos los lugares peligrosos, las autoridades no hacen caso”, denunció Gabriela Castillo, ama de casa del barrio Acuitlapilco.”
El 7 de noviembre 2022, los diarios estatales y digitales informaron que el Observatorio Nacional Ciudadano reportó un incremento del 51.26 por ciento en los robos con violencia, lo que trajo como consecuencia que vecinos de distintas colonias del territorio municipal se apostaran frente a las oficinas de la comandancia municipal de Chimalhuacán “para exigir al comisario Salvador Hernández Torres, cumpla con la seguridad de las familias que habitan el territorio local."
Los números, la estadística arrojada por órganos oficiales especializados en el análisis de las percepciones y experiencias de inseguridad, son un reflejo los crímenes y asaltos a mano armada que constantemente sufre la ciudadanía por parte de bandas de asaltantes a bordo de motocicletas, quienes los atacan por la mañana, hora en que se supondría que la policía está alerta para proteger a la gente. La reportera Claudia Ángeles de Agencia Noti Mx asentó en algunos de sus reportes: “Los robos son a plena luz del día, los vendedores ambulantes son extorsionados por los delincuentes, se hacen los reportes, la dirección de Seguridad Pública no actúa, se denuncian las zonas más conflictivas, los horarios en que se realizan los asaltos, pero la seguridad no llega, estamos indefensos”, según comentó la señora María Luisa, residente de la colonia Luis Mora.
No obstante que es bastante grave el grado de inseguridad que viven los habitantes de Chimalhuacán, la presidenta municipal morenista no hace nada para combatir a la delincuencia común y más bien aplica la política federal de “abrazos no balazos” que no beneficia en nada a la ciudanía.
Por el contrario, ahora pretende borrar la historia de progreso y desarrollo que los chimahuacanos conscientes y organizados construyeron durante más de 30 años: desde que el Movimiento Antorchista llegó a este territorio mexiquense, por allá de 1987, y desde que el pueblo encabezó los gobiernos municipales del año 2000 al 2021.
Con motivo del desalojo que a manos de cientos de policías municipales sufrieran el delegado y los comerciantes de los espacios que ocupaban en la Plaza de los Mártires del 18 de agosto del año 2000, ocurrido el pasado viernes 20 de enero, la alcaldesa morenista amenazó públicamente con destruir el monumento que ahí erigieron los chimalhuacanos para honrar a los 10 héroes civiles que fueron asesinados por el grupo caciquil de Guadalupe Buendía “La Loba”, quien con el artero ataque pretendía frenar el ascenso del presidente municipal electo democráticamente, Jesús Tolentino Román Bojórquez, quien inició el proceso de sacar a los chimalhuacanos de la marginación y el olvido.
En otras ocasiones ya hemo dicho todo lo que durante 21 años de administraciones públicas honestas y trabajadoras lograron para beneficio del pueblo; no obstante, ahora todo eso pretende borrarlo la morenista con el simple hecho, simplistamente razona, de derrumbar el icónico monumento a los Mártires de Chimalhuacán.
Pero la señora debe saber que derribar estatuas no borran la historia ni la memoria colectiva, más bien la hacen más grande y poderosa porque ese hecho le recordará a la gente quién le hizo bien durante tantos años, y quien durante tan solo un año ha metido al municipio a una crisis de inseguridad, de servicios básicos, escolares y de salud.
Al igual que la morenista Xóchitl Flores, otros políticos del mundo de tendencia de derecha y, por tanto, contrarios al pueblo, han pretendido borrar la historia y sus valores a través de actos como el que pretende hacer la morenista: ahí tenemos la quema de libro que en 1933 realizaron los nazis en la Alemania de Adolfo Hitler, quien había ascendido al poder hacía solamente cuatro meses antes de ese acontecimiento. Las quemas de libros fueron orquestadas por el ministro de propaganda del fascista, Goebbels: miles de personas quemaron libros considerados como subversivos por el gobierno nazi, el cual pretendió borrar todo el desarrollo literario que no comulgaba con el fascismo. El poeta Heinrich Heine había escrito años antes: "donde se queman libros, al final también se acaba quemando gente", como a la postre sucedió. El partido nazi quería controlar todos los ámbitos de la vida y, evidentemente, la cultura y el conocimiento era un obstáculo importante para lograr dicho objetivo. ¿Es lo mismo que piensa Morena y la alcaldesa de Chimalhuacán?
Posteriormente el 9 de abril de 2003 las tropas de Estados Unidos derribaron del mandatario de Irak Sadam Husein, a fin de crear la percepción que se trataba de un gobernante malo que sojuzgaba a los iraquíes. Posteriormente, en julio de 2005, el iraquí que se hizo famoso por golpear la estatua de Sadam Husein pidió que el primer ministro británico, Tony Blair, y el presidente de Estados Unidos, George Bush, fueran juzgado porque aseguró que Irak estaba mejor bajo el mandato de Husein y que los gringos y británicos habían "arruinado" el país.
Lo mismo hicieron, en diciembre de 2013, los fascistas ucranianos que derribaron en Kiev, capital de Ucrania, la estatua del líder del socialismo mundial, Vladimir Ilich Lenin, quien dedicó su a la organización de los obreros y la instauración en Rusia de un país más igualitario y para beneficio de los trabajadores.
Como se ve, la destrucción de monumentos revolucionarios, que hacen homenaje a gente que ha contribuido al progreso de sus puestos, es práctica propia de la corriente política de derecha, la que se opone al avance de los pueblos, los cuales son guiados por gobernantes afines a los trabajadores y, por tanto, que trabajan para que estos tengan una vida digna y con oportunidades de superación.
La práctica de Xóchitl Flores Jiménez no habla de que esté trabajando para beneficiar al pueblo de Chimalhuacán, más bien nos dice que con su pretensión de derribar el monumento a los Mártires –y con mantener cerrado el museo de sitio del Guerrero Chimalli–, pretende borrar toda la historia de progreso y bienestar que construyeron los gobiernos del Nuevo Chimalhuacán. Pero eso no sucederá si los chimalhuacanos siguen unidos y organizados.
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