MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Impuesto progresivo ¿qué es y a quién beneficia?

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Un impuesto progresivo es cuando el tipo de gravamen aumenta cuando mayor es la capacidad económica de la persona obligada al pago del impuesto, es lo contrario al  impuesto proporcional. Este último no establece diferencias en función del nivel de ingresos del contribuyente. 

Un claro ejemplo de impuesto proporcional es el Impuesto del Valor Agregado (IVA). El porcentaje que se va aplicar es fijo. Si una mercancía cuesta $100 y el tipo impositivo es del 16 por ciento, se pagarán 16 pesos de IVA, sin importar si la persona que adquiere este producto cotiza en la bolsa de Wall Street o si recibe un mísero salario como jornalero en una hacienda, la tasa impositiva es la misma sin importar el nivel de renta del contribuyente. 

Un ejemplo de gravamen progresivo sería el Impuesto Sobre la Renta (ISR) de las Personas Físicas. Cuando más gane una persona, mayor será el tipo de gravamen que debe soportar. Si una persona gana 10 mil pesos deberá soportar un tipo impositivo del 10 por ciento mientras que si tiene unos ingresos de 45 mil pesos tendrá que hacer frente a un tipo de gravamen del 45 por ciento.

Los impuestos progresivos reducen la presión sobre las personas con menos ingresos. La finalidad de esta clase de tributos es lograr una mejor distribución de la riqueza.

Para tener una economía sólida y un estado de bienestar es necesario contar con un sistema de recaudación eficiente y justa. No es posible mantener un sistema de beneficios sociales lo suficientemente ambicioso con un alcance amplio, si el Estado solo recauda alrededor de 15 por ciento del PIB, como es el caso de México. 

De este modo la baja presión fiscal, se debe a múltiples factores, sin embargo, hay consenso de que la causa principal ha sido la continua existencia de numerosos regímenes preferenciales y generosas exenciones fiscales. También existe una alta permisividad a la evasión e incumplimiento de las obligaciones fiscales reforzada por la connivencia o ineficiencia administrativa de las autoridades hacendarias. Otro factor que repercute de manera importante  sobre la baja recaudación es la alta tasa de informalidad de la economía (no es extraño que empresas en la economía formal tengan parte de sus actividades en la informalidad: empresas fantasmas, outsoursing).

Aunque ha habido intentos de aumentar la recaudación y tornar el sistema más progresivo, no se ha aumentado la recaudación de manera significativa y si el riesgo de evasión, debido a que este tipo de grupos de ingresos (altos) tienen acceso a mayores instrumentos fiscales y financieros que les permite cambiar a otros regímenes fiscales más favorables, tanto nacionales como extranjeros.

La recaudación, aun cuando se ha mejorado, sigue siendo baja y eso entre otras cosas se debe a que muchas empresas no pagan impuestos, ya sea porque se encuentran en la informalidad o bien porque tienen el poder económico y político para hacerlo (OXFAM, 2015).

En un artículo publicado en la revista Proceso, el 7 de mayo del año en curso, con el título “Las trampas fiscales de los más ricos” después de ejemplarizar como Salinas Pliego declara perdidas y deducciones para que el estado mexicano le diera devuelta una cantidad considerable de recursos, se lee lo siguiente:

(…) Es falso que quienes más evaden o eluden impuestos sean el tamalero, el tendero, el bolero u otras ocupaciones de ingresos bajo o medio. Los que no pagan son los más ricos. De hecho, de un total de 948 mil millones de pesos evadidos o eludidos cada año, 64 por ciento se explica por lo que dejan de pagar los estratos altos y ricos, es decir, un total de 610 mil millones de pesos. En cambio, las personas de niveles más bajos de ingreso evadieron 23 mil millones de pesos, 2 por ciento del total evadido.

Los ricos evaden y eluden ocho veces más de lo que lo hace el 50 por ciento más pobre, y el 9 por ciento que le sigue, 19 veces más. Un abuso sin par.  Los 180 mil millones de pesos que eluden/evaden los más ricos serían suficientes para construir 95 hospitales generales en tan solo un año. Nuevamente, esto es consistente con lo que se ha encontrado en países como Estados Unidos, donde se estima que “los principales poseedores de riqueza tienen un ingreso fiscal que es aproximadamente la mitad o un poco menos de su ingreso económico real”.

(…) Un impuesto de tan sólo 1 por ciento sobre las fortunas de los millonarios de la lista de Forbes, México podría recaudar 28 mil millones de pesos al año, con lo que el presupuesto del programa de becas de educación primaria de la SEP podría aumentar 88 por ciento. Durante el primer año de la pandemia, los 13 billonarios de la lista Forbes tuvieron una  ganancia combinada de 659 mil millones de pesos en su riqueza neta, lo que significó una fortuna combinada de 2.7 billones de pesos. A la par de ese crecimiento, al menos 4.6 millones de personas cayeron en la pobreza extrema en México. Con un impuesto de tan sólo 1.6 por ciento sobre la riqueza de esas 13 personas, que recaudaría 45 mil millones de pesos, las personas que cayeron en pobreza extrema habrían podido tener un ingreso mínimo asegurado durante la pandemia.

Otros estimados muestran que, si el cobro del impuesto a la riqueza se ampliara para abarcar a todo el 0.1 por ciento más rico de México, es decir, hogares que ganan en promedio 876 mil pesos al mes, se lograrían recaudar 100 mil millones de pesos al año. Finalmente, otros estimados dicen que la cantidad podría ser de hasta 114 mil millones de pesos al año, lo equivalente a duplicar el presupuesto de educación superior y de posgrados de la SEP, y todo el presupuesto de prestación de servicios públicos de la Secretaría de Salud (Ssa). Los estimados varían mucho porque no  es posible conocer bien a bien las fortunas de las personas.

Una política fiscal progresiva eficiente, que cobre sin excusa ni pretexto  impuestos correspondientes a las fortunas de los millonarios, quienes obtiene su riqueza a base de la explotación de los obreros, los recurso naturales y de infraestructura de nuestro país, es necesario para dejar la austeridad republicana y convertirnos en una nación con un estado fuerte económicamente y con soberanía y bienestar nacional, que pueda invertir en ciencia, tecnología e infraestructura, desarrollar pues las fuerzas productivas de nuestro país para pasar de un  capitalismo endémico a uno fuerte capaz de competir con las grandes potencias mundiales. Este elemento fiscal solo lo podrá conseguir el pueblo educado y organizado en el poder una tarea difícil pero necesaria y que no puede esperar mucho tiempo.  

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